Un año y medio para romper el desapego de la izquierda

El Gobierno confía en que la gestión social de la crisis les colocará en posición de romper la apatía de sus votantes

Pedro Sánchez, este sábado durante un mitin en Sevilla.Europa Press (Europa Press)

Año y medio es mucho tiempo para un Gobierno y “lo mejor puede estar por llegar”. Esta es la hipótesis, cargada de esperanza y voluntarismo, del Ejecutivo, tanto de la parte socialista como del bloque que representa Unidas Podemos. Hoy las expectativas son malas para el PSOE y el resto de la izquierda, después de la victoria del candidato socialista en abril y noviembre de 2019, estas últimas tras repetirse las elecciones por la imposibilidad de sumar una mayoría t...

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Año y medio es mucho tiempo para un Gobierno y “lo mejor puede estar por llegar”. Esta es la hipótesis, cargada de esperanza y voluntarismo, del Ejecutivo, tanto de la parte socialista como del bloque que representa Unidas Podemos. Hoy las expectativas son malas para el PSOE y el resto de la izquierda, después de la victoria del candidato socialista en abril y noviembre de 2019, estas últimas tras repetirse las elecciones por la imposibilidad de sumar una mayoría tras los primeros comicios. Los populares de Alberto Núñez Feijóo visualizan su llegada a La Moncloa. No se equivocan. El Gobierno y el PSOE constatan la efervescencia del PP, envuelto aún en la catarsis que provocó la sustitución entusiasta de Pablo Casado por Núñez Feijóo. Los estudios del sociólogo José Pablo Ferrándiz, director de Opinión Pública y Estudios Políticos de Ipsos, detectan con nitidez la ventaja del PP sobre todos los demás en fidelidad de voto. Antes de Feijóo, esa primacía la ostentaba Vox.

El perfil del político gallego entronca con la tradición del votante del partido conservador, que, en las encuestas, ha pasado de la indecisión de hace unos meses al paso al frente para decantarse por el PP. Un partido más acorde a la realidad plural de la España autonómica, que es en la que Núñez Feijóo se siente cómodo. Así, las elecciones autonómicas son tales, y no nacionales, lo que le sirve de apoyatura argumental para señalar a los líderes territoriales como artífices y dueños de la decisión sobre con quién efectuar alianzas.

No será él quien tendrá que decir si el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, debe acordar con Vox para sumar una mayoría. Lo decidirá el PP andaluz. También su campaña para las elecciones del próximo 19 de junio. La afluencia de dirigentes del PP, nacionales y de otras partes de España, a la campaña que empieza oficialmente el próximo viernes la decidirá Moreno Bonilla. De momento, nada de riadas sino un goteo muy controlado. Se trata de hablar de la gestión del Gobierno de Moreno Bonilla con Ciudadanos durante los últimos tres años y medio.

Todo lo contrario de lo que hará el PSOE. En Andalucía habrá ministros, altos cargos del Gobierno y alcaldes, para exhibir la acción de Gobierno de Pedro Sánchez en situaciones excepcionales, imprevistas y catastróficas, que llegaron y se encadenaron desde el comienzo de la andadura del Ejecutivo de coalición. Los socialistas quieren hablar del Gobierno, del efecto de sus políticas en todas las comunidades autónomas y con todos los datos de Andalucía. La economía estará en el discurso del PP andaluz, y también de toda la oposición, con un punto de partida de la derecha muy movilizada, en Andalucía y en el resto de España, y una izquierda apática. El Gobierno aún se ve con tiempo para conseguir la movilización de la izquierda, repara José Pablo Ferrándiz, con la constatación de que ahora no lo está.

Poco tiempo hay para las andaluzas, apenas 20 días. El PSOE no quiere dar muestras de derrota, pero no se engañan. El resultado electoral del 19-J puede depararles una noche amarga y el comienzo de meses de zozobra hasta las municipales y autonómicas de 2023.

El arsenal de medidas y acciones hasta esa fecha va en aumento, a través de los fondos europeos y la puesta en marcha de los acuerdos para hacer frente a las graves consecuencias de la guerra en Ucrania. Las medidas del Gobierno, las implantadas y las que se pondrán en marcha de carácter social, serán la base estratégica para recuperar crédito y apego en la izquierda. Todo el Gobierno está imbuido de que la crisis requiere un incremento formidable en protección social.

A pesar de las discusiones y preocupaciones en los ministerios económicos, por la intensa necesidad de gasto, en fuentes gubernamentales se explicita la actitud en primera línea de esa política socialdemócrata de las ministras económicas, sin excepción, empezando por la vicepresidenta primera, Nadia Calviño. Poco a poco, a pesar de las diferencias indiscutibles, la armonización con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, va en aumento, señalan fuentes gubernamentales, sin obviar dificultades de presente y futuro con Unidas Podemos. Se separarán y discreparán, pero el hilo que les une es resistente, dicen en ambos lados.

Los argumentarios están en marcha. Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, exhortó ayer: “A cada insulto, una propuesta, a cada provocación y a cada intento de desviar la atención, Andalucía”. José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno y líder del PSOE, dijo el 27 de abril de 2004, hace 18 años, un mes antes de unas elecciones municipales y autonómicas: “A cada insulto, una propuesta; a cada descalificación, una idea; a cada exageración, una sonrisa”. Seguro que Feijóo no tenía conocimiento de esta encomienda de Zapatero a los suyos, muy reiterada por él en las campañas socialistas.

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