El primer colegio privado español de Marruecos topa con la Iglesia
La escuela, construida en terrenos de la catedral de Tánger, ve bloqueada su apertura por una disputa judicial entre la diócesis y el empresario que promueve el centro
La escuela Alhambra, el primer colegio privado de capital español en Marruecos, tenía listos los relucientes pupitres y las coloristas salas de juego para estrenar sus cursos de educación primaria e infantil este mismo mes. Más de 250 alumnos se habían preinscrito desde que en mayo pasado terminaron las obras de construcción, en terrenos anejos a la catedral de Tánger alquilados a la Iglesia católica. La demanda de enseñanza en castellano no deja de crecer en el país magre...
La escuela Alhambra, el primer colegio privado de capital español en Marruecos, tenía listos los relucientes pupitres y las coloristas salas de juego para estrenar sus cursos de educación primaria e infantil este mismo mes. Más de 250 alumnos se habían preinscrito desde que en mayo pasado terminaron las obras de construcción, en terrenos anejos a la catedral de Tánger alquilados a la Iglesia católica. La demanda de enseñanza en castellano no deja de crecer en el país magrebí, donde España cuenta con su mayor red educativa en el exterior: más de 5.000 alumnos y 350 profesores en una decena de centros públicos en los que son habituales las listas de espera para poder acceder.
El colegio Alhambra, sin embargo, sigue con sus flamantes aulas con capacidad para 300 alumnos clausuradas, en una peripecia que evoca el turbulento pasado de la que fue ciudad internacional del Estrecho. Tras alegar presuntas irregularidades, la diócesis ha solicitado la nulidad civil del contrato suscrito hace un año con el empresario de origen andaluz Rafael González Ceballos. El promotor del proyecto, que ha invertido más de un millón y medio de euros, ha denunciado a su vez en la vía penal, por estafa, al arzobispo de Tánger, el franciscano madrileño Emilio Rocha. Ninguna de las partes enfrentadas parece dispuesta a zanjar la disputa, a pesar de los intentos de mediación de las diplomacias española y vaticana.
En el centro escolar que rodea el ábside con grandes vidrieras de la catedral del Espíritu Santo todo huele a nuevo. “Ha sido un golpe inesperado y devastador”, confiesa durante un recorrido por las instalaciones del colegio González Ceballos, de 29 años, cuya familia lleva tres generaciones asentada en Marruecos. “Cuando todo estaba listo y a la espera del permiso de apertura, el arzobispo cambió de opinión después de haberme apoyado desde el principio. Hemos tenido que decirles a decenas de familias que busquen otro colegio para sus hijos y rescindir casi todos los contratos de profesores y empleados”, lamenta. González Ceballos asegura que mantiene aún a ocho personas en nómina, con un coste total de unos 12.000 euros al mes, y sigue consignado el pago de un alquiler mensual de 1.500 euros a la diócesis.
A escasos metros del colegio, en el caserón de la residencia episcopal, el arzobispo Rocha, de 66 años, recibe a EL PAÍS ataviado con el sobrio hábito franciscano. “Hemos demandado la nulidad del contrato”, sostiene su posición en el contencioso con el promotor del colegio Alhambra, reflejada en dos comunicados oficiales. “Hay graves vicios e irregularidades de fondo que, debido a la integridad moral que representa, [la Iglesia] no ha podido ignorar”, reza el texto difundido el 19 de agosto, en el que tacha de “acusaciones infundadas” las denuncias que ha presentado contra él en la vía penal González Ceballos por “estafa, extorsión e incumplimiento de contrato”.
Procedente del minúsculo convento extremeño de El Palancar, donde se dedicaba sobre todo a la vida contemplativa, el prelado franciscano recibió en 2022 una llamada del Vaticano que le llevó hasta Tánger, primero como administrador provisional de la sede, vacante desde 2019. En febrero del año pasado, el papa Francisco le confirmó como arzobispo de una demarcación eclesiástica que coincide con el territorio de Protectorado que España ejerció sobre el norte de Marruecos entre 1912 y 1956. La ciudad internacional de Tánger se incorporó finalmente al reino de Marruecos en 1960.
El proyecto de la escuela Alhambra parecía avanzar con viento favorable en el complejo mundo de la Administración marroquí. La iniciativa surgió en mayo de 2022. Sin apenas donaciones y con continuas rebajas de los fondos aportados por el Vaticano, la Iglesia se veía estrangulada por falta de financiación. El Consejo Económico de la Archidiócesis acordó, “para poder proseguir la obra social”, alquilar terrenos de su propiedad con el fin de paliar las necesidades económicas de Cáritas, el Centro Cultural Lerchundi (enseñanza de idiomas), una escuela para sordomudos, guarderías o un centro de acogida a niños de la calle, entre otros servicios sociales.
