La mayoría que sustenta al Gobierno cruje por el Sáhara y las protestas sociales
Rufián cree que es “el momento más negro de la coalición” y Errejón percibe que la base aliada se ha “erosionado por el cortoplacismo”
Mitad diagnóstico, mitad queja, Íñigo Errejón lo expone así: “Todos nos hemos mostrado comprensivos con el Gobierno porque le ha caído una tras otra: primero una pandemia, luego una guerra... Todo ha sido muy difícil. Por eso le hemos dado plazos, hemos votado cosas que no nos gustaban... Pero ahora tiene que elegir. Ha perdido el pulso de la calle, lo que nunca se puede permitir un Gobierno progresista”.
Las pa...
Mitad diagnóstico, mitad queja, Íñigo Errejón lo expone así: “Todos nos hemos mostrado comprensivos con el Gobierno porque le ha caído una tras otra: primero una pandemia, luego una guerra... Todo ha sido muy difícil. Por eso le hemos dado plazos, hemos votado cosas que no nos gustaban... Pero ahora tiene que elegir. Ha perdido el pulso de la calle, lo que nunca se puede permitir un Gobierno progresista”.
Las palabras del líder de Más País condensan el estado de ánimo de los grupos que apoyan al Ejecutivo tras unos días con el país agitado y un Parlamento en el que resultaba difícil distinguir entre aliados y opositores al Gobierno. Pedro Sánchez se fue el miércoles de la sesión de control en el Congreso bajo una mezcla de fuego amigo y enemigo, cargados ambos de la munición proporcionada por los acuerdos con Marruecos sobre el Sáhara Occidental y la demora en las medidas para intentar sofocar el descontento social. Aunque nadie está dispuesto a romper la mayoría que sustenta al Ejecutivo, hay una frase que repiten, por separado, Errejón y los portavoces de ERC, Gabriel Rufián, y EH Bildu, Mertxe Aizpurua: “¡Ya está bien de decirnos todo el día eso de que viene la ultraderecha!”.
Una imagen resume la borrascosa semana parlamentaria del Gobierno frente a los que teóricamente apuntalan su mayoría: no se recuerda haber visto tan furioso a Aitor Esteban. El cordial y campechano portavoz del PNV, exasperado por el giro del Gobierno sobre el Sáhara, acabó perdiendo los nervios el miércoles cuando la presidencia de la Comisión de Exteriores trató de cortar su réplica al ministro José Manuel Albares. A Esteban no le dieron más tiempo y concluyó golpeando el micrófono con una rabia y un lenguaje que dejaron asombrada a la concurrencia: “¡Hala, ya está, joder!”.
El PNV rebaja la imagen de indignación que dejó el estallido de Esteban. Fuentes del grupo vasco reconocen “cierto descontento” por la “falta de diálogo” del Gobierno, al que acusan de haber dado el giro sobre el Sáhara con “opacidad” y “a espaldas del Parlamento”. Y a renglón seguido matizan: “Somos un partido serio que no se deja llevar por diferencias puntuales o enfados concretos. Somos conscientes de la realidad política del Estado español y de que no hay alternativa. Nuestra apuesta sigue siendo la estabilidad, agotar la legislatura”.
Es en el flanco izquierdo del abanico de apoyos del Ejecutivo —y ahí se cuentan más de una veintena de diputados decisivos— donde se concentran las críticas de fondo. El temor a un estallido en la calle ha encendido las alertas. La izquierda parlamentaria ve al Gobierno “ensimismado y perplejo”, en palabras de Errejón. Y advierte de que, si no hay medidas contundentes para aliviar los costes sociales de la guerra en Ucrania, las relaciones con el Ejecutivo pueden complicarse mucho. Las declaraciones de mano tendida se acompañan de peros. “No tenemos ninguna intención de hacer caer a este Gobierno”, asegura Aizpurua, “pero no pueden imponernos decisiones unilaterales. Nuestro compromiso no es con un Gobierno, es con los ciudadanos que nos votaron. No nos gustan el ruido ni la bronca, pero somos claros”. Rufián se mueve con cautela: “Nosotros vamos semana a semana y ley a ley. Tal y como están las cosas, con la gente hablando hasta de una Tercera Guerra Mundial, cualquiera puede saber qué va a pasar en seis meses”.
