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Los psiquiatras que trataron al acusado de matar al cura de Algeciras dudan de si lo movió más su radicalización o su enfermedad mental

El juicio en la Audiencia Nacional ha encarado una sesión clave con la intervención de los peritos y el turno del yihadista, que no ha declarado

El juicio por el asesinato del sacristán Diego Valencia, en Algeciras, la tarde del 25 de enero de 2023 ha afrontado este miércoles una sesión clave en la Sala de lo Penal 1 de la Audiencia Nacional, en la que se ha puesto de manifiesto la disparidad de ...

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El juicio por el asesinato del sacristán Diego Valencia, en Algeciras, la tarde del 25 de enero de 2023 ha afrontado este miércoles una sesión clave en la Sala de lo Penal 1 de la Audiencia Nacional, en la que se ha puesto de manifiesto la disparidad de los psiquiatras que trataron al presunto asesino, Yassine Kanjaa, para dirimir qué factor resultó más determinante para cometer el crimen: la radicalización del acusado o la enfermedad mental que le detectaron los forenses después.

Este miércoles estaba previsto que declarase Kanjaa, marroquí de 28 años, se ha acogido a su derecho de no hacerlo a preguntas de Afonso Guevara, presidente y ponente del tribunal. El acusado se enfrenta a una pena de hasta 50 años de prisión (25 por el asesinato de Valencia, 15 por el grave ataque a Rodríguez y 10 por la agresión a un joven de Marruecos), según la petición de la Fiscalía de la Audiencia Nacional. Pese a que los tres delitos —uno de asesinato y dos de tentativa—, tienen el agravante de terrorismo, el Ministerio Fiscal también recoge el atenuante de alteración psíquica muy cualificada.

Las pruebas que sostienen esa atenuante son las que se han dirimido durante la mayor parte de la mañana. La sesión ha comenzado con la declaración conjunta de todos los peritos que elaboraron los hasta cuatro informes psiquiátricos que aparecen en la causa. Los ocho especialistas presentes en la sala han coincidido en que, en el momento de los hechos, Kanjaa sufría “un posible episodio psicótico agudo, posiblemente esquizofrénico”, como han explicado los dos psiquiatras de la cárcel de Sevilla que lo siguieron durante dos meses. Donde ha surgido el debate entre los médicos —con diversas réplicas entre ellos, a preguntas de la Fiscalía y del abogado de la acusación particular— es hasta qué punto esa afectación mental fue el único condicionante o también lo fue el proceso de islamización radical que experimentaba.

“Es un caso muy complejo. Si decimos que la esquizofrenia lo cubre todo podemos equivocarnos (…). Al haber dos fenómenos [psicotización y radicalización] es difícil inferir cuál ha inducido más. Nuestra opinión es que los dos”, ha explicado el firmante de uno de los informes realizados a posteriori de la valoración de los sevillanos. Frente a ello, los peritos de la cárcel sevillana se han inclinado más en pensar que el asesinato lo cometió creyendo que “no era un delito, sino un deber moral”. “El paciente está en una realidad paralela, por eso no se arrepiente”, han añadido estos psiquiatras, que han referido cómo él se creía una figura mesiánica que sentía que el demonio le acechaba. Esa apreciación la han compartido otra experta de la cárcel de Huelva en la que está interno y la autora de otro informe, que ha defendido que tenía “completamente alterado” el esquema de la realidad.

Al rechazar declarar Kanjaa —ubicado en una cabina en el lateral de la sala—, la Fiscalía ha solicitado que se emitiese al tribunal la declaración que hizo el acusado el 30 de enero de 2023 ante el titular del Juzgado Central de Instrucción Número 6 de la Audiencia Nacional, apenas cinco días después del asesinato. En su intervención —visiblemente más delgado, tranquilo y con asistencia de un traductor— dejó claro que “quería matar y quitar de en medio a esa gente que le hacía daño con Satán”, a los que consideraba “enemigos del Islam”. El joven dijo que llevaba tres días en los que lo veía “todo negro” y pensó en suicidarse. Sin embargo, el día de los hechos actuó de forma no planificada. También manifestó que, tanto en el grave ataque al sacerdote Rodríguez de la Iglesia de San Isidro como el asesinato del sacristán Valencia, se movió bajo una misma idea que ha repetido en los dos relatos de las agresiones: “Quería matarle, cortarle la cabeza”.

En una declaración anterior, realizada el 28 de enero de 2023 y también incorporada a la causa, Kanjaa manifestó conocer Al-Qaeda y el Daesh, pero estar en contra de ambos movimientos porque “matan a musulmanes”. Igualmente dijo considerarse “un muyahidín por la causa del islam que actúa de manera independiente”. El análisis del terminal volcado del acusado —que solo pudo ser parcial por estar apagado— dio además con más material religioso y con una reveladora conversación en WhatsApp de Kanjaa con su madre. En ella, la progenitora le mostraba su preocupación por su radicalización y el joven le contestaba: ”Pronto voy a ser reconocido. Lo vais a ver en las noticias”.

Kanjaa llegó en patera a España presumiblemente en otoño de 2021, según explicó este pasado martes la policía que redactó el informe de la Comisaría General de Información. Traía tras de sí una estancia en prisión en Marruecos por conducir sin carnet. Estuvo fuera del radar policial hasta que en el verano de 2022 lo reseñaron por la calle y, al ver que no tenía papeles, tramitaron una orden de expulsión del país, que no se cumplió. Tal y como Kanjaa manifestó al poco de detenerlo y corroboraron sus compañeros de piso, el joven bebía y consumía drogas, hasta que apenas un mes antes de los ataques dejó de hacerlo y comenzó a practicar el islam.

Fue más o menos en ese entonces cuando Kanjaa comenzó a compartir masivamente material de contenido religioso en su perfil de Facebook, en una suerte de radicalización exprés y autodidacta. En el lapso que va del 7 al 25 de enero de 2023, el día de los ataques, el supuesto asesino compartió hasta 70 publicaciones. Algunos de esos enlaces estaban protagonizados por Khaled al-Rashed y Muhammad Hassan, considerados propagandistas radicales de la yihad y de tesis del Estado Islámico. “Ambos son en los que se apoyan las organizaciones terroristas para difundir su mensaje. Hacen vídeos alentando a la yihad y contra Occidente”, explicó la inspectora, que también puntualizó, a preguntas de la defensa del acusado, que el grueso del material compartido tan solo exhortaba a orar más y a seguir los preceptos del islam.

Con la tercera sesión de este miércoles, el juicio contra Kanjaa debería haber quedado listo para sentencia. Sin embargo, Guevara ha decidido alargar un día más las sesiones y que mañana los abogados puedan formular sus alegaciones. Además de la pena de 50 años de prisión y 270.000 euros de indemnizaciones que pide la Fiscalía, dos acusaciones populares —las ejercidas por Vox y el letrado Jorge Piedrafita, de la Asociación Defensa Integral Víctimas de Delito Especializada—, elevan la petición a prisión permanente revisable. Más allá de las partes habituales del proceso —defensa, Fiscalía y acusación particular, el caso ha concitado a un importante número de acusaciones populares. Además de las dos citadas, en el proceso también están personados abogados del Obispado de Cádiz, Abogados Cristianos, Dignidad y Justicia y la asociación 11-M, casi todas con un papel discreto durante el juicio.

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