Los payeses exigen poder producir y distribuir alimentos en condiciones
La crisis del coronavirus y las restricciones de las autoridades para frenar su contagio han impactado también en el sector de la agricultura
Sindicatos, payeses y cooperativas exigen directrices claras y homogéneas para poder producir y distribuir alimentos en condiciones cuando está punto de llegar todo el producto de primavera. Con las familias en casa y sin comedores escolares, las ventas de fruta y verdura han aumentado, aunque algunos Ayuntamientos prohíben los mercados semanales. Los grupos de consumo han tirado de imaginación para seguir repartiendo sus cestas y parte de la producción con destino a escuelas se está vendiendo por otros canales. La producción de vino o calçots es la que más está sufriendo.
Respec...
Sindicatos, payeses y cooperativas exigen directrices claras y homogéneas para poder producir y distribuir alimentos en condiciones cuando está punto de llegar todo el producto de primavera. Con las familias en casa y sin comedores escolares, las ventas de fruta y verdura han aumentado, aunque algunos Ayuntamientos prohíben los mercados semanales. Los grupos de consumo han tirado de imaginación para seguir repartiendo sus cestas y parte de la producción con destino a escuelas se está vendiendo por otros canales. La producción de vino o calçots es la que más está sufriendo.
Respecto a la producción, el sector está preocupado por el transporte de las cuadrillas de recolectores, sus condiciones de trabajo y si podrán llegar de sus países de origen los temporeros del Magreb o los países del este. Lo explica el responsable de Organización de Unió de Pagesos (UP), Josep Carles Vicente, que recuerda que “la alarma habla de garantizar la producción de alimentación”, pero lamenta que “cada administración lo interpreta a su manera”.
Es el caso de los mercados semanales o de payés, que poblaciones como Barcelona, Sant Boi, Vic, Vilafranca o Mataró han vetado. “Los afectados son pequeños productores que viven de venta de proximidad, ¿por qué ellos no pueden vender fresco y los supermercados sí?”, lamentan Vicente o, el responsable de mercados del sindicato, Josep Cuscó, que tiene el móvil “frito de llamadas de productores”. Los dos reivindican el papel del sector en la alimentación de la población.
Pese al cierre de algunos mercados semanales, y según explican productores del Baix Llobregat, Penedès o Maresme, en el área de Barcelona la demanda se ha disparado. Los payeses afectados por estos cierres, se han organizado con los que tienen otros canales de venta o venden casi a pie de huerto. Ferran Berenguer, responsable del sector Ecológico de UP explica que hay más venta que nunca. “Los grupos de consumo que utilizaban equipamientos que están cerrados se las han ingeniado para repartir; los que tienen local piden cestas descomunales; y los productores que tienen tiendas están a tope”. En Vic, y sin mercado semanal, agricultores como Gerard Bellpuig lamentan que ellos sí han perdido la mitad de las ventas.
En Girona, los agricultores no reportan incidentes. Narcís Poch, responsable de Unió de Pagesos en la demarcación, afirma que temían por los mercados semanales, por si les dejaban llegar a los campos o por la llegada de productos fitosanitarios, pero trabajan con normalidad y la mayoría tiene la producción colocada: “El consumo general de producto fresco se ha disparado”. Hay casos como el de un agricultor que vende fruta para escuelas y MercaBilbao: “La fruta que debía ir a comedores escolares, se ha vendido toda para consumo general”, asegura Poch.
En Tarragona, la Federación de Cooperativas Agrarias (FCAC) señala que no hay distorsiones significativas en el inicio de la cadena alimentaria. Centros de producción de las cooperativas y agricultores y ganaderos mantienen una actividad “relativamente normal”. La FCAC señala que “se han tomado medidas preventivas para los trabajadores de las cooperativas y se han definido protocolos” y que los productores cumplen con las recomendaciones sanitarias. En las cooperativas arroceras se han intensificado los turnos para alcanzar la demanda.
En Lleida se temen los efectos que pueda tener el coronavirus en la campaña de recogida de la fruta. Afrucat, la asociación empresarial de la fruta, ha advertido del “riesgo” para la producción de este verano si se mantienen las restricciones de movilidad. La entidad señala que la policía está multando a vehículos compartidos de personal que se desplaza a su puesto de trabajo, teniendo en cuenta que solo puede ir una persona por vehículo. En el sector es habitual el transporte colectivo y no existe alternativa en transporte público. El presidente de la FCAC, Ramon Sarroca, repasa la situación de normalidad del sector y sintetiza: “Si nos llegan a explicar todo esto hace una semana hubiera parecido ciencia ficción”.
El 25% de los ‘calçots’, perdidos
La pandemia del coronavirus ha irrumpido en plena temporada de calçots. Un producto que se consume en condiciones vetadas por el estado de alarma: en restaurantes o en grandes grupos de familias y amigos. La Indicación Geográfica Protegida (IGP) Calçot de Valls da por perdida entre un 20% y un 25% de la cosecha de esta temporada.
El cierre de restaurantes por el confinamiento decretado por las Administraciones ha tenido un efecto dominó para los payeses, que han topado con una caída súbita de la demanda cuando queda una cuarta parte de la cosecha por recoger: se quedará por arrancar, porque no hay mercado alternativo donde colocarla. La Cámara de Comercio de Valls ha hecho un llamamiento para que se consuman calçots en las casas, aprovechando la calidad que ofrece el producto fresco.
El mensaje de Twitter que salvó una venta de corderos
El cierre de los restaurantes provocado por el coronavirus afecta a ganaderos de pequeñas explotaciones que venden sus animales a restaurantes y turismo de fin de semana. Esta situación la denunció en Twitter Toti, un pastor de ovejas de 41 años de la Vall de Camprodon. “La hostia que viene será contundente. En un momento de mucha venta de corderos nuestros canales de comercialización han cerrado”, escribió el lunes. Y “la magia del tuister”, hizo el resto. Decenas de particulares y cooperativas le respondieron. El miércoles informaba de que había conseguido mantener la actividad de “una semana normal”. Las expectativas para este pastor que hasta hace tres años no tenía móvil y pasa días sin ver a nadie desde los bucólicos pastos de Rocabruna, mejoran.
Contrastaba con la dureza del mensaje: “Debido al confinamiento nuestros canales de comercialización han caído”. Un sinfín de tuiteros empezó a pedir el listado de precios, destinos a donde podía llegar el reparto y a hacer pedidos. Toti sirve a una carnicería de Vilallonga de Ter que trabaja con restaurantes de la comarca ofreciendo producto del territorio de calidad. El reto de este pastor que tiene unas 400 cabezas es sacar entre 50 y 70 corderos al mes.