El giro sobre el Sáhara ha sido para el portavoz de ERC la prueba de que el PSOE ha entrado en eso que él llama “momentos alfa”: “Tienen una falsa seguridad en ellos mismos y actúan de un modo bastante kamikaze, sin hablar con nadie, rozando el desprecio con sus socios de Gobierno... Deberían ser más conscientes de sus debilidades. Pero se sienten fuertes y creen que así pueden ir tirando”.
Los dos años últimos han sido una extenuante sucesión de negociaciones, a veces hasta el último minuto, cuando no al albur de un azar, como ocurrió con la reforma laboral salvada por el error de un diputado del PP. Ese “cortoplacismo”, apunta Errejón, “ha erosionado la mayoría de la investidura”. “Nunca nos hemos sentado a hablar de un horizonte de legislatura estable, a medio plazo. Se ha preferido ir tirando semana a semana y eso erosiona mucho”.
ERC aún tiene la herida abierta de la reforma laboral, en la que culpa al Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz de haber ignorado sus propuestas. “Ese fue para nosotros el momento más negro”, dice Rufián. “Pero lo que hay ahora es el momento más negro de la coalición de Gobierno y eso es lo que hace la situación preocupante”. El portavoz de ERC ve tan desigual el pulso interno en el Ejecutivo que invita a Unidas Podemos (UP) a reconsiderar su permanencia: “Deberían reflexionar si son más útiles dentro o fuera”.
Conflictos internos
Los grupos de la izquierda perciben a UP cada vez más arrinconado por el PSOE y lastrado por sus conflictos internos. El socio minoritario del Ejecutivo defiende dentro buena parte de las reivindicaciones que ERC, EH Bildu o Más País enarbolan desde fuera, medidas para penalizar a las grandes eléctricas o aumentar la fiscalidad de las rentas altas. Pero el PSOE frena muchas de ellas, aducen, y al final, según Errejón, son todas “las bases electorales progresistas las que se sienten desmoralizadas”. “El PSOE no hace, hay que obligarlo a hacer”, tercia Rufián, quien advierte de que “pueden volver los cantos de sirena de la gran coalición”.
“No basta con parecer diferentes a la derecha, hay que hacer una política diferente a la derecha”, reclama Aizpurua. “No es tanto que el Gobierno se haya derechizado con la guerra como que actúa a impulsos, sin consultar con nadie”, matiza la portavoz de EH Bildu. “Este Gobierno ha tomado algunas medidas, pero el ciudadano tiene que percibir que va a vivir mejor que con la derecha. Y el coste de la vida está aumentando tanto que la percepción social no es esa. Hay que tomar medidas valientes y rápidas”.
Errejón también pincha por ahí: “Este Gobierno se pasa el día anunciando medidas históricas que no tienen ningún efecto en la vida de la gente”. Para el líder de Más País, la crisis en ciernes por la guerra va a situar al Ejecutivo ante una decisión crucial que marcará la legislatura: “¿Quién va a pagar los costes? Porque o los paga alguien o la alternativa son los recortes. Y en economía de guerra históricamente siempre han tenido que contribuir más los que más tienen”.
Estos días de soledad en el Congreso han dejado preocupaciones entre los socialistas, que enfrentan una ofensiva de sus aliados para dejar patente que el giro sobre el Sáhara no cuenta con respaldo parlamentario. “Y a pesar de todo”, rezaba un mensaje lanzado por La Moncloa el pasado jueves, “esta semana hemos sacado adelante la ley de depósito legal, la ley de formación profesional, la ley de residuos y suelos contaminantes, y se ha aprobado el proyecto de ley de planes de pensiones. Y eso, a pesar de todo”.