Nuevo cambio total de panorama
La crisis económica por Ucrania y la llegada de Feijóo alteran todo el tablero. El PSOE se prepara para atacar al nuevo líder del PP en cuanto pacte con Vox. La Moncloa confía en la estabilidad que da Sánchez pero Casado era más débil
Hubo un tiempo en que lo más importante de la política eran las estrategias a largo plazo. Los planes claros y duraderos. Sobre el papel, se siguen haciendo, con mucho esfuerzo y muchas ideas. Pero luego llega la realidad desbordante y obliga a tirarlos a la basura.
Pasó en 2020, cuando el primer Gobierno de coalición desde los años 30 tenía previsto...
Hubo un tiempo en que lo más importante de la política eran las estrategias a largo plazo. Los planes claros y duraderos. Sobre el papel, se siguen haciendo, con mucho esfuerzo y muchas ideas. Pero luego llega la realidad desbordante y obliga a tirarlos a la basura.
Pasó en 2020, cuando el primer Gobierno de coalición desde los años 30 tenía previsto un programa económico expansivo y de reformas profundas y llegó la pandemia y le obligó a hacer economía de resistencia.
Dos años después, cuando todo parecía enfocado para una recuperación profunda que el Ejecutivo buscaba que fuera justa para llegar a las elecciones de 2023 con la fuerza de los buenos datos económicos, la guerra en Ucrania y la larga crisis con Rusia que le seguirá han puesto del revés de nuevo todos los planes. Ahora el gran drama es la inflación, que puede devorar los sueldos en especial, como siempre, de los más débiles.
Este lunes, Pedro Sánchez ha citado a empresarios y sindicatos con un objetivo: intentar contener los salarios y los beneficios empresariales, ese gran “pacto de rentas” del que habló el miércoles en el Congreso, para evitar que la inflación se descontrole tanto que acabe con la recuperación y cambie por completo el humor social que estaba mejorando con el ciclo ascendente y con una reforma laboral que empieza a dar sus frutos, con cifras récord en 25 años de porcentaje de contratos indefinidos mensuales.
La incertidumbre económica por la guerra en Ucrania y la crisis energética que provoca el choque con Rusia inquieta en La Moncloa y en los ministerios más centrados en este asunto, aunque Nadia Calviño, la vicepresidenta económica, insiste en que España será de los países menos afectados de la UE y confía en que las buenas perspectivas sigan adelante gracias sobre todo a los 72.000 millones del fondo de recuperación.
Pero además del cambio total de panorama económico en solo dos semanas, también en este breve periodo de tiempo se ha producido a toda velocidad un giro en el PP, con el nuevo liderazgo de Alberto Núñez Feijóo, que de nuevo dinamita cualquier plan anterior.
El gallego apostó por Pablo Casado en 2018, sobre todo por su profundo rechazo a la candidatura de Soraya Sáenz de Santamaría. De hecho muchos en el PP creen que en realidad ese congreso traumático no lo ganó Casado, sino una coalición circunstancial que se unió para que no ganara Santamaría, de la que él se benefició. Pero a pesar de ese apoyo a Casado, y de que según los socialistas sea “un hombre muy de derechas que se oculta tras un perfil moderado, como Alberto Ruiz Gallardón”, lo cierto es que Feijóo pertenece a un sector muy diferente al del líder depuesto. Y nadie tiene ninguna duda de que hará una política muy diferente, más estratégica, más pensada, más difícil por tanto para su oponente, el PSOE, de desactivar.
Los socialistas trasladan estos días en privado que no temen a Feijóo porque el gran problema del PP no es el liderazgo, sino la marca, que estaba ya muy tocada y ha quedado aún más dañada con este durísimo episodio de las denuncias del propio Casado a Isabel Díaz Ayuso por los contratos de su hermano para lograr grandes cantidades de dinero público —al menos 55.000 euros— como contrapartida por traer mascarillas de China en plena pandemia.
Sin embargo, algunos dirigentes admiten que Casado era una gran ventaja electoral para el PSOE, porque no estaba bien valorado ni siquiera entre los votantes del PP, lo que le hacía un rival débil. Las encuestas aún no han medido a Feijóo en política nacional, pero varios de los consultados están casi seguros de que rápidamente se colocará con buenas valoraciones porque ningún sector lo rechaza abiertamente.
En el PSOE, sin embargo, no se creen el discurso moderado de Feijóo —“no vengo a insultar a Pedro Sánchez, sino a ganar a Pedro Sánchez”, dijo al anunciar que será candidato— y están esperando su gran prueba de fuego: la decisión de meter o no a Vox en el Gobierno por primera vez en Castilla y León. Si eso sucede, como todo parece indicar, el PSOE se lanzará entonces a tratar de desactivar la imagen de dirigente moderado que ha cultivado con mimo Feijóo desde su baronía gallega.
Algunos dirigentes del PP que conocen bien al veterano presidente gallego señalan que hará, como Mariano Rajoy en su día, que no parezca una decisión suya. Feijóo dejará hacer a Alfonso Fernández Mañueco, el presidente de Castilla y León, y evitará así asumir el desgaste. Por el contrario, Casado dejó claro desde el primer minuto que él se oponía a ese Gobierno y aseguró que lo impediría.
El estilo de Feijóo es bien diferente, pero si Vox entra en el Ejecutivo el PSOE no se lo dejará pasar tan fácilmente. Los socialistas también creen que el gallego ha estado muy protegido de las críticas en su comunidad, con una cómoda mayoría absoluta y una escasa agresividad mediática, pero ahora tendrá que enfrentarse a un convulso mundo conservador en el que la presencia de Vox, inexistente en Galicia, complica muchísimo el debate y hace casi inevitable el desgaste, como comprobó Casado.
En La Moncloa también esperan los primeros movimientos de Feijóo, sobre todo si decide pactar la renovación del Consejo General del Poder Judicial, como todo parece indicar. El entorno de Sánchez está absolutamente convencido de que el presidente, en un momento delicado como el de la guerra de Ucrania, conserva una imagen de centralidad. “En un momento así el único que puede garantizar la estabilidad es el PSOE”, insisten en La Moncloa.
También inquieta que Podemos haya entrado en una dinámica de confrontación no solo con el PSOE sino también con la propia Yolanda Díaz y otros sectores de Unidas Podemos. Pero en el Gobierno nadie cree que haya riesgo real de ruptura del Ejecutivo, lo ven como escaramuzas internas para diferenciarse.
El mundo político se mueve de nuevo y Feijóo es la gran incógnita. Todos estarán muy pendientes de sus movimientos. Pero la verdadera preocupación ahora son los efectos económicos de la guerra. Porque al final, con la política se puede jugar, subir o bajar, pero con la economía en contra casi ningún Gobierno logra resistir.