Condenado un hombre a 21 años de cárcel por matar y robar a su casera en León
El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ratifica una pena impuesta por asesinato y robo en 2020
El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCyL) ha ratificado la condena de 21 años y cuatro meses de cárcel a un hombre que asesinó a su casera en León en 2020. El caso llegó al tribunal autonómico tras recurrir el penado el pronunciamiento inicial de la Audiencia Provincial. La sentencia avala que el acusado apuñaló en múltiples ocasiones a la mujer que le arrendaba un piso en l...
El Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCyL) ha ratificado la condena de 21 años y cuatro meses de cárcel a un hombre que asesinó a su casera en León en 2020. El caso llegó al tribunal autonómico tras recurrir el penado el pronunciamiento inicial de la Audiencia Provincial. La sentencia avala que el acusado apuñaló en múltiples ocasiones a la mujer que le arrendaba un piso en la ciudad leonesa, a la que, además, le robó 3.000 euros. El autor del crimen trató de rebajar la condena —por asesinato con alevosía y ensañamiento y robo—, pero el dictamen judicial ha desestimado esa posibilidad. El condenado, en prisión provisional desde 2022, puede recurrir ante el Tribunal Supremo.
El pronunciamiento judicial considera probado que el 24 de agosto de 2020 el individuo, de 26 años entonces, se personó en la vivienda de la fallecida, de 65, que le alquilaba un piso justo debajo de donde ella residía, tal y como aseguran los jueces: “Mantenían una buena y cordial relación vecinal, habiendo estado el acusado alguna vez en el domicilio de esta”. En la tarde de aquel día, el acusado acudió a la vivienda de su arrendadora, consciente de que ella vivía sola . Entonces el sujeto y ella entraron en una habitación donde la mujer dormía y que utilizaba para “para guardar dinero en efectivo, documentos, otros objetos y enseres”. En ese momento, y de forma sorpresiva “con la intención de acabar con la vida” de la víctima, “sacó de su pantalón una navaja o arma blanca” y se la clavó en varias partes del cuerpo, causando heridas de resultado mortal. Una vez la mujer se desplomó, pero aún viva, el asesino “le asestó con la navaja o arma blanca 20 puñaladas”. El examen médico sobre el cadáver añadió que el acusado le clavó otras 32 puñaladas a la mujer cuando esta ya había muerto.
El inquilino, tras matar a su casera, “se dirigió al baño de la vivienda y (...) se lavó en el lavabo la sangre que tenía en las manos, secándose luego con una tolla”. La sentencia considera que “actuó de forma súbita e inopinada, haciéndolo de forma sorpresiva e impidiendo que esta pudiera defenderse o reaccionar o eludir el ataque” y que la “acorraló” en la habitación, sin margen para la defensa o huida de la víctima, “totalmente desprevenida de un eventual ataque por la relación de confianza que existía entre ellos”. Las múltiples puñaladas sobre el cuerpo significan, según los magistrados, que se hicieron “solo con la voluntad de aumentar intencionadamente la magnitud de su dolor y sufrimiento”. Cuando ya había muerto la mujer, el acusado “sustrajo la cantidad de 3.000 euros que esta tenía en la habitación del domicilio donde se produjeron los hechos”.
La sentencia dictaminó una condena de 21 años de cárcel por asesinato con alevosía y ensañamiento y otros cuatro meses por robo con violencia. Además, tendrá que pagar 3.000 euros a los dos hijos de la fallecida por el dinero robado además de otros 35.000 a cada uno por el asesinato y la misma cantidad a un hombre con el que la mujer mantenía una relación sentimental desde hacía varios años.