Segundo día de protestas frente a la Embajada rusa: “Es una vergüenza que esto pase en la Europa del siglo XXI”

La comunidad ucrania en Madrid reclama una respuesta más contundente de la Unión Europea y la OTAN

Madrid -
Un grupo de personas con carteles y una bandera de Ucrania participa en una nueva concentración ante la embajada rusa de Madrid tras los ataques en Ucrania, este viernes.Isabel Infantes (Europa Press)

Al grito de “¡Putin, asesino! ¡Putin, agresor!”, la comunidad ucrania asentada en Madrid se ha instalado este viernes a las puertas la Embajada rusa en protesta por la ofensiva militar del país vecino la madrugada del jueves. Ninguna organización ha convocado oficialmente una manifestación, pero varias decenas de compatriotas se han ido sumando, de forma paulatina y desde este jueves, a esta reunión espontánea, que la jornada anterior también tuvo su réplica en Barcelona...

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Al grito de “¡Putin, asesino! ¡Putin, agresor!”, la comunidad ucrania asentada en Madrid se ha instalado este viernes a las puertas la Embajada rusa en protesta por la ofensiva militar del país vecino la madrugada del jueves. Ninguna organización ha convocado oficialmente una manifestación, pero varias decenas de compatriotas se han ido sumando, de forma paulatina y desde este jueves, a esta reunión espontánea, que la jornada anterior también tuvo su réplica en Barcelona. “Esto no es solo contra Ucrania, es contra toda Europa”, argumenta Olga Volyanyuk (39 años), que lleva ocho años en la capital. “Y es una vergüenza que pase en la Europa del siglo XXI”, apostilla, notablemente agitada. Llegó en 2014 para buscar un trabajo con el que ayudar a su familia, que sigue en Ucrania, y vive aquí desde entonces. José Valcárcel (73 años), su marido, comparte su indignación y cree que la OTAN debe ser “más valiente y decidida”: “Dejar a Ucrania sola significa perderlo todo. Hay que ser más drásticos”.

La sensación de que las medidas tomadas hasta el momento son insuficientes se extiende entre la cuarentena de personas congregadas en torno a la institución. Llueve desde primera hora y el silencio se adueña de la protesta durante largos ratos, amenizados por las canciones en ucranio que suenan desde un altavoz. Hay una mezcla de tensión, enfado y tristeza contenida y, aunque no son muchos, no tienen ninguna intención de moverse. “Vamos a venir aquí todos los días hasta que esto pare o, por lo menos, hasta que la Unión Europea meta más presión”, declara Ihor Yevchuk (42 años), que también se acercó el día anterior junto a su amigo Vitalii Dzuibynskiy, un año mayor.

Ihor Yevchuk con su hija y su amigo Vitalii Dzuibynskiy, en la protesta frente a la Embajada rusa por el ataque a Ucrania, este viernes.E.S.J.

Ambos tienen a sus familiares en Ucrania, y están intentando por todos los medios traerlos a España. “Hay una cola de unos 30 kilómetros solo en la frontera con Polonia, para que mi hija pueda salir tiene que esperar por lo menos dos días, pero en dos días ya pueden haber matado a toda Ucrania”, se lamenta el primero, que acude con su hija pequeña a la manifestación. La mayor ha pasado la noche refugiada en un sótano en Ternópil, a unos 200 kilómetros de la frontera. También van a intentar trasladar a la familia de su hermano, que ha decidido quedarse a luchar. “Ellos [por la OTAN] quieren cumplir las normas, pero los otros no cumplen nada. Han atacado un país en Europa en pleno siglo XXI”, repite Dzuibynskiy casi con las mismas palabras que su compatriota.

Las pancartas en defensa de la paz se intercalan con las que denuncian la actuación “terrorista” de Putin. Ese dilema entre buscar la paz, pero querer protección sobrevuela toda la protesta. Elena Aguilo (68 años), uno de los pocos españoles que se han acercado a apoyar a los manifestantes ucranios, lo resume así: “Es complicado, porque no queremos guerra, entonces el que decide saltarse todo te deja en una posición que no quieres, de fragilidad”. No tiene claras las soluciones políticas pero, como el resto del grupo de españoles que han coincidido a las puertas de la embajada, está entre sorprendida y molesta porque ninguna organización haya convocado todavía una manifestación: “Es solidaridad humana”.

Esa necesidad de solidarizarse con la situación ha ido congregando a más gente hacia el final de la mañana. “O te cabreas y vienes a verlo, o nada”, conversa otro de los integrantes de este grupo de españoles recién constituido. Es la misma indignación que recorre toda la manifestación. Las banderas ucranianas dominan el escenario, pero se cuelan unos cuantos distintivos de la Unión Europea, a quien reclaman acciones más contundentes. “Putin ya sabía que iba a haber sanciones y aún así ha atacado, no es suficiente”, explican Roman Kohut y Olga Volyanyuk, un matrimonio de 39 años asentado en España desde hace más de 15. Esperaban que hubiera un ataque, pero no que fuera “por todas partes”, y esperan que el pueblo ruso muestre su oposición. “Ellos tampoco quieren la guerra. Ayer se manifestaron y los detuvieron. Tienen que ser muchos más para que sea imparable”, sostiene él. “Lo importante es conseguir la paz, luego...”, concluye ella, y el nudo en la garganta le impide acabar.

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