Detenido el ‘ángel del infierno’ que trató con un agente antidroga de EE UU creyendo que era un narco

El fugitivo Michael M., reclamado por tráfico de drogas y asesinato, fue detenido poco después de salir de la sede madrileña de la banda motera

Detenido en Madrid un fugitivo perteneciente a los llamados 'Ángeles del Infierno' buscado por asesinato y narcotráfico.Policía Nacional / Guardia Civil

La huida de Michael M., neozelandés de 36 años reclamado por la justicia de Estados Unidos, terminó a las tres de la madrugada del sábado 22 de febrero en una salida de la autovía A-2 de Madrid. El fugitivo, buscado por asesinato y narcotráfico, tenía que haber estado sentado en el banquillo cuando se juzgó a uno de sus socios en Texas por negociar la compra de una partida de cocaína con quien creían que era un poderoso narcotraficante, pero que terminó siendo un agente encubierto de la DEA, la agencia antinarcóticos estadounidense. Tras su detención, en un operativo de Policía Nacional y Guar...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La huida de Michael M., neozelandés de 36 años reclamado por la justicia de Estados Unidos, terminó a las tres de la madrugada del sábado 22 de febrero en una salida de la autovía A-2 de Madrid. El fugitivo, buscado por asesinato y narcotráfico, tenía que haber estado sentado en el banquillo cuando se juzgó a uno de sus socios en Texas por negociar la compra de una partida de cocaína con quien creían que era un poderoso narcotraficante, pero que terminó siendo un agente encubierto de la DEA, la agencia antinarcóticos estadounidense. Tras su detención, en un operativo de Policía Nacional y Guardia Civil, se han iniciado los trámites judiciales para extraditarlo.

La historia del Michael M. está ligada a la banda motera Hells Angels Motor Club (HAMC) —Los Ángeles del Inferno, en español—. Fundada en 1948 en Estados Unidos, esta banda se fue extendiendo por todo el mundo a través de grupos locales, llamados capítulos. En algunos países está considerada una organización criminal, y con frecuencia aparece implicada en delitos de extorsión, tráfico de drogas o agresiones. El fugitivo pertenecía a Los Ángeles de Infierno de Auckland, la mayor ciudad de Nueva Zelanda, y había acumulado “peso” en la organización, valoran fuentes conocedoras del caso. Como ejemplo, destacan la entidad de los hechos por los que la justicia estadounidense le reclama: la compra de media tonelada de cocaína y otras drogas, como metanfetamina, para enviarlas a Nueva Zelanda; y el pago de 20.000 euros para matar a un miembro de una banda rival en 2020. Su socio, que ha sido condenado a 25 años de prisión en Estados Unidos dentro de esta misma causa, era un “miembro fundador” de los Ángeles del Infierno de Bucarest.

Cuando fue detenido, Michael M. había pasado cerca de ocho horas en una fiesta con sus compañeros del club motero madrileño. Salió del lugar por la noche, en un monovolumen, junto con otras seis personas. Tras la intervención policial, cerca de la salida de la autovía, todos quedaron tumbados en sobre el asfalto, muy cerca de un quitamiedos de la carretera, con las manos inmovilizadas en la espalda. El vídeo policial de su arresto apenas deja ver que llevaba el cabello muy corto y vestía una chaqueta con la calavera alada. “No nos consta que hubiera cambiado de aspecto”, explica una fuente conocedora de la investigación. Sí que usaba, como es habitual en los casos de los fugitivos, diferentes nombres y nacionalidades. Tenía consigo documentación falsa con su fotografía y dos identidades: una francesa y otra eslovaca.

Michael M. ya había sido detenido en Rumania junto a otro compatriota en noviembre de 2020, en una operación que investigaba la venta de la media tonelada de droga. En aquella investigación, dirigida por la agencia rumana contra el crimen organizado y el terrorismo (DIICOT), también participó la agencia antidroga DEA, que tenía al agente infiltrado. “El plan era comprar la droga en Rumanía con el objetivo de exportarla a Nueva Zelanda porque el precio se puede triplicar”, explican las fuentes consultadas. “Introducir droga en países de Oceanía resulta mucho más complejo, porque las únicas vías de entrada son aéreas o marítimas, y no se suelen intervenir grandes alijos de droga”, añaden. Tras ingresar en prisión, la justicia rumana comenzó a tramitar su extradición, pero sus abogados iniciaron varias acciones judiciales y recursos que dilataron el proceso. Entonces fue obteniendo permisos que le permitieron quedar en libertad, con algunas normas, como no salir de la ciudad, o del país, y que iba cumpliendo, hasta que terminó esfumándose, recoge la prensa rumana.

En los más de dos años que llevaba desaparecido, los cuerpos policiales estadounidenses no se habían olvidado de él, ya que lo consideraban un objetivo de “alto riesgo”. Los Marshalls, policías encargados de seguirle la pista a los fugitivos reclamados por EE UU, avisaron a los agentes de Guardia Civil y Policía Nacional de que existía la posibilidad de que Michael M. pudiera estar en España. Los agentes españoles se reunieron con los estadounidenses y tras obtener algunos “indicios”, para los que emplearon meses de trabajo policial, terminaron detectándolo con los Ángeles del Infierno de Madrid. El 22 de febrero, cuando salió de la sede, activaron un dispositivo de persecución que terminó dándole el alto en la autovía madrileña, ante el riesgo de perderlo.

El pasado 15 de enero, hace más de un mes, una jueza de la ciudad texana de Beaumont fijó una condena de 25 años de prisión para Marius L., de 51 años, “miembro fundador” de los Ángeles del Infierno en Bucarest, y considerado socio del fugitivo atrapado en España. En el relato del caso, construido por los documentos judiciales y las pruebas, se explica que Marius L. se asoció con su compañero motero de Nueva Zelanda para comprar más de 400 kilos de cocaína a una persona en Estados Unidos, que luego resultó que era un agente antinarcóticos. Como parte de las negociaciones, el condenado también pidió al agente encubierto que matara a dos miembros de un club rival en Rumania, y se ofreció a proporcionarles rifles, granadas o vehículos blindados. Los miembros de la organización enviaron casi un millón de euros a Estados Unidos, a través de transferencias bancarias y de Bitcoin, como pago por las drogas y los asesinatos, recoge un resumen de la decisión judicial. En tribunal consideró a Marius L. culpable de delitos de pertenencia a crimen organizado, tráfico de drogas y blanqueo de capitales. También destacaba que Michael M. estaba considerado coacusado por estos hechos, pero que se encontraba huido.

Sobre la firma

Más información

Archivado En