Los guardias civiles que sobrevivieron al ataque de la narcolancha: “La barca en la que íbamos no estaba preparada”

Las declaraciones ante la jueza de los cuatro agentes que iban con los dos fallecidos en Barbate ponen de manifiesto la inferioridad de medios con el que se enfrentaron a la embarcación que los embistió

Fotograma del vídeo grabado por uno de los guardias civiles antes de ser embestidos por la narcolancha la noche del 9 de febrero en el puerto de Barbate (Cádiz).

Las declaraciones ante la jueza María Eulalia Chanfreut, el pasado 10 de mayo, de los cuatro guardias civiles que sobrevivieron en febrero al ataque de la narcolancha en el puerto de Barbate (Cádiz) que costó la vida a los agentes Miguel Ángel González y David Pérez no han aportado datos relevantes sobre la presunta autoría del doble crimen, pero sí han puesto de manifiesto la inferioridad de med...

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Las declaraciones ante la jueza María Eulalia Chanfreut, el pasado 10 de mayo, de los cuatro guardias civiles que sobrevivieron en febrero al ataque de la narcolancha en el puerto de Barbate (Cádiz) que costó la vida a los agentes Miguel Ángel González y David Pérez no han aportado datos relevantes sobre la presunta autoría del doble crimen, pero sí han puesto de manifiesto la inferioridad de medios con la que hicieron frente aquel día a los delincuentes. “La barca en la que íbamos no estaba preparado para ese cometido de ninguna de las maneras”, señaló uno de los guardias civiles. Uno de sus compañeros aseguró que oyó cómo el sargento que les envió comentó a dos de sus superiores que “con el tipo de embarcación tan pequeña” con la que iban a echarse al agua en el puerto, una narcolancha “podía pasar por encima”. Un tercero incidió en la diferencia de tamaño entre las narcolanchas y la patrullera. “Había embarcaciones de 14 metros y la mía tenía cinco”, afirmó, según se recoge en los vídeos de las declaraciones a los que ha tenido acceso EL PAÍS.

Cuando los abogados de las acusaciones intentaron ahondar en los medios materiales con los que contaron los agentes aquel día, la jueza Chanfreut impidió en varias ocasiones que siguieran haciendo preguntas al considerar que no iban dirigidas a aclarar el objeto de la investigación, el asesinato de los agentes, sino otras cuestiones. “No la veo procedente. Le he dejado al principio, pero ya creo que es suficiente”, manifestó la instructora, interrumpiendo a uno de los letrados. Las dos asociaciones profesionales mayoritarias entre los agentes, la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC) y Justicia para la Guardia Civil (Jucil), personadas en la causa como acusación, han presentado sendas denuncias contra altos mandos del instituto armado por haber mandado a los seis agentes a enfrentarse a las narcolanchas que se habían refugiado aquella noche en el puerto de Barbate con medios, en su opinión, claramente insuficientes. El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 1 de la localidad gaditana ya ha abierto diligencias de investigación por una de estas denuncias.

La comparecencia de los cuatro guardias civiles en el juzgado se produjo justo tres meses después del suceso que costó la vida a sus dos compañeros y cuando aún sufrían las secuelas físicas y psicológicas por ello. De hecho, antes de iniciar la toma de declaración, la jueza pidió a la Fiscalía y a los abogados de las defensas y las acusaciones que las cuestiones que plantearan a los agentes “fueran lo más breve posible” para que el acto no tuviera una duración excesiva que pudiera “causar un mayor daño, un mayor perjuicio” a las víctimas. Fue la propia jueza la que comenzó los interrogatorios con cuestiones enfocadas a lograr nuevos datos que sirvan para identificar a los autores de los hechos, aún en paradero desconocido tras el informe de la Guardia Civil que exonera del crimen a los seis primeros detenidos. “¿Usted pudo ver a la embarcación que colisiona con la patrullera?”, planteó al primer agente que declaró, miembro del Grupo de Acción Rápida (GAR). “La verdad eran todas más o menos del mismo tamaño, oscuras, y no les sabría describir ninguna particularidad”, respondió el guardia civil. Sobre si vio el número de tripulantes que iban en la lancha que les atacó, el agente respondió: “En las embarcaciones que estaban por ahí alrededor yo creo que todas tenían mínimo unas tres personas”.

Sin embargo, cuando los abogados de las acusaciones iniciaron su turno de preguntas, el testimonio del agente giró hacia las condiciones y medios con las que acudieron a intentar interceptar a las seis narcolanchas. Entonces, el agente aseguró que “nunca estuvo claro” cuál era su cometido. “Se nos dice que nos pongamos un neopreno [traje para actividades acuáticas] [...] Y una vez en el coche [uno de sus superiores] nos hace entrega de dos cascos para protección de la cabeza, y nos indica que hagamos lo que podamos”, señala en su testimonio en el que también lamentó que “la única protección” que tenían eran sus pistolas. “Ni siquiera pudimos ir con arma larga [subfusiles]”. Cuando le preguntaron si la zódiac en la que se echaron al agua estaba preparada para hacer frente a las narcolanchas, el agente respondió: “Nosotros [los agentes del GAR, especializados en actividades antiterroristas] tampoco estamos preparados en ese tipo de operaciones anfibias dentro de una embarcación, y, por supuesto, que esa embarcación tan pequeña y de esas características no era la correcta para hacer ese tipo de cometido”.

El segundo agente que declaró, que era el que portaba en su casco la Go-Pro (cámara resistente al agua que grabó las imágenes que están resultando clave en la investigación), incidió en el mismo sentido. Al describir cuándo y de quién recibió las órdenes para acudir al puerto de Barbate, el agente señala que el suboficial al mando de su Grupo de Especialistas en Actividades Subacuáticas (GEAS) recibió instrucciones por teléfono de un teniente coronel: “Yo escucho lo que le dijo el sargento [al otro mando], que con el tipo de embarcación tan pequeña que tenemos nosotros que nos podía pasar por encima [una narcolancha], palabras textuales”. El guardia civil detalló que el suboficial reiteró sus dudas a un coronel de la Comandancia de Cádiz con el que habló después: “Y el coronel le dijo que no, que eso cómo iba a pasar, que [las narcolanchas] se iban a ir [del puerto]”. El agente consideró que hubo “una insistencia clara” por parte de los mandos para que actuaran cómo lo hicieron.

El tercer superviviente detalló que la misión de los seis guardias civiles que se subieron a la patrullera era detener a los ocupantes de las narcolanchas. “Se estaba cometiendo allí [en el puerto de Barbate] un delito de narcotráfico”, explicó, por lo que su objetivo era “acercarnos a las embarcaciones y hacernos con el gobierno de alguna”, aunque admite que en realidad se hubieran conformado “con que salieran” del puerto. El cuarto agente en declarar también recalcó que la barca con la que acudieron no era la adecuada para la situación a la que se enfrentaban, aunque admitió que nada hubiera cambiado si hubieran ido en una más grande. “[Las narcolanchas] son embarcaciones enormes y están preparadas para eso, para cortar el agua. Su intención era arrollarnos y hubiera pasado con esa embarcación [en referencia a la zódiac] o con otra”, concluyó.

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