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Los bomberos de Galicia claman contra la precariedad en las brigadas privadas tras las graves heridas de cinco trabajadores

Representantes de la plantilla denuncian la brecha entre el sistema público y las adjudicatarias en un modelo que inició Feijóo cuando presidía la Xunta

El reciente accidente donde cinco bomberos gallegos sufrieron graves quemaduras en un incendio en Barreiros (Lugo) ha indignado a los representantes de los trabajadores del sector, que denuncian las condiciones laborales de las unidades aéreas privatizadas donde trabajaban los heridos. Los brigadistas consultados insisten en que esos equi...

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El reciente accidente donde cinco bomberos gallegos sufrieron graves quemaduras en un incendio en Barreiros (Lugo) ha indignado a los representantes de los trabajadores del sector, que denuncian las condiciones laborales de las unidades aéreas privatizadas donde trabajaban los heridos. Los brigadistas consultados insisten en que esos equipos helitransportados padecen sueldos, formaciones o recursos mucho peores que los pertenecientes a la Xunta de Galicia. La comunidad tiene 12 retenes helitransportados, la mitad públicos y la mitad privados. El modelo se privatizó en 2012 cuando Alberto Núñez Feijóo presidía el Ejecutivo gallego. Esta precariedad, explican colectivos profesionales, acarrea que haya mucha más temporalidad en el ámbito privado a causa de los salarios bajos y contratos de campaña. La falta de experiencia, inciden, perjudica al desempeño en los fuegos y facilita que los accidentes “que siempre puede haber” ocurran con más gravedad o frecuencia. Los cinco heridos eran prácticamente novatos, según informan varios compañeros, y tienen entre 24 y 29 años.

Los hechos sucedieron en la tarde del domingo 14 de septiembre, cuando el grupo se quedó atrapado junto al río Rexa en una zona de difícil escapatoria y rodeado de llamas. Los afectados lograron ser rescatados y permanecen hospitalizados desde entonces con diversos porcentajes de quemaduras en su cuerpo e intoxicaciones por respirar humo. Se encuentran en estado grave pero no se teme por su vida. Fuentes cercanas a los heridos detallan que uno ha sufrido lesiones más graves y ha necesitado de un andador para ir recuperando la movilidad mientras que otros de sus compañeros sí han logrado reunirse en salas del hospital para hablar. Un bombero tragó tanto humo que necesitó un respirador durante varios días aunque se va recuperando. En lo emocional, agradecen que compañeros de toda España se hayan volcado con ellos, pero comentan que una vez pasado el “subidón” tras salvar su vida, notan cierto pesar por lo ocurrido.

Una vez los compañeros comienzan a recuperarse, los colectivos de bomberos están denunciando que unidades helitransportadas como las afectadas, en este caso de Castromaior (Lugo), actúan bajo condiciones profesionales que propician siniestros como este. Enrique Durán, del Sindicato Libre de Trabajadores Aéreos, recuerda que el gremio se encuentra en huelga en toda España también por sus mejorables condiciones laborales y que en Galicia se va avanzando porque hace unos años de las 12 helitransportadas eran solo tres las públicas y ahora se ha alcanzado la mitad. Este modelo comenzó en 2012 con Feijóo, hoy líder nacional del PP, al mando del territorio. “La gran diferencia es el tiempo de trabajo: las públicas están contratadas 12 meses y las privadas para la campaña de incendios, cuatro meses, algunas un poco más”, describe Durán, insistente en que “el sistema de prevención y extinción tiene que estar profesionalizado y no con temporalidad”, igual que “no se desmontan los centros de salud si hay campaña o no de gripe”. El sindicalista asume que el reciente accidente es inherente a la realidad del operativo y que “cada campaña es una experiencia, pero los trabajadores no pueden vivir de ello”, de modo que buscan enrolarse en las brigadas del Ministerio de Transición Ecológica o se dedican a otro oficio.

Un bombero que ahora trabaja para el ministerio y que anteriormente se desempeñó en las cuadrillas privadas gallegas relata varias claves de precariedad. “La principal premisa es que no se pueden hacer horas extra, si se hacen por una avería y hay que volver a las mil a base, no te lo pagan. Te tienes que retirar a la base esté como esté el incendio”, asegura esta fuente, quien añade que hay pruebas físicas para acceder a los puestos que, en caso de suspenderse, se falsean si necesitan refuerzos. “Es difícil coger experiencia, la mayoría del personal es novato, no puedo hablar mal de nadie pero es una realidad”, destaca, con mucha voluntad en los colegas pero a veces faltos de reflejos. Los técnicos de incendios forestales, a menudo ingenieros licenciados, trabajan fuera de campaña “como peones” pero en cuanto aprieta el calor se ponen al mando de los helicópteros sin haber sido capacitados para ello, prosigue el bombero. Los técnicos cobran unos 1.900 euros brutos, poco atractivos para la cualificación y el riesgo, de ahí esta falta de “mercado”; los peones de las helitransportadas se quedan en 1.200 o 1.300 “sin bonus ninguno”. “De un accidente nadie está libre pero cuanta más experiencia, más conocimiento”, zanja. Portavoces de la Consellería do Medio Rural de la Xunta defienden que la mayoría de su personal es público y “solo 112 profesionales de determinadas brigadas helitransportadas son subcontratas, aunque trabajan con el mismo material que el resto del servicio, con formación y preparación”. Fuentes consultadas del dispositivo niegan esta equiparación.

Un trabajador que pasó nueve años en las cuadrillas privadas y suma año y medio en lo público cree que “no hay color”: “En esta nos tratan como a una persona con derechos, las privadas vienen a ganar lo suyo y listos”. Antes ganaba unos 1.500 euros mensuales brutos y ahora unos 1.800 con vacaciones, festivos y domingos pagados y dos pagas extras. Otra liga. “En la pública la formación está bastante bien, la escuela gallega de seguridad da cursos específicos de primeros auxilios, informática, normativa, de incendios… bastante bien preparados e impartidos con personal del dispositivo. En la privada nunca tuve uno”, compara este gallego. “Con 25 años vives con tus padres y vas tirando, pero luego quieres otras cosas y te buscas la vida”, explica en cuanto a que la temporalidad y la precariedad lastran las opciones de progreso laboral. Un empleado actual del dispositivo privado, con tres años de experiencia, apostilla que el gremio cobra “solo 30 euros más al mes que el salario mínimo”.

Varios colegas consultados y él apuntan a la calidad “básica” del material, que supera lo exigido pero dista mucho de los recursos ofrecidos al retén público. Así recitan gafas, guantes o cascos de pobre nivel que acaban remplazando ellos de su bolsillo por otros más recios o técnicos, trajes muy sencillos sometidos a remiendos caseros de campaña en campaña o calzado roto que en vez de sustituirse acababa en el zapatero. “La gente dura poco y la formación es escasa, los cursos no son homologables”, añade este bombero, considerado profesionalmente como peón de silvicultura y caza para reducirles las atribuciones profesionales. Este cóctel propicia unidades inexpertas porque el veterano acaba buscándose otra cosa mejor pagada o de menor riesgo, sentencia. Imposible pedir días de asuntos propios o quejarse, de ahí que todos pidan anonimato, porque “al que habla se lo cargan, juegan con el miedo”.

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