Casado, atrapado en el desafío de Ayuso a su autoridad

El líder del PP se resigna a aguantar el desgaste porque no cederá ante el pulso

Pablo Casado conversa con Isabel Díaz Ayuso en la presentación del libro de Mariano Rajoy. En primer término, José Luis Martínez Almeida.Luis Sevillano (EL PAÍS)

Pablo Casado está atrapado en el laberinto del conflicto con Isabel Díaz Ayuso. El líder del PP ha entendido el pulso de la presidenta madrileña como un desafío a su autoridad y una cuestión de principios, lo que le dificulta cualquier movimiento para salir del embrollo. Casado cree que no puede adelantar el congreso del PP de Madrid, como reclama Ayuso, porque se interpretaría como una debilidad de su liderazgo, ni tampoco puede darle su apoy...

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Pablo Casado está atrapado en el laberinto del conflicto con Isabel Díaz Ayuso. El líder del PP ha entendido el pulso de la presidenta madrileña como un desafío a su autoridad y una cuestión de principios, lo que le dificulta cualquier movimiento para salir del embrollo. Casado cree que no puede adelantar el congreso del PP de Madrid, como reclama Ayuso, porque se interpretaría como una debilidad de su liderazgo, ni tampoco puede darle su apoyo en público para presidir el partido, porque se lo impide su papel neutral como presidente nacional. Así que no tiene mucho margen de maniobra. En su equipo de colaboradores más cercano están convencidos, por tanto, de que Casado no se va a mover. “Está haciendo lo correcto según sus principios y no va a cambiarlo. Es un ejercicio de la autoridad del presidente”. En Génova se resignan a convivir con la disputa, a pesar del desgaste. “Los problemas, por definición, tienen solución. Si no lo tienen, no son problemas. Son circunstancias, y hay que aprender a vivir con ellas. Como esto no tiene solución, hay que convivir con ello”, defienden en la dirección nacional. “¿Cuánto va a durar? No lo sabemos, pero lo de Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre se alargó tres años”.

De nada sirve que Casado y Ayuso escenifiquen un acercamiento. El suflé no baja. El que habían preparado el miércoles en la presentación del libro de Mariano Rajoy tampoco salió bien. Una polémica ficticia rodeó el posado de ambos ante los fotógrafos, porque pareció que la presidenta de la Comunidad de Madrid evitaba situarse junto al líder del PP. En realidad, se trató de un malentendido entre el intento del expresidente de colocarles juntos y la intervención de la responsable de protocolo, pero poco importó. El enredo del photocall, retransmitido en directo en televisión y en las redes sociales al estilo de un acontecimiento deportivo, fue la noticia de mayor impacto de la semana en el principal partido de la oposición. “¿Le ha hecho la cobra Ayuso a Casado?”, preguntó al día siguiente un periodista al secretario general del PP, Teodoro García Egea, en una comparecencia en Valencia. Cuatro de las cinco preguntas fueron sobre el mismo tema. Al PP le cuesta cada semana colocar cualquier mensaje de oposición.

La situación empieza a agotar al equipo del líder del PP. “¿Qué tienen que hacer, un beso con lengua?”, se preguntan con ironía en Génova. “Han estado hablando, han posado juntos, ¿Qué más gestos hacen falta?”. La dirección admite su preocupación por el problema comunicativo que le está provocando la pugna con Ayuso. El trabajo de Casado queda continuamente eclipsado por la disputa interna. Esta semana, el PP había planificado la agenda en torno al día de la Constitución con discursos y actos del líder para presentarse como el principal político constitucionalista, criticando a Pedro Sánchez porque sus socios cuestionan la Carta Magna y marcando distancias con Vox.

El lunes, en un discurso en el Congreso, Casado criticó a “algunos sectores de la derecha, dispuestos a poner en cuestión partes fundamentales del acuerdo constituyente, como el Estado autonómico o la circunscripción provincial”, en referencia al partido de Santiago Abascal. El martes persistió en esa línea cargando contra los populismos en una charla con la premio Pulitzer Anne Applebaum —el mismo día que Ayuso anunció un pacto de Presupuestos con Vox— y el jueves viajó a Grecia para reunirse con el primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, en una buscada imagen junto a un líder liberal europeo al que le gustaría emular. El mandatario griego logró derrotar a la extrema izquierda de Syriza y alcanzar una mayoría absoluta recuperando voto de los neonazis Amanecer Dorado. Casado, no obstante, mantiene sus contradicciones al afrontar el fenómeno de la extrema derecha, porque el viernes, tras una visita al presidente de Chipre, Nikos Anastasiadis, propuso que los Estados aseguren su integridad territorial ante la presión migratoria también con sus Armadas. La propuesta entra de lleno en la ofensiva de los ultras contra la inmigración y ya la había formulado Vox.

Pero todo ello apenas tuvo eco en los periódicos. La guerra con Ayuso opaca la acción política del líder del PP y le desgasta, aunque en Génova creen que a la líder madrileña también le empieza a pasar factura, porque “no luce su gestión”. Ayuso sigue omnipresente en los medios, hasta en los extranjeros. Esta semana The Wall Street Journal dedica un reportaje a “la política conservadora más importante” de España ―Ayuso― en el que ella “bromea” al final de la entrevista sobre su futuro. “Cuando acabe aquí [por la Comunidad de Madrid], volveré a ser periodista”, declara. En The Daily Telegraph aparecía hace unos días este titular en portada: “La líder de Madrid ataca los confinamientos de la izquierda”. “Las noticias positivas que salen de España en la prensa internacional solo se refieren a Ayuso”, reivindican en el equipo de la presidenta. En la Puerta del Sol cuentan que Génova les pidió que la líder madrileña dejara de hacer entrevistas en medios internacionales para no dejar en mal lugar a Casado. Ella no ha aceptado la orden y sigue exprimiendo su ola de popularidad con una tournée mediática.

En paralelo, una nueva variable ha aparecido en el conflicto: el calendario electoral. Génova calcula como probable que se celebren elecciones en Castilla y León en primavera, lo que obligaría a retrasar el congreso del PP de Madrid por lo menos a mayo. En el partido algunos dirigentes advierten de que Alfonso Fernández Mañueco podría llevarse un susto en las urnas pagando el conflicto interno si no se ha resuelto antes. “Votar a Vox allí sale gratis”, alerta un alto cargo madrileño.

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Aguantar el pulso a Ayuso es una decisión muy personal de Casado, y hay voces que apuntan a que en su entorno hay dudas sobre la estrategia, pero todas las fuentes consultadas en la dirección respaldan al líder. Algunos colaboradores creen que cuanto más se le presione, menos se moverá. “Pablo no se parece en casi nada a Rajoy, pero en algo sí: cuando más les aprietas, más se quedan en su posición”. El líder popular ha resistido a las presiones sobre la investidura de Pedro Sánchez, sobre los indultos y sobre el bloqueo del Consejo General del Poder Judicial, recuerdan en su entorno. El problema es que en este caso el embate viene de su principal activo electoral, lo que presenta a Casado ante un dilema casi de susto o muerte: sin una Ayuso alineada con él, hoy por hoy parece difícil ganar unas elecciones generales.

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