Con Feijóo, el PP se acerca a Sánchez

La preferencia por el líder gallego como presidente corresponde esencialmente al votante tradicional del PP, a diferencia de la preferencia por Ayuso, que posee fronteras electorales más amplias

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (a la derecha), reunido con el de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en La Moncloa el 29 de enero.Xunta de Galicia (Europa Press)

“No soy nuevo ni desconocido ni una incógnita”. Como reconocía el propio Feijóo, el congreso nacional extraordinario del PP ratifica un cambio de rasante en la política española desde 2014, al apartarse de la apuesta por liderazgos emergentes que han venido haciendo desde entonces el resto de partidos políticos (con la única excepción del PNV).

Es una decisión basada en la necesidad de superar ...

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“No soy nuevo ni desconocido ni una incógnita”. Como reconocía el propio Feijóo, el congreso nacional extraordinario del PP ratifica un cambio de rasante en la política española desde 2014, al apartarse de la apuesta por liderazgos emergentes que han venido haciendo desde entonces el resto de partidos políticos (con la única excepción del PNV).

Es una decisión basada en la necesidad de superar la fenomenal crisis abierta hace un mes, y de asegurar la máxima fiabilidad en las expectativas del partido a las puertas de un nuevo ciclo electoral: a diferencia de 2018, el PP ha escogido ahora a su candidato más viable y con más probabilidades de devolverle la victoria en las próximas elecciones generales.

La pregunta crucial es cuáles son realmente esas probabilidades y de qué dependen. Feijóo difícilmente puede ser un revulsivo de la derecha a corto plazo. En el barómetro de marzo del CIS, donde ya aparecía como el inminente recambio de Casado, aquel recibía la misma preferencia como posible jefe del Gobierno que la obtenida por su predecesor hasta febrero y muy por debajo de la de Pedro Sánchez. Además, la preferencia por Feijóo como presidente corresponde esencialmente al votante tradicional del PP, a diferencia de la preferencia por Ayuso, que posee fronteras electorales más amplias y sugiere mayor capacidad de atraer votantes nuevos al PP que el gallego.

En ese sentido, Feijóo y Casado comparten una debilidad común: representan la némesis de la derecha enfadada española, aquello por lo que gente como Abascal o Álvarez de Toledo se alejaron del PP en su momento. El problema es que Casado nunca se atrevió a asumirlo abiertamente, al renunciar a sostener su dura posición contra Vox expresada en la moción de censura de 2020.

Sin embargo, eso no será problema para Feijóo, que apenas podría defender otra posición distinta del pragmatismo diáfano de su primer discurso como nuevo líder y que, curiosamente, resultó mucho más parecido al de Zapatero en 2000 que a los de Aznar o Rajoy cuando aspiraban a derrotar al PSOE, al desplegar más voluntad de talante que de confrontación. Pero al igual que Zapatero, el discurso de oposición moderada de Feijóo solo resultará verdaderamente efectivo en un contexto muy adverso para el Gobierno.

Por ello, la fuerza de Feijóo no estriba en el aumento de voto que hoy pueda aportar respecto a lo que ya apuntaban las encuestas para Casado —muy poco— sino la credibilidad con la que pueda contraponerse a Sánchez cuando las cosas se le pongan peor a este. Y ese es el contexto en el que el cambio de líder abre nuevos escenarios inéditos en la política española.

Si la credibilidad de Feijóo exige un mayor entendimiento —desde la dureza de la oposición— con el jefe del Gobierno, las dificultades de Sánchez para reducir la brecha de desafecto en el centro también requieren modificar el enfoque desdeñoso practicado hasta ahora con el PP. Falto de escaño en el Congreso, nada puede dar más proyección a Feijóo que un aumento calculado de las visitas de Feijóo a Moncloa para cerrar acuerdos puntuales en temas relevantes.

En realidad, será el nivel de empeoramiento de la situación económica en los próximos meses los que determinarían el principal beneficiario. Feijóo hace más verosímil que un aumento sostenido de la inflación desmovilice al elector de izquierdas y reactive el voto estratégico en la derecha. Pero si no llega tal desmovilización y las próximas elecciones arrojan un panorama parlamentario aún más empantanado ¿hasta dónde podría llegar el entendimiento entre Sánchez y Feijóo frente a Vox?

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