Crónica

El 28-M, una gran batalla en clave nacional

La economía será utilizada por los barones socialistas en la campaña de las elecciones municipales y autonómicas. El PSOE y el PP están a expensas de sus apoyos a izquierda y derecha

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en un acto de precampaña electoral celebrado este fin de semana en Valencia.Mònica Torres

La elección de los asuntos que los partidos van a utilizar en la campaña electoral que ya ha arrancado —con cuatro meses de adelanto— está sujeta a estrictos análisis demoscópicos: ninguno quiere arriesgarse a cometer errores, todos quieren tener claro cuáles son las preocupaciones de los ciudadanos. En las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo el influjo de la política nacional estará muy presente. Y no necesariamente la acción del Gobierno central perjudicará a los candidatos autonómicos y locales socialistas. La economía es un factor que tanto Pedro Sánchez como los presidente...

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La elección de los asuntos que los partidos van a utilizar en la campaña electoral que ya ha arrancado —con cuatro meses de adelanto— está sujeta a estrictos análisis demoscópicos: ninguno quiere arriesgarse a cometer errores, todos quieren tener claro cuáles son las preocupaciones de los ciudadanos. En las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo el influjo de la política nacional estará muy presente. Y no necesariamente la acción del Gobierno central perjudicará a los candidatos autonómicos y locales socialistas. La economía es un factor que tanto Pedro Sánchez como los presidentes regionales del PSOE —los de mayor, menor o ninguna cercanía al jefe del Gobierno— utilizarán frente al PP: cómo gobernar en la adversidad. Las subidas de impuestos a las grandes fortunas y empresas reciben el apoyo mayoritario de la sociedad, según el último barómetro de 40dB. para EL PAÍS y la SER. En el lado contrario de la balanza, el goteo de rebajas de penas a agresores sexuales por la aplicación de la ley de libertad sexual o del solo sí es sí se ha convertido en un mazazo que erosiona a los candidatos socialistas; de ahí la prisa que el Gobierno central quiere imprimir en la reforma de la ley.

No es posible medir con exactitud las motivaciones que los electores de las 12 comunidades autónomas (más Ceuta y Melilla) y 8.131 municipios en las que habrá comicios pondrán en su balanza cuando acudan a votar el 28 de mayo. Cuánto pesará la gestión de su presidente o de su alcalde y cuál será la influencia de la política nacional. El pasado verano, con el nuevo presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo recién llegado, los populares reflejaban un entusiasmo que les llevaba a no poner en duda el triunfo en las nueve comunidades autónomas que ahora gobierna el PSOE, además de augurar la victoria en Madrid y Murcia. Después vino cierto enfriamiento de la euforia. La esperanza de los populares se basa ahora en que una campaña sostenida, durísima y sin tregua contra el presidente del Gobierno —muy centrada en él, por lo que hace y por quiénes le acompañan: Unidas Podemos y los partidos nacionalistas e independentistas— arrastre a presidentes y alcaldes socialistas fuera de los gobiernos. La economía es uno de los argumentos que el PP se verá obligado a utilizar con cuidado. Las previsiones internacionales para España son halagüeñas.

La implantación de impuestos a las grandes fortunas para este ejercicio económico y la inminencia del pago de gravámenes de nuevo cuño a los bancos no parece que pueda ser utilizada por el PP como arma arrojadiza contra el Gobierno. En el estudio de 40dB. se pone de manifiesto la aceptación general de estas medidas tributarias. Es más, a una mayoría de encuestados le parece que el pago de impuestos de las rentas altas es adecuado o demasiado bajo. El Gobierno sabe que tiene margen de apoyo para su implantación sin menoscabo electoral, por lo que mantendrá el discurso sobre la conveniencia de que en tiempos de dificultad y necesidad los que más tienen “arrimen el hombro”.

La subida de las pensiones en un 8,5% pueden blandirla también todos los candidatos socialistas, así como la moratoria de seis meses sobre los alquileres, como medidas de escudo social ante las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania.

La economía será, por tanto, la gran bandera que los socialistas airearán, aunque no podrán obviar las dificultades con sus socios. En los tres días de discursos e imágenes potentes de unidad que el PP ha exhibido en Valencia, el triunfalismo ha sido desbordante. La aparición de los dos expresidentes del Gobierno del PP, José María Aznar y Mariano Rajoy, con abstracción de su pésima relación, es una señal inequívoca de apoyo a Feijóo y de confianza en que puede ser el próximo jefe de Gobierno. Pero ni el Ejecutivo central ni en la dirección del PSOE dan la batalla por perdida. Una amplia panoplia de iniciativas está aún por desplegarse en los próximos meses, sostienen los socialistas.

A la izquierda del PSOE, no está cerrada aún la fórmula de convivencia política y electoral del espacio político que lidera Yolanda Díaz (la plataforma Sumar) con Unidas Podemos. Sumar no concurre a los comicios, pero los candidatos socialistas están en máxima tensión, por lo que ocurra en ese espacio. No pierden de vista que el PP, en suma con Vox, puede sacarlos de las presidencias si ellos no tienen asideros a su izquierda.

La Comunidad Valenciana es la plaza más codiciada por el PP. Nunca se habrá dado una lucha electoral tan intensa; no solo en esa comunidad, sino en las otras nueve donde gobiernan los socialistas. A nivel nacional, el PP está cerca de los dos puntos por encima del partido gobernante, según el estudio de 40dB. El PP va a alcanzar el poder porque “es el partido que más se parece a España”, ha proclamado Feijóo en Valencia. El PSOE reparó enseguida en la sentencia: es, precisamente, uno de sus lemas desde hace más de treinta años.

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