La batalla contra la ultraderecha calienta el debate con todos los candidatos en EL PAÍS y la SER
El PP intenta llevar el cruce a la política nacional y Puigdemont, mientras el PSOE, Sumar y Podemos se lanzan contra Vox y hablan de “fascismo y racismo” por su rechazo a la inmigración
Cada día parece más evidente que las elecciones europeas pueden ser unas elecciones mucho más importantes de lo que se esperaba. Y esa tensión, esa sensación de que la partida que se juega este domingo es de alto calado, para Europa y para España, ha llevado al primer debate con todos los candidatos en campaña, organizado por EL PAÍS y la Cadena SER, haya sido también mucho más intenso de lo esper...
Cada día parece más evidente que las elecciones europeas pueden ser unas elecciones mucho más importantes de lo que se esperaba. Y esa tensión, esa sensación de que la partida que se juega este domingo es de alto calado, para Europa y para España, ha llevado al primer debate con todos los candidatos en campaña, organizado por EL PAÍS y la Cadena SER, haya sido también mucho más intenso de lo esperado, sobre todo al llegar al asunto central de la discusión de las elecciones: los valores europeos y el riesgo de que un gran crecimiento de la extrema derecha lo ponga en cuestión. Mientras la candidata del PP, Dolors Montserrat, intentaba llevar el debate a la política nacional y desde su primera frase sacó a Carles Puigdemont para acusar al PSOE de entregar la gobernabilidad a un prófugo de la justicia, tanto Teresa Ribera (PSOE) como Estrella Galán (Sumar) como Irene Montero (Podemos) se centraron sobre todo en el gran riesgo de que la ultraderecha entre en el corazón del poder europeo y chocaron de forma directa con Jorge Buxadé (Vox), al que llegaron a llamar abiertamente “fascista” y “racista” cuando vinculó la inmigración con la delincuencia, con la inseguridad, con las violaciones de mujeres.
Fue el momento más tenso del debate, que mostró un bloque de izquierdas unido en esta cuestión del freno a la ultraderecha. En otros asuntos, las tres candidatas progresistas sí marcaron diferencias, aunque no hubo ningún choque duro entre ellas. Más tensa parecía la cuestión entre el PP y Vox, que en algún momento sí confrontaron abiertamente cuando Buxadé ha acusado a Montserrat de votar casi siempre con los socialistas europeos. “Yo no me equivoco de enemigos”, le ha espetado el candidato de Vox a la del PP, reclamándole así más unidad entre la derecha y la ultraderecha. Mientras, el candidato de Ciudadanos, Jordi Cañas, intentaba en todo momento llevar el debate a cuestiones europeas, hasta el punto de que en varias ocasiones le recordó a la candidata del PP, que volvía a la política nacional, que lo que se vota el domingo no es si Pedro Sánchez sigue en La Moncloa o llega Alberto Núñez Feijóo, sino los eurodiputados que marcarán las políticas europeas de los próximos cinco años. “¡Pero que no son elecciones generales, que son europeas, señora Montserrat!”, se desgañitaba Cañas. “Esto no va de Sánchez o Feijóo, ni de Begoña Gómez o de Hamás. Esto va de una legislatura europea que puede cambiar la vida de todos nosotros”, insistía.
Ribera planteó desde el primer momento el marco en el que el PSOE ha colocado esta campaña, que en realidad es la gran discusión en toda Europa: qué peso tendrá la ultraderecha en alianza con la derecha tradicional en el próximo reparto de poder europeo. La candidata socialista sostiene que si tiene mucha fuerza y se alía con la derecha clásica, habrá un giro total en las políticas europeas y se pasará de los fondos de recuperación, que para España han supuesto 140.000 millones de euros y una política de solidaridad entre europeos y de mutualización de la deuda —todos los países se endeudan conjuntamente, algo que nunca había pasado en la UE— a una política de nuevo de recortes, como la de la época de la austeridad, y de “más muros” contra la inmigración.
También Galán, de Sumar, colocó desde el primer momento el foco en la ultraderecha, aunque ella además aprovechó para pedir fuerza para su grupo para poder tirar hacia la izquierda a los socialistas y evitar por ejemplo un acuerdo como el pacto de migración europeo, muy criticado desde este partido. “No podemos hablar con un grupo político que se va a hacer fotos con un genocida”, arrancó Galán al recordar la foto de Santiago Abascal con Benjamín Netanyahu. “Buxadé representa la internacional del odio. Su única propuesta es odio, a los inmigrantes, a las personas LGTBI, a las mujeres, a las feministas. Además, odian pagar impuestos, porque son profundamente insolidarios”.
Irene Montero, de Podemos, que fue durante un rato el foco de los ataques del bloque de derecha por la ley del solo sí es sí, que le reprocharon con dureza mientras ella evitaba entrar a ese debate, centró buena parte de sus intervenciones en la guerra en Gaza y en Ucrania. Para Montero, en este momento “Europa es una sucursal de guerra de EE UU”, y además cree que “este consenso belicista va a traer austeridad y recortes. Porque lo que se gasta en armamento no se gasta en hospitales”. Esta cuestión llevó a algunos cruces fuertes con Cañas, de Ciudadanos, que sostuvo que la izquierda europea defiende un “pensamiento Disney” y habla de paz pero al final, “la mejor manera de enfrentarse a un tanque ruso para evitar que invada Europa es tener dos tanques. Porque si no, tú puedes pedirle a Putin que haga la paz, pero el tanque te arrollaría”. “No podemos decirle a la gente que para poder comer y estar tranquila necesita más armas. La escalada bélica nos puede llevar a un enfrentamiento directo de potencias nucleares en suelo europeo”, le lanzó Montero, que insistía, como Galán y Ribera, en que la clave es parar a la ultraderecha en Europa. “Vox no es antisistema, sois antipersonas. La paz y el antifascismo fundaron Europa”, remató.
Montserrat, por el contrario, seguía muy centrada en cuestiones españolas, y exigía a Ribera que aclare si después de las europeas el Gobierno volverá a subir el IVA de los alimentos. Pero sobre todo ponía el foco en lo que, según los estrategas del PP, desgasta al PSOE, esto es, sus pactos con Puigdemont. Poco antes de empezar el debate, en una entrevista en Antena 3, Alberto Núñez Feijóo había abierto la puerta a intentar una moción de censura tras las europeas que solo podría tener éxito con los votos de Junts ―el PNV siempre ha descartado apoyarla―, precisamente el partido que Montserrat denostaba como socio de la investidura de Sánchez. “¿Se imaginan al canciller socialista alemán entregando la gobernabilidad a un prófugo de la justicia? ¿A que no? Ustedes hablan de ultras. Pero no hay nada más extremo que entregar la gobernabilidad al Le Pen español, con vínculos con Putin”, clamaba Montserrat.
La candidata del PP buscaba una posición intermedia, y desmarcarse de Vox, aunque nunca llegó atacarlo directamente. Pero Buxadé, con su tono bronco, tanto que llegó a llamar “perros de presa de Sánchez” a las tres candidatas progresistas, se llevaba todo el foco y la indignación de las tres representantes del bloque de la izquierda. “Es muy grave lo que está pasando en nuestras calles con la inmigración ilegal. Hasta ahora no habíamos visto machetazos, ni ataques a bebés con cuchillos, ni inseguridad en los parques donde juegan nuestros niños. Nosotros vamos a defender las fronteras y a premiar a los Estados que defiendan las fronteras”, clamó Buxadé. Galán se lanzó directa: “solo deseo que un día usted no tenga que huir de una guerra, del hambre, y se encuentre delante con gente como usted. La mayor amenaza a la que se enfrenta Europa es el avance del fascismo que usted representa”.
El debate fue subiendo de tono, y sobre todo mostró que todos los partidos son plenamente conscientes de que estas elecciones pueden tener muchas más consecuencias de las previstas en un principio. Quedan cinco días de campaña y todos saben ya lo que se juegan. Por eso fueron con todo en el primer gran debate con todos los candidatos. Ahora solo queda saber si consiguen contagiar esa sensación a los votantes y movilizarles para unos comicios en los que se espera una alta abstención.