Alguaire inicia su reconversión tras fracasar en vuelos comerciales
El aeropuerto de Lleida se especializa en aviación industrial tras ser incapaz de superar más de 38.000 pasajeros anuales
El 17 de enero de 2010 un avión de Vueling Airlines procedente de Barcelona aterrizaba en la pista del aeropuerto Lleida-Alguaire. Era el vuelo inaugural de una infraestructura a la que le persigue la polémica. La Generalitat empezó a construir el aeropuerto en plena crisis en el verano de 2007 y, tres años después, tras una inversión de 96 millones de euros, se puso en funcionamiento. Las previsiones iniciales eran de 400.000 pasajer...
El 17 de enero de 2010 un avión de Vueling Airlines procedente de Barcelona aterrizaba en la pista del aeropuerto Lleida-Alguaire. Era el vuelo inaugural de una infraestructura a la que le persigue la polémica. La Generalitat empezó a construir el aeropuerto en plena crisis en el verano de 2007 y, tres años después, tras una inversión de 96 millones de euros, se puso en funcionamiento. Las previsiones iniciales eran de 400.000 pasajeros al año pero solo ha contado con una media anual de 38.000 usuarios. Hoy la instalación se han reconvertido como centro de mantenimiento y desguace de aviones.
Al desastre de previsión se le unió, el pasado año, la quiebra de la aerolínea Thomas Cook que acercaba hasta Lleida unos cuantos centenares de pasajeros. Hoy, el aeropuerto sobrevive reconvirtiéndose en uno industrial donde mantener, desguazar y arreglar aviones y donde la función principal de una infraestructura de este tipo —mover pasajeros de un punto a otro— ha quedado en segundo plano.
El secretario de infraestructuras y movilidad de la Generalitat, Isidre Gavín, reconoce la falta de previsión cuando se inauguró el aeropuerto: “Estábamos cerca de unas elecciones autonómicas y recuerdo que entonces se promocionaba la infraestructura con un mapa donde Lleida estaba en el centro y alrededor varias capitales europeas. Se habló de un objetivo de 400.000 pasajeros anuales. Los primeros vuelos estuvieron cargados de subvención pública pero enseguida se vio que no había ni población ni turismo suficiente para mantener el modelo de negocio. Se cambiaron los aviones de 180 plazas por aviones de cien pero durante esta década solo se ha podido consolidar el vuelo Lleida-Palma durante todo el año y las rutas hasta Ibiza y Menorca en la temporada de verano”.
Al desastre de las previsiones se le unió, el pasado año, la quiebra del touroperador Thomas Cook
Aquel primer año, con esas subvenciones, el aeropuerto tuvo 56.741 pasajeros. Al siguiente, en 2011, registró la peor cifra de pasajeros (27.735). Y esa fue ya la constante hasta 2017. “La baja actividad de la infraestructura pone en evidencia que no ha habido un modelo de gestión —mantiene Gavín—. Entonces analizamos las fortalezas del aeropuerto y sus potencialidades. Descubrimos que Alguaire podría convertirse en un aeropuerto nicho donde convivan y se complementen diferentes actividades aeronáuticas y no solo la de pasajeros y tour operadores. Es entonces donde surge la idea de convertirlo en un aeropuerto industrial”.
Dentro del concepto de aeropuerto nicho se intentó captar tour operadores, entre ellos Thomas Cook. “Cuando el pasado invierno quebró Thomas Cook ya habíamos diversificado el negocio. Afortunadamente, no nos aportaba un exceso de valor añadido porque una buena parte del pasaje se iba a esquiar a Andorra”, se justifica Gavín.
El secretario de infraestructuras asegura que hoy hay 28 empresas trabajando de uno u otro modo en el aeropuerto con un centenar de trabajos directos y 250 indirectos. “Ahora solo nos interesan los touroperadores si el destino del pasaje es Lleida. Ya no pretendemos que vengan pasajeros, lo que queremos es que vengan empresas”, sostiene Gavín.
Entrar hoy en el aeropuerto de Lleida-Alguaire da la sensación de entrar en un espacio de coworking del negocio de la aviación instalado en mitad de la nada, en plena llanura de Lleida. La maldición que ha hecho mella sobre una década de aeropuerto también ha topado con algunas crisis que han acabado fortaleciendo a la instalación: La Generalitat obligó al Real Aeroclub de Lleida a trasladarse de Alfès a Alguaire.
La escuela de pilotos lituana BAA vio en esta zona de Lleida un lugar ideal donde formar a sus alumnos. De hecho, en los últimos meses ha instalado incluso un simulador de vuelo. La empresa Aeronpark-Servitec ha diseñado una plataforma al lado de su plataforma de vuelo donde aparcan aviones, se reciclan, se mantienen o se desguazan. La empresa ha visto cómo aumentaba su negocio gracias a que de octubre de 2018 a marzo de 2019 dos Boeing 737 Max recién estrenados sufrieron accidentes fatales y diversas autoridades aéreas mundiales ordenaron la suspensión de todos los vuelos.
Segundo hangar
Norwegian y Icelandair necesitaban un lugar donde aparcar estos aviones y Alguaire se convirtió en el destino. “A estos aviones hay que hacerles el mantenimiento para cuando las autoridades den el visto bueno y estén listos para volar”, asegura un responsable de una de las compañías instaladas.
El touroperador sueco Quality Travel acerca durante ocho domingos al año esquiadores a la Vall d’Aran. Además hay una empresa que desarrolla drones de grandes dimensiones destinados al transporte de paquetería y otra que estudia como despegar satélites. Este coworking es el aeropuerto industrial del que presume ahora la Generalitat. De hecho, el consejero de Territorio y Sostenibilidad, Damià Calvet, anunció el viernes la construcción de un segundo hangar en un aeropuerto sin apenas pasajeros.