El militar que recibe a los afganos al llegar a España: “Vienen con toda su vida en una mochila hecha en cinco minutos”
El subteniente José Ángel Andrés es el primer rostro que ven los evacuados desde Kabul
El subteniente José Ángel Andrés lleva 32 de sus 55 años en las Fuerzas Armadas y desde hace una semana, cuando aterrizó en la base área de Torrejón de Ardoz (Madrid) el primer vuelo con evacuados del Afganistán de los talibanes, es el primer rostro que ven los refugiados al llegar. Sus ojos —la mascarilla le cubre— y su voz —junto a las de Maite o Yolanda, las responsables del Ministerio de Inclusión que le a...
El subteniente José Ángel Andrés lleva 32 de sus 55 años en las Fuerzas Armadas y desde hace una semana, cuando aterrizó en la base área de Torrejón de Ardoz (Madrid) el primer vuelo con evacuados del Afganistán de los talibanes, es el primer rostro que ven los refugiados al llegar. Sus ojos —la mascarilla le cubre— y su voz —junto a las de Maite o Yolanda, las responsables del Ministerio de Inclusión que le acompañan alternativamente, y el intérprete— conforman el recibimiento “en un lugar desconocido para todos ellos”. El subteniente Andrés, de la Sección de Apoyo al Tránsito Aéreo (Satra), es el responsable de “pasar lista de todas y cada una de las familias y personas que llegan y que están perfectamente identificadas desde que salen de Kabul”, justo antes de bajarse del avión de Air Europa que los traslada desde Dubái, donde realizan la escala tras salir del caos que colapsa el aeropuerto internacional de la capital afgana.
“Cuando abres la puerta y entras al avión te sientes observado por todos, no saben exactamente adonde vienen, ni lo que van a encontrar, si les van a llevar a otro sitio... mi función es amortiguar ese golpe, aclimatarlos mínimamente y que vean que somos militares buenos”, dice Andrés. “Casi todos ellos hablan inglés, pero por si hay alguien que no, sube con nosotros el traductor”, detalla.
En la tarde de este jueves ha llegado otro avión con 240 afganos y se espera la llegada de otro vuelo en las próximas horas. Son de los últimos en esta misión de rescate y evacuación contra reloj. El subteniente ha cruzado hasta el momento su mirada con las más de 1.900 personas (“madres, padres, niños, bebés…”) cuyos ojos son una mezcla “de temor y desconcierto” ante lo que está por venir. “Es gente que viene con toda su vida metida en una mochila de diez litros que han tenido que hacer en cinco minutos, antes de salir corriendo”, resume Andrés este jueves por teléfono, poco antes de ponerse de nuevo al pie de la escalerilla. “Algunos vienen hasta sin mochila, con una sábana atada por las puntas: un hatillo, para el resto de su vida”.
Un “minipueblo afgano” en Torrejón
Llegan agotados, sobre todo los niños, y “vienen muy preocupados: han dejado atrás todo, también a familiares, en peligro, y saben que no van a poder volver, es un drama enorme”, advierte el subteniente. “Es un viaje muy largo, los más pequeños llegan dormidos, tienen que despertarlos, pero es muy reconfortante y nos llena de felicidad ver que a las pocas horas están jugando en el campamento, con lo que sea, se sienten a salvo y se muestran felices”, cuenta, a la vez que manifiesta su enorme satisfacción por estar realizando este trabajo. “Por muchas horas que echemos aquí, estamos encantados, es nuestro trabajo: hemos pasado de mantener operaciones de transporte a montar un minipueblo, con todo lo que conlleva, un pueblo de ciudadanos afganos, con Cruz Roja, Policía Nacional, Guardia Civil, personal del Ministerio de Inