Las mafias del narcotráfico de los Balcanes ya mandan en Galicia
El poderoso clan que domina el negocio de la cocaína en Europa, envía los mayores alijos y busca en el narco gallego su principal activo, el transporte de cargamentos
Desde 2017, las mafias del Este de Europa (albaneses, serbios y croatas) son una amenaza global y un quebradero de cabeza para las unidades antidroga de países como España, punto estratégico para la llegada y distribución de cocaína en el mercado europeo. Si desde la década de los ochenta los traficantes colombianos tenían la exclusiva del negocio como dueños de la patente en la fabricación del alcaloide que producían en sus laboratorios y que enviaban al viejo continente a través de Galicia, el Clan de los Balcanes es ahora el paradigma del crimen organizado. Los últimos alijos consecutivos i...
Desde 2017, las mafias del Este de Europa (albaneses, serbios y croatas) son una amenaza global y un quebradero de cabeza para las unidades antidroga de países como España, punto estratégico para la llegada y distribución de cocaína en el mercado europeo. Si desde la década de los ochenta los traficantes colombianos tenían la exclusiva del negocio como dueños de la patente en la fabricación del alcaloide que producían en sus laboratorios y que enviaban al viejo continente a través de Galicia, el Clan de los Balcanes es ahora el paradigma del crimen organizado. Los últimos alijos consecutivos incautados en Algeciras, Valencia y A Coruña en apenas cuatro meses (más de 20 toneladas en contenedores), llevan el sello de estas poderosas y violentas mafias que compran la droga directamente a los productores latinoamericanos para multiplicar sus ganancias y se arriesgan a importar los mayores cargamentos que han llegado por el Atlántico.
En pocos años, el clan integrado por experimentados narcos que ya lideraban el tráfico de heroína en Europa ha llegado a relegar a las mafias colombianas como meros proveedores y pretenden hacerse con el control de mercados y territorios, forjando con ellos sólidas alianzas en la venta de droga y el blanqueo de dinero. En Galicia, el tradicional engranaje de las organizaciones locales con los cárteles colombianos se ha quebrado por los fuertes intereses económicos que ofrecen estos nuevos grupos que han cambiado completamente los métodos y la logística de las bandas clásicas que prácticamente han sido descabezadas. En el narco gallego buscan su principal activo, el transporte de cargamentos, y la tendencia la marcan ahora con el envío de contenedores, al igual que en el Levante y la Costa del Sol. Un tráfico inabarcable, pero, aun así, la Udyco de la Policía ha logrado un récord de aprehensiones: ocho toneladas la semana pasada en A Coruña, el mayor capturado en Galicia y el tercero de España desde agosto.
Aunque estas mafias están mostrando absoluta primacía en el envío de cocaína a través de los puertos de Valencia (el tercero con más incautaciones detrás del belga de Amberes y el holandés de Róterdam), Algeciras y Vigo, el tráfico marítimo de barcos, y ahora, semisumergibles, todavía está en manos de los traficantes colombianos, aunque en algunos barcos nodriza apresados han aparecido marineros de países del Este de Europa enrolados en estas tripulaciones, ya que también operan con redes del norte de África para el almacenaje y embarque de cargamentos, y con otras asentadas en Bélgica y los Países Bajos que se encargan de su distribución.
Estos grupos de los Balcanes y sus incontables células han sabido aprovechar el hueco que dejaron las históricas bandas, y aunque Galicia sigue siendo un coladero de alijos, el nuevo narco de la costa oeste tiene un papel secundario como comisionista y casi anónimo en el actual esquema del mercado de la cocaína. El peso que ha perdido en el establishment del narcotráfico internacional al desaparecer los históricos jefes lo ha acaparado este poderoso cartel multiétnico cuya moneda de cambio es su potencial económico. “Esto le permite arriesgar al máximo en el envío de cargamentos porque la pérdida será mínima para el volumen de cargamentos que mueven, y si sale bien, multiplicarán al menos por cuatro los beneficios”, explica un mando policial tras la última aprehensión en Galicia.
‘Holding’ delictivo
Estas organizaciones emergentes y polifacéticas están en la cúspide del crimen organizado, y aunque carecen de especialización en el transporte de la droga cuentan con los lancheros gallegos para el traslado de la droga a Galicia y tienen sus propios representantes en Sudamérica para negociar la compra directa de la cocaína, tal y como lo hacían los históricos narcos gallegos. Su gran estrategia son las cadenas logísticas que utilizan para introducir la droga, que también sirven para traficar con ropa o armas, por ejemplo. Las apuestas, casinos, blanqueo, inmobiliarias, prostitución o la inmigración ilegal son otras de vertientes de incalculable holding delictivo, según informes de la Interpol.
Los cargamentos que se interceptan ahora son cada vez más voluminosos y la pureza de la cocaína más elevada, coincidiendo con una imparable producción por la oferta global desatada que ha llevado a cotas impensables el consumo mundial. El perfil del nuevo narco gallego lo marca su experiencia acumulada a través de tres generaciones y su especialidad como transportista y recepcionista de cargamentos, la fabricación de lanchas en astilleros propios. Incluso, las organizaciones se han atrevido a fabricar algún sumergible. Además, están al día en tecnologías de navegación y redes telefónicas encriptadas que hace imposible identificar las líneas y servidores por parte de la Policía.
Antes eran ellos los que fletaban directamente los alijos porque contaban con una infraestructura de barcos y planeadoras, mientras que ahora cobran en fardos su comisión. Del flete se encargan mayoritariamente los clanes albaneses desde que en el año 2000 aterrizaron en Latinoamérica, donde han extendido sus tentáculos por Colombia y México, los principales centros mundiales del narco, mientras sus células organizan constantes envíos a través de dos ciudades portuarias en el Pacífico: Guayaquil, en Ecuador; y, en menor medida, El Callao, en Perú. De ambos puertos proceden los contenedores de fruta o pescado contaminados con fardos de coca que han sido interceptados en España.