Canarias cifra en unos 1.000 los migrantes muertos en el mar en lo que va de año y alerta de la precariedad de las embarcaciones

El ritmo de llegadas a las islas desciende, pero las travesías se hacen en condiciones cada vez peores, lo que provoca que crezca el número de fallecidos

Algunos de los 43 migrantes que llegaron a la costa del pueblo de Punta Mujeres, en el norte de Lanzarote, en una embarcación neumática el 4 de septiembre.Adriel Perdono (EFE)

La ruta migratoria canaria muta. Se frena el número de llegadas, pero resulta cada vez más letal. El Gobierno de Canarias calcula que la cifra de fallecidos y desaparecidos podría estar ya en torno a las 1.000 personas ya, según explica Txema Santana, asesor de la vicepresidencia del Gobierno canario, que avisa: “Todavía falta la época más dura del año”. Este número de muertes supone un empeoramiento de la situación en el África Occidental. La cifra casi iguala la registrada durante todo el año pasado, periodo en el qu...

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La ruta migratoria canaria muta. Se frena el número de llegadas, pero resulta cada vez más letal. El Gobierno de Canarias calcula que la cifra de fallecidos y desaparecidos podría estar ya en torno a las 1.000 personas ya, según explica Txema Santana, asesor de la vicepresidencia del Gobierno canario, que avisa: “Todavía falta la época más dura del año”. Este número de muertes supone un empeoramiento de la situación en el África Occidental. La cifra casi iguala la registrada durante todo el año pasado, periodo en el que perdieron la vida 1.109 personas en el intento de llegar a Canarias, según los datos que recopila Missing Migrants (migrantes desaparecidos), la agencia de Naciones Unidas dedicada a documentar las muertes y desapariciones de personas migrantes a destinos internacionales. Y eso, a pesar de que, según el Ministerio de Interior, el número de embarcaciones que arribaron a las costas canarias hasta el 31 de agosto ha retrocedido en un 3,3%.

El Gobierno de las islas muestra una “preocupación elevada” ante esta situación, según señaló el martes el portavoz del Ejecutivo y consejero de Administraciones Públicas y Seguridad, Julio Pérez. No en vano, las personas que se lanzan al mar lo hacen en condiciones cada vez más precarias.

En las travesías que se inician este año predominan las lanchas neumáticas —las pateras y los cayucos han desaparecido prácticamente de la ruta—, que resultan mucho más peligrosas. Estas barcas no solo no están preparadas para salir a alta mar y a menudo están recauchutadas, sino que, además, soportan un pasaje desmedido. No en vano, pese a que el número de embarcaciones ha caído, las personas llegadas ha crecido en un 14,9%.

Lo endeble de estas neumáticas hace que el grueso de embarcaciones se concentre en los últimos meses en los trayectos “cortos”, desde Marruecos y el norte del Sáhara a Lanzarote y Fuerteventura, islas que concentran ya más del 53% de las llegadas, según los cálculos de Cruz Roja recogidos por Efe. Estos datos confirman que el ritmo de llegadas ha registrado una notable disminución. Hasta marzo de 2022, las personas desembarcadas crecían del orden del 134% respecto a 2021, según los datos del Ministerio de Interior, tasa que contrasta con el 14,4% actual. “Hay un claro decrecimiento de la intensidad de llegadas”, recalca Santana. “Rabat vigila más, hostiga más, detiene más en tierra, sobre todo porque antes casi no hacía nada pese a los acuerdos existentes”. Pese a todo, han salido al menos unas 11.000 personas de Marruecos hacia España en lo que va de año, según Interior. “Pero sí ha habido un cambio de actitud”, afirma este responsable del Gobierno canario. Los esfuerzos marroquíes cuentan, a su vez, con financiación europea. Bruselas ultima un paquete de al menos 500 millones de euros con los que se cubrirán parte de los esfuerzos del Gobierno marroquí para contener la inmigración irregular. Este nuevo marco de financiación, que cubre el periodo 2021-2027, supera casi en un 50% los 343 millones del anterior.

Salidas

La mayor parte de salidas desde que se reactivó la ruta canaria en 2019 se producía desde Dajla (Sáhara Occidental), Mauritania o Senegal, lo que provocaba que Gran Canaria fuese la principal isla receptora de la inmigración irregular. Esta circunstancia, y la escasa preparación en la isla ante ese repunte, fue la que provocó hacinamientos como el que se vivió en el verano de 2020 en el muelle de Arguineguín (en el municipio de Mogán, al suroeste de la isla), donde se llegaron a hacinar al aire libre casi 2.000 personas. Ahora, las salidas notificadas a las autoridades españolas en los últimos meses proceden de una franja de costa que va desde Tan-Tan (Marruecos) hasta Bojador (Sáhara), sobre todo en el entorno de dos ciudades: El Aaiún y Tarfaya, las más próximas a Fuerteventura y Lanzarote (apenas unos 100 kilómetros en su franja más cercana), islas que las neumáticas pueden alcanzar en 24 o 36 horas, si no sufren percances.

