El enigma Ábalos
Los interrogantes por la salida del Gobierno del ex ‘número tres’ del PSOE continúan tres meses después
Sin llegar a alcanzar la expectación que las caracterizó en los tiempos de la gestora controlada con mando a distancia por Susana Díaz, cuando las puñaladas internas entre los partidarios y detractores de facilitar la investidura de Mariano Rajoy consumían al PSOE, las reuniones que los diputados socialistas mantienen los martes han vuelto a atraer la atención de la actualidad política. Y todo por un único protagonista: José Luis Ábalos.
En vez de amainar con...
Sin llegar a alcanzar la expectación que las caracterizó en los tiempos de la gestora controlada con mando a distancia por Susana Díaz, cuando las puñaladas internas entre los partidarios y detractores de facilitar la investidura de Mariano Rajoy consumían al PSOE, las reuniones que los diputados socialistas mantienen los martes han vuelto a atraer la atención de la actualidad política. Y todo por un único protagonista: José Luis Ábalos.
En vez de amainar con el paso del tiempo, los interrogantes que tres meses después rodean la salida del Gobierno del otrora todopoderoso ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE no han hecho más que incrementarse. “Ni sé las razones ni las quiero saber”, zanja un miembro de la dirección federal que subraya que Ábalos no ejercía como se esperaba sus funciones en el Ejecutivo y en el partido. Otras fuentes hablan de desgaste. “No sabemos nada, solo que [a las reuniones del grupo parlamentario] llega solo y apurando, de los últimos, se sienta atrás del todo en alguno de los sitios que quedan libres y se va de los primeros”, cuenta un parlamentario que, como todos los consultados, comparte que la situación de Ábalos se ha convertido en “un tabú” entre los cuadros del PSOE. Una cuestión engorrosa y delicada que, a falta de datos, diputados y senadores evitan salvo en la más estricta confianza.
El mismo Ábalos reconoce con retranca que su sorprendente y precipitada marcha del Ejecutivo se ha convertido en un “clásico” de los mentideros del Congreso. Y, aunque achaca la falta de explicaciones públicas a que su cese se produjo en el contexto de una crisis de gobierno, con una docena de altas y bajas, reconoce el impacto de las especulaciones por mucho que insista en que no tiene nada que ocultar. “Me molesta que se haya dejado un margen de dudas sobre mi salida”, afirmaba el fin de semana en el diario Levante. “Estoy muy tranquilo. Es más, ya habría salido todo. Se han inventado más de una, por qué no 21. Estoy absolutamente tranquilo”, decía días antes en Onda Cero. Entretanto, en Ferraz el malestar ha crecido las últimas semanas conforme Ábalos se prodigaba en las tertulias de diferentes programas de radio y televisión. Las fuentes consultadas creen que tanta exposición es un error que contribuye a alimentar las teorías acerca de su destitución.
El primero que no se esperaba un final tan abrupto era el mismo Ábalos. Su entorno fantaseaba con la idea de relevar a Margarita Robles en Defensa, en teoría más tranquilo y manejable, pero en ningún caso con que la remodelación del Gobierno se lo llevara por delante. La mañana del 10 de julio, un sábado soleado, fue citado por Sánchez en La Moncloa sin intuir qué le venía encima. Por no saber, desconocía que la campaña de afiliación que tenía previsto presentar hora y media después había sido cancelada. Pese a que todavía era el responsable de Organización, nadie se lo había comunicado. En la práctica, Santos Cerdán, su sustituto, llevaba tiempo ejerciendo esa labor en los asuntos más sensibles, como las primarias de junio en Andalucía.
Desde su defenestración, Ábalos no ha vuelto a hablar con el presidente del Gobierno: otro elemento para las intrigas. “Lo entiendo perfectamente, del mismo modo que antes hablábamos mucho ahora no lo hacemos”, ha justificado el ex número tres del PSOE, tan determinante en el regreso de Sánchez a la secretaría general en 2017 que meses antes le organizó un acto multitudinario en Xirivella para palpar el ambiente entre las bases.
El nombramiento el pasado jueves de Ábalos como presidente de la comisión de Interior del Congreso acabó con su condición de diputado raso y alivió en parte los rumores. La exvicepresidenta primera, Carmen Calvo, recibió el mismo tratamiento, habitual en el PSOE y en el PP con sus exministros, y pasó a presidir la comisión de Igualdad. Al sueldo base de los parlamentarios, de 3.050,62 euros, le añadirán de esta manera un complemento de 1.551,58 euros mensuales. Pero con Calvo se percibe una naturalidad con sus compañeros de bancada. No con Ábalos, pese a que mantiene muchas simpatías.
Otra diferencia sustancial es que Calvo continúa perteneciendo a la ejecutiva federal del PSOE, donde es la secretaria de Igualdad. Ábalos, pese a su renuncia como secretario de Organización —su asesor Koldo García, recogió sus cosas del despacho de la quinta planta de Ferraz—, continúa en el grupo de WhatsApp de la dirección, según confirman varios de sus miembros. “A la orden”, es el mensaje con que se presenta Ábalos, que no participa en el grupo desde antes de su caída. El administrador único del grupo, señalan, es Sánchez.
Un papel testimonial en el 40º Congreso Federal
Ábalos asistirá al 40º Congreso Federal, que el PSOE celebrará en su ciudad, Valencia, del 15 al 17 de octubre. Pero no lo hará como delegado ni como miembro de la dirección. La organización tiene previsto reservarle un papel discreto y entrevistarle unos minutos. Quienes interpretaron en la elección de la sede un guiño a quien era uno de los hombres fuertes del Ejecutivo y del partido se equivocaron. “La salida de Ábalos del Gobierno ha sido rara, chirría un poquito”, ha reconocido Óscar Puente, alcalde de Valladolid. El aludido destaca que ha ganado en calidad de vida y que el “acoso” que sufrían él y su familia por parte de sectores de extrema derecha era “insoportable”.
Uno de los platos fuertes del 40º Congreso será la puesta en escena de Pedro Sánchez con los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, además del exsecretario general Joaquín Almunia. La víspera habrá otra demostración de fuerza con los barones y ministros socialistas.