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Juan Carlos I: “La democracia no cayó del cielo”

El rey emérito concede una entrevista a ‘Le Figaro’ como previa al lanzamiento de sus memorias en la que se desvincula del 23-F y asegura que se marchó a Abu Dabi para ayudar a Felipe VI

El rey emérito Juan Carlos I publicará la próxima semana sus Memorias, redactadas por la escritora Laurence Debray. Juan Carlos I d’Espagne. Réconciliation (editorial Stock) es uno de los lanzamientos editoriales más esperados del año y, posiblemente, también polémicos. En una entrevista concedida a Le Figaro desde su retiro de Abu Dabi, el monarca repasa su reinado. “La democracia no cayó del cielo”, se congratula hablando de su papel en la Transición. Es la primera vez que se escucha prolongadamente la voz del hombre que abdicó y se exilió voluntariamente después de un reguero de escándalos de corrupción. “Dudé en escribir este libro, pero poco a poco me di cuenta de que los hijos y nietos de mis amigos no tenían la menor idea sobre Franco ni sobre la transición democrática que siguió. Sin embargo, ¡los años setenta no están tan lejos! Pensé que era necesario ofrecer el testimonio directo de lo que viví durante 39 al servicio de mi país”.

El rey emérito acompasa en la entrevista los grandes temas de su reinado con sus propios recuerdos. Su padre, Santiago Carrillo, la relación con su hijo, también la que mantuvo con Franco. En la conversación con el periodista pistas sobre algunas respuestas que podrían contener sus memorias. El monarca no evita hablar de su autoimpuesto exilio, aunque no toca las causas originales. Los casos de corrupción, los vínculos con Corinna Larsen, el dinero en Suiza. “Lo hice para ayudar a mi hijo, busqué un lugar donde los periodistas de mi país no pudieran venir a encontrarme fácilmente”, explica al periódico francés. “La última vez que vino un periodista español, ¡las autoridades locales lo metieron en la cárcel! Tuve que intervenir para sacarlo”, confiesa. En la entrevista no habla de los casos de presunta corrupción que le empujaron al destierro.

El libro se publicará en Francia el próximo 5 de noviembre. El público español, sin embargo, tendrá que esperar unas semanas más para poder tener en sus manos Reconciliación, como se titula la obra de algo más de 500 páginas que editará aquí Planeta.

El capítulo más importante del libro, también quizá en la entrevista del rotativo francés, es el relato del fallido golpe de Estado en el 23-F y su presunta tibieza o ambigüedad en los días previos a su gestación. En su relación con el ejército, especialmente con el general Alfonso Armada. Relata Juan Carlos I a este respecto una cena en el Palacio del Elíseo, con motivo del ingreso de su gran amigo, el escritor peruano Mario Vargas Llosa, en la Academia Francesa en 2023. El presidente de la República, Emmanuel Macron, amigo de las emociones fuertes y apasionado de la historia de la Transición, invitó también al novelista Javier Cercas, autor del libro Anatomía de un instante, que relata las horas en las que España contuvo la respiración en el 23-F. El escritor sugiere en su obra cierta simpatía del rey hacia el golpe de los generales rebeldes, como si, en el último momento, hubiera querido volver al tiempo de la dictadura. Aquella cena, por voluntad de Macron, se convirtió en una especie de seminario, a ratos algo incómodo, sobre el famoso instante en el que solo tres personas permanecieron de pie ante los disparos de Tejero: el General Gutiérrez Mellado, el secretario general del Partido Comunista, Santiago Carrillo y el presidente del Gobierno, Adolfo Suárez.

“Le dije: ‘¿Cómo puedes creer que yo estaba en el complot?”, explica el Rey al periodista de Le Figaro.

Juan Carlos I, según el rotativo francés, describe con nitidez la mecánica de la traición de uno de sus amigos más cercanos, el general Armada. También el impacto que le produjo el suceso desencadenado en el Congreso de los Diputados. “No hubo un solo golpe, sino tres: el de Tejero, el de Armada y el de los políticos cercanos al franquismo. Alfonso Armada estuvo a mi lado durante 17 años. Le tenía mucho cariño, y me traicionó. Convenció a los generales de que hablaba en mi nombre”, asegura en al periodista francés.

El rey emérito también puede sorprender a algunos en la entrevista con el retrato ponderado y generoso que traza del dictador Francisco Franco, que tuteló su ascenso al poder y le colocó en la jefatura de Estado como una forma de prolongación de sus 40 años de gobierno. “¿Por qué mentir, si fue una persona que me hizo rey, y en realidad me hizo rey para crear un régimen más abierto?”, insiste cuando el periodista le hace notar que su relato podría escandalizar a los españoles.

Juan Carlos I, que sigue causando una cierta fascinación en determinados sectores conservadores de Francia, se refiere también a la impresión que sintió al encontrarse, a los 37 años, como monarca de su país: “Durante dos años tuve todos los poderes. El poder de indultar o de firmar la pena de muerte. No tuve que hacerlo, gracias a Dios, porque en aquella época, si hubiera dicho que no, los generales me habrían derrocado”.

El rey emérito, que confiesa su soledad, aislado de casi toda su familia, excepto de su nieto Froilán, sabe que sus memorias pueden ser polémicas, pero lo asume con cierta socarronería. “Seré atacado, necesitaré comprar un escudo”, bromea. Pero cree que sus memorias pueden servir también para exorcizar “nuestros demonios, que están regresando”.

Los problemas para Juan Carlos I, no está claro si aparecerán en el libro —en la entrevista apenas se menciona— comenzaron en el verano de 2018, cuando agentes de la Policía Judicial suiza enviados por el fiscal Yves Bertossa entraron a registrar la gestora de fondos del administrador de fortunas Arturo Fasana. En aquel registro, Bertossa halló dos fundaciones con cuentas en bancos suizos. La fundación de Liechtenstein Zagatka, de Álvaro de Orleans, primo lejano del rey emérito, que pagó vuelos privados de Juan Carlos I y de Corinna Larsen; y la fundación panameña Lucum, cuyo primer beneficiario era Juan Carlos I y el segundo Felipe VI.

Cuando se hizo pública esta noticia en marzo de 2020, el actual jefe del Estado anunció que renunciaba a la herencia de su padre y comunicó que un año antes Corinna Larsen había enviado una carta a La Zarzuela informándole de que el nombre del actual Rey aparecía junto a los de sus hermanas como beneficiarios de esa fundación. La Casa Real tomó la decisión de informar al Gobierno y acudir a un notario para rechazar cualquier dinero de estas cuentas.

La investigación suiza reveló que Arturo Fasana ingresó el 8 de agosto de 2008 en la cuenta de Lucum en la banca privada Mirabaud 100 millones de dólares (64,8 millones de euros al cambio de entonces) procedentes del Ministerio de Finanzas de Arabia Saudí. Cuatro años después, el dinero fue transferido por orden del entonces jefe del Estado a una cuenta en Nassau (Bahamas)del banco Gonet & Cie a nombre de la sociedad instrumental Solare, propiedad de Corinna Larsen. Bertossa embargó las cuentas de los sospechosos y abrió una causa secreta por blanqueo de capitales contra los implicados en la creación de la estructura y en la recepción del dinero.

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