En septiembre de 2022, Rocha y González Ceballos firmaron un precontrato, que un año después recibió luz verde del departamento de urbanismo municipal. “Hicimos un gran esfuerzo para construir las instalaciones escolares en poco más de seis meses, para poder empezar las clases en el curso 2024-2005″, refiere el empresario español. “Pero el pasado mes de mayo todo se torció”.
El arzobispo Rocha tuvo que ser intervenido en España para colocarle una prótesis de cadera. En su ausencia, González Ceballos le informó por un mensaje de que Tánger no iba conceder permiso de apertura para el colegio mientras no se adecentara el muro exterior. El prelado designó entonces una comisión formada por dos párrocos y la directora del Centro Cultural Lerchundi para que le representaran. “El arzobispo percibió algún tipo de irregularidad”, según reza un comunicado de la archidiócesis. Y reclamó que las autoridades provinciales le comunicasen por escrito las nuevas exigencias. En su nombre, la comisión decidió consultar a un letrado que dictaminó que el contrato de alquiler con el colegio Alhambra era “nulo y viciado en fondo y forma”. Además, Rocha decidió apartar de su cargo al ecónomo (administrador económico) de la archidiócesis, Miguel Ruiz, al sentirse “defraudado en la confianza depositada en él”. Ruiz ha presentado una demanda por acoso laboral y despido improcedente contra el arzobispo ante la justicia española.
“¿Cómo hemos llegado a esto?”, se pregunta en voz alta el franciscano madrileño en la residencia episcopal. “De una manera no deseada, seguramente, pero lo que no podemos permitir es presiones de personas importantes, de autoridades públicas, de personas significativas de la comunidad española en la ciudad”, resume el arzobispo, aludiendo a “intervenciones más o menos veladas para evitar el juicio del siglo” en Tánger entre un empresario y un prelado españoles en Marruecos. Un escándalo que ya ha sido aireado por la prensa marroquí. Personas cercanas al ecónomo Miguel Ruiz mencionan expresamente la intervención del Consulado Español en Tánger y de la Nunciatura de la Santa Sede en Rabat, incluyendo llamadas telefónicas y reuniones, para mediar en el contencioso.
“Los puentes entre las partes están muy deteriorados. Se han dicho cosas muy desagradables. Por eso estamos en la vía judicial”, insiste el franciscano. “A mí me ha venido a hablar mucha gente. No voy a decir quiénes son. He recibido llamadas y luego visitas de personas importantes”, se limita a replicar a la pregunta de si ha existido mediación diplomática del Consulado español o de la Nunciatura vaticana. “Pero hay valores en juego. No puedo hacer un nuevo contrato con esa misma parte, después de todo lo que hemos tenido entre nosotros”, concluye Rocha. “Es triste. Igual habrá que asumirlo [que he cometido un error y que tendrá un coste] al final, pero será por imperativo legal. No podemos estar jugando con intenciones ocultas, como ocurrió con el asunto de la exigencia de la valla de la catedral”.
“El arreglo del muro exterior lo plantea la wilaya [provincia] de Tánger para embellecer la fachada del colegio. No nos obligaron, solo lo sugirieron”, puntualiza González Ceballos, quien asegura que el coste del arreglo de la valla ascendía a unos 12.000 euros. “Propuse encargarme del pago; pero el obispo se negó alegando que nadie podía obligarle a hacerlo”, remacha en su descargo. ”Me parece un tema menor. La wilaya no ha vuelto a reclamar el arreglo. Parece que se trata un conflicto artificial buscado de forma intencionada para impedir la apertura del centro”, apostilla el empresario español.
Los cerca de 40 centros educativos franceses en Marruecos, públicos o privados, homologados por el Ministerio de Educación de Francia, imparten clase a más de 30.000 estudiantes, de los que unos dos tercios son marroquíes. España cuenta con tres centros en Tetuán, dos en Tánger y tres en las ciudades de Alhucemas, Larache y Nador, también en la zona del antiguo Protectorado, así como en la capital política del país, Rabat, y la económica, Casablanca, que suman solo una sexta parte del alumnado de los colegios y liceos galos, y que no pueden atender todas las demandas de matrícula.
Los anuncios de próxima apertura del colegio Alhambra siguen expuestos en español, árabe y francés en torno a la catedral del Espíritu Santo, donde ahora solo reside el arzobispo Rocha con otros cuatro frailes franciscanos. Está en pleno barrio de Iberia, en la Pequeña España de Tánger.