La tupida red que sostiene al negociador

El incremento de atrincherados bajo los efectos de las drogas hace que la Guardia Civil refuerce la formación de sus negociadores en este ámbito. El perfil del atrincherado es un hombre de 30 a 49 años y con antecedentes violentos, según un informe de la Guardia Civil

Vivienda en Santovenia (Valladolid) donde un hombre se atrincheró con un rehén tras matar a otro con un arma de fuego, el 1 de julio de 2022.Photogenic/Claudia Alba / Europa Press (Europa Press)

Disparos al aire, amenazas con volar el edificio con bombonas de butano o negativas a ser detenido. Todo lo que ocurre en torno a una persona que se niega a abrir una puerta genera una gran alarma, especialmente si quien se atrinchera amenaza con hacerse daño o lesionar a otras personas. En esta situación, se activa una situación de crisis en la que no cabe la improvisación, y en la que las fuerzas y cuerpos de seguridad deben trabajar en equipo. “Los negociadores no van solos a las actuaciones. Tienen una red de apoyo”, describe el capitán Daniel Arranz, de la Unidad Técnica de Policía Judici...

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Disparos al aire, amenazas con volar el edificio con bombonas de butano o negativas a ser detenido. Todo lo que ocurre en torno a una persona que se niega a abrir una puerta genera una gran alarma, especialmente si quien se atrinchera amenaza con hacerse daño o lesionar a otras personas. En esta situación, se activa una situación de crisis en la que no cabe la improvisación, y en la que las fuerzas y cuerpos de seguridad deben trabajar en equipo. “Los negociadores no van solos a las actuaciones. Tienen una red de apoyo”, describe el capitán Daniel Arranz, de la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil. Arranz, responsable de los cursos de formación de negociadores de este cuerpo policial, entre otros cometidos, conoce la función de primera mano. Desempeñó esta labor cuando estaba destinado en Las Palmas de Gran Canaria. Por esto incide en que, a pesar de los estereotipos que se ven en el cine, con la imagen de un negociador solo, megáfono en mano, hay mucha preparación detrás cada decisión que se adopta en estas circunstancias.

Es rara la semana en la que no trasciende un caso de atrincheramiento. El 2 de julio, la Guardia Civil detuvo a un hombre de 42 años en Cazorla (Jaén) que se había parapetado en su vivienda, desde la que estaba lanzando tejas y botellas de vidrio, por lo que tuvieron que acordonar la zona. Antes había apuñalado a un agente de la Policía Local, durante una intervención pública. El 28 de junio, un hombre fue detenido en una vivienda de La Zubia (Granada), desde la que amenazó con hacer explotar el edificio. Desalojaron a los vecinos de forma preventiva y cortaron el suministro de gas. Antes había tenido un accidente con un coche y había protagonizado un incidente con los vecinos.

El caso más común al que se enfrenta la Guardia Civil, que extiende su actuación en más del 80% del territorio nacional, es el de una persona que se encierra en su domicilio sin víctimas, según un estudio del instituto armado que analiza los casos en los que han intervenido desde 2015. El perfil medio es el de un hombre de 30 a 49 años, con antecedentes violentos e indicios de peligrosidad por posesión de armas de fuego. En un 87% de las ocasiones, los encierros se producen durante el día, entre las seis de la mañana y la medianoche.

Agentes de la Guardia Civil, cerca de la casa donde se atrincheró un hombre de 43 años y con problemas psiquiátricos en Fuentes de Ebro (Aragón), tras matar a su madre, en 2019. Javier Cebollada (EFE)

En los últimos años, la Guardia Civil ha percibido una especial incidencia de casos en los que el atrincherado había consumido algún tipo de sustancia ―el 39% de las ocasiones se trataba de drogas u alcohol― y han incorporado a la formación de sus agentes una preparación especial para saber cómo actuar en cada caso. No es lo mismo hablar con una persona que ha tomado cocaína, que puede tener un tono exaltado, a un consumidor de heroína, que puede sentirse adormilado o más tranquilo. Con esta situación tuvieron que enfrentarse cuando un hombre se atrincheró con un rehén en Santovenia de Pisuerga (Valladolid) el 30 de junio de 2022. Ya había matado a un vecino con un arma de fuego y durante la intervención, en la que el atrincherado reclamó desde heroína, hasta un coche o dinero para darse a la fuga, hirió gravemente a uno de los guardias civiles que intervenían en la operación. El agente, de 50 años y que llevaba más de dos décadas participando en las misiones más arriesgadas, falleció días después.

No cualquier miembro del cuerpo es apto para ser negociador. El aspirante ha de demostrar capacidad de resistencia, adaptabilidad, trabajo en equipo y habilidades de comunicación y autocontrol entre otras cualidades, explica una experta en comportamiento criminal de la Guardia Civil. El curso que reciben los candidatos que pasan el filtro incluye clases teóricas de los especialistas de este cuerpo policial y numerosas prácticas para poner a prueba sus habilidades.

Casi todos los guardias que desempeñan el rol de negociadores están destinados a labores de Policía Judicial, aquellos que auxilian a los jueces en las investigaciones. En la mayoría de los avisos ―un 87% de los casos― intervienen agentes de las comandancias provinciales, pero si se trata de un caso de especial gravedad, como una toma de rehenes, un secuestro de un banco o un avión, se moviliza a otros agentes de grupos con mayor especialización. En la mitad de las intervenciones la negociación funciona y acaba con la rendición voluntaria. En un 31% se llega a una solución combinada, en la que hay negociación e intervención policial. Mientras que el 14% restante termina con la actuación policial.

Emociones a flor de piel

Nada más producirse el encierro, en la mitad de los casos, el primer contacto lo hace el primer agente que llega al lugar, normalmente en una patrulla de seguridad ciudadana. Con esa información, el centro operativo de servicios (COS 062) de la Guardia Civil decide qué tipo de actuación desplegar, y deciden si activan a los negociadores u otros apoyos como servicios médicos, psicológicos o Unidades de Intervención. “Lo primero es contener el lugar, asegurar el incidente”, explica Arranz. El negociador, en el caso de que sea movilizado, debe colocarse “lo suficientemente cerca para tener contacto y lo suficientemente lejos para tener seguridad”, añade. La comunicación con el atrincherado suele ser por teléfono. Pero cuando llega al lugar, ya suele tener información sobre sus circunstancias. Detrás hay un equipo que presta asesoramiento psicológico, médico o que recopila información con su entorno para que el negociador tenga el mayor número de elementos para dirigirse a la persona encerrada.

Las emociones del atrincherado están a flor de piel en estas situaciones. Un 72% de las personas que se encerraron sufría una crisis emocional, bien por una ruptura de pareja, la pérdida de un trabajo o de un familiar. Si la persona que se ha encerrado tiene un problema mental, algo que ocurre en cerca del 60% de estas situaciones, se añade una especial dificultad, debido a que su reacción puede ser muy difícil de prever y la dificultad para establecer una comunicación efectiva. “El negociador habla con la persona para ayudarle a entender el problema y ver cómo se le puede ayudar, también para hacerle reflexionar”, explica el mando de la Guardia Civil. En un 17% de los casos estudiados, los atrincherados buscaban conseguir algo a cambio, como puede ser un atraco a una entidad bancaria o un secuestro.

El tiempo puede ser enemigo y aliado de los agentes. Corre en su contra mientras no tienen a los agentes especializados en el lugar y puede jugar a favor una vez que comienza la negociación. El factor sorpresa debe utilizarse con precaución y dentro de una estrategia meditada, incide Arranz. “La negociación no puede basarse en la improvisación, es importante realizar una planificación en todo momento”, insiste.

Los casos que mayor relevancia alcanzan son aquellos en los que hay fallecidos o heridos, aunque representen un porcentaje menor. En el 89% de las ocasiones no hay víctimas mortales y un 74% se resuelve sin heridos, según el trabajo de la Guardia Civil.


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