Según los datos de Cruz Roja que recoge Efe, en 2020 ambas islas representaban juntas solo el 9,86% del tráfico; en 2021 subieron al 46,2%, ya por encima de Gran Canaria; y en este momento suman ya más de la mitad de las entradas (53,34%). El último episodio se produjo este martes, cuando Salvamento Marítimo rescató dos embarcaciones neumáticas que transportaban en total a 66 migrantes en aguas cercanas a las dos islas.

El Gobierno central puso en marcha un Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE) en Arrecife (Lanzarote) de 200 plazas para atender a los migrantes, el cual, junto a los traslados a territorio peninsular, está permitiendo que no se produzcan los colapsos que sí se produjeron en Gran Canaria en 2020. Esta circunstancia no ha evitado momentos puntuales de saturación, como la que se registró durante el mes de agosto, cuando arribaron a las islas, según Interior, 1.048 personas. Entre estas llegadas se produjo la de una embarcación en la que fallecieron una mujer y una niña de cuatro años.

Julio Pérez explicó en su comparecencia del martes que la mayor parte de los inmigrantes que llegan siguen siendo subsaharianos (sobre todo de Malí, Senegal y Costa de Marfil) y que el número de mujeres y menores es “significativo” (aproximadamente un 28%, según Santana). El portavoz augura que la inmigración procedente de África se mantendrá debido a la situación en el Sahel, e insiste en reclamar una respuesta de la UE al fenómeno migratorio. “Si realmente quieren desactivar las mafias y a los Estados que usan los fenómenos migratorios para lograr beneficios políticos”, completa en este sentido el asesor del Gobierno canario, “la Unión Europea ha de habitar vías legales seguras y accesibles para las personas”.

Desvío de la inmigración desde el norte de Marruecos hacia el sur

Marruecos guarda silencio oficial sobre los movimientos de inmigración irregular desde su costa atlántica en dirección a las islas Canarias, pero la prensa marroquí ha reproducido con detalle en los últimos días datos aireados en España por el Ministerio del Interior. Hasta agosto de este año, el desembarco de inmigrantes en pateras y cayucos ha aumentado un 15% respecto al mismo periodo de 2021, esto es, 1.400 ahora más sobre los algo 10.600 contabilizados entonces.

Los medios de comunicación consultados en Rabat destacan, no obstante, que la tendencia de incremento se ha frenado radicalmente, después de que el año pasado se disparara hasta un 115%. También, señalan, se ha observado la llegada de un menor número de embarcaciones. El vuelco coincide en el tiempo con el acercamiento diplomático entre Rabat y Madrid tras el giro del Gobierno español sobre su tradicional posición en pro del plan de autodeterminación de la ONU para el Sáhara Occidental, ahora expresada en favor de la propuesta de autonomía históricamente defendida por Marruecos.

“En tiempos recientes hemos constatado un desvío de la inmigración desde el norte de Marruecos hacia el sur. Las autoridades marroquíes han expulsado tanto a marroquíes como a subsaharianos hacia otras zonas”, precisa Jadiya Inani, responsable de migraciones de la ONG Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH). El año pasado se produjo un bum de llegadas tras el patrón por el estallido inicial de la pandemia, a lo que se ha añadido el problema, según la AMDH, de que muchos inmigrantes subsaharianos regularizados en Marruecos a partir de 2014 han perdido sus medios de vida y no han podido renovar los permisos de residencia.

“Por eso muchos de ellos se han decidido partir hacia las Canarias, a pesar de que se trata de una ruta mucho más peligrosa que la del Mediterráneo y de que solo cuentan con embarcaciones rudimentarias no aptas para navegar por el Atlántico”, advierte esta experta. Inani considera que el proceso de reconciliación entre Marruecos y España “ha devuelto a Rabat su papel de gendarme, como hemos visto en los enclaves de Ceuta y Melilla”.

La responsable de la ONG marroquí sostiene que los inmigrantes “saben bien que cuando se registra un nuevo acercamiento se produce un endurecimiento en los controles de fronteras, con muchas más dificultades para solicitar asilo en ambas orillas del Mediterráneo”. “Desgraciadamente, en la ruta de las Canarias se registran muchas más víctimas que en otras vías de inmigración clandestina”, reconoce.

A todas las tribulaciones que sufren en Marruecos quienes se embarcan con riesgo de su vida para afrontar un periplo de un centenar de kilómetros por el océano, se añade la falta de protección efectiva para el derecho de asilo. “El sistema no funciona”, denuncia Jadiya Inani. “No hay una legislación para regular el asilo y los medios que dedica la Administración son muy limitados. El Estado no reconoce tampoco los documentos otorgados por el ACNUR (la agencia de Naciones Unidas para los refugiados)”, concluye antes de advertir del peligro de que el creciente clima de desprotección de los migrantes “les fuerce cada vez más a intentar huir hacia Europa”.

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