Por cada kilo de cocaína, uno de hachís: la rara práctica del narco disfrazado de guardia civil

El líder del clan de los Farruku, desarticulado este miércoles, se disfrazaba de agente para moverse libremente por España

Un detenido en la operación que ha desarticulado al 'clan Farruku', en una imagen difundida este viernes.GUARDIA CIVIL (GUARDIA CIVIL)

España era el centro de operaciones del clan Farruku, una organización internacional dirigida por un grupo de albaneses que intentó introducir en varios países europeos 10 toneladas de hachís y casi 10 de cocaína. La Operación Proper culminó este miércoles con la desarticulación de la trama, y la detención de 17 personas en Cádiz, Málaga, Madrid, Barcelona y Toledo y la citación de otras 20 como investigados. Más allá del en...

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España era el centro de operaciones del clan Farruku, una organización internacional dirigida por un grupo de albaneses que intentó introducir en varios países europeos 10 toneladas de hachís y casi 10 de cocaína. La Operación Proper culminó este miércoles con la desarticulación de la trama, y la detención de 17 personas en Cádiz, Málaga, Madrid, Barcelona y Toledo y la citación de otras 20 como investigados. Más allá del enorme volumen de droga que manejaba la trama, la investigación ha revelado que se servía de una práctica de intercambio de hachís por cocaína, atribuyendo el mismo valor a ambas mercancías, que la Guardia Civil califica como de poco habitual, y obrar un “negocio perfecto”, según señala el instituto armado. Entre los detenidos no se encuentra el líder de la banda, Kreshnik Budlla, alias Niko, que usaba múltiples identidades para burlar a las policías europeas y que en España usaba un uniforme de guardia civil para burlar su identificación.

Hace unos años era habitual que las grandes organizaciones, con implantación o red a ambos lados del Atlántico, intercambiaran hachís por cocaína a razón de dos kilos de hachís por uno de cocaína, pero ahora ese canje es de uno por uno. El proceso aprovecha el bajo coste en origen de cada droga (Sudamérica en el caso de la cocaína y África en el caso del hachís) y el alto coste que alcanzan en sus respectivos destinos (la cocaína en Europa y el hachís en Sudamérica). Así, la organización desarticulada disponía de 10.000 kilos de hachís, incautados en Portugal, que, en lugar de estar destinados para su distribución en el mercado, estaban pensados precisamente para canjearlos por cocaína procedente de Sudamérica.

Las actividades delictivas del clan Farruku, que se extendían del tráfico de cocaína hasta el robo en domicilios y los asesinatos por ajuste de cuentas, es conocido en España desde 2008. La investigación policial que ha derivado en las detenciones de esta semana comenzó en septiembre de 2021, cuando la Guardia Civil tuvo noticia de que un grupo de personas planeaba introducir en el puerto de Algeciras una gran cantidad de cocaína oculta en un contenedor. Cuatro meses después, las sospechas se confirmaron: los agentes hallaron en un cargamento procedente de Guayaquil (Ecuador) 1.741 pastillas de cocaína, ocultas entre cargas de merluza congelada. Las pesquisas llevaron a demostrar que los responsables del envío eran integrantes del grupo que ya investigaba el instituto armado desde unos meses antes, señala la Guardia Civil en un comunicado.

El progreso de la investigación permitió identificar y localizar a numerosos integrantes de la trama y qué función ejercían en todos los niveles de la organización, que según la Guardia Civil contaba con una gran capacidad operativa para introducir cantidades relevantes de cocaína en puertos europeos de España, Italia, Bélgica, Grecia, Portugal y Países Bajos. En el primer caso, contaban con el apoyo de varios ciudadanos españoles, empresarios o abogados, que les daban cobertura y colaboraban alquilando vehículos y naves donde ocultar las cargas. Además, crearon empresas para importar la mercancía legal en cuyos contenedores viajaba también la droga. Entre los detenidos se encuentra un letrado de Málaga, Juan Fernández, cuyo bufete en la ciudad fue registrado por el instituto armado.

En su mayor parte, los integrantes de la banda son ciudadanos albaneses, muchos parientes entre sí, que llevaban años viviendo en Madrid y la Costa del Sol y habían tendido una densa red de contactos con otras organizaciones criminales, como la mafia calabresa. Acreditaban numerosos antecedentes criminales, entre ellos por asesinatos, y estaban siendo buscados en varios países europeos.

Un narco vestido de Guardia Civil

Las pesquisas identificaron como líder de la banda a Kreshnik Budlla, alias Niko, que sigue huido de la justicia. Niko fue detenido por primera vez en 2019 en Madrid tras cursar Italia una orden de detención contra él. Para entonces, la policía española ya le había investigado por su posible relación con el grupo que en 2007 asaltó la casa del empresario José Luis Moreno y por la muerte a tiros, en 2008 en El Molar (Madrid), de Mendzici Nurarin, supuesto miembro de su organización. Sin embargo, finalmente nunca fue imputado por ninguno de estos hechos.

Los investigadores han comprobado que el líder de la trama se ha servido de más de diez identidades falsas para burlar la acción de los investigadores. Niko no usaba unos disfraces cualesquiera. En el registro de su domicilio en Madrid se ha intervenido una tarjeta y placa policial que usaba para hacerse pasar como inspector de policía en Albania, y con competencias de investigación dentro de la Unión Europea. Dentro de España, vestía con uniformes de la Guardia Civil para desplazarse en vehículo para burlar así su identificación y evitar ser detenido.

La macrooperación policial ha estado dirigida por el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga de la Comandancia de Algeciras, con apoyo de la Unidad de Seguridad Ciudadana y del Núcleo de Servicios. En el dispositivo han participado más de 250 agentes de diversas unidades de la Guardia Civil, coordinada con la Europol para las actuaciones en otros países europeos. La investigación sigue en marcha para analizar las finanzas, los patrimonios y las sociedades que crearon los líderes de la trama, con la sospecha de que las usaron para cometer delitos de blanqueo de capitales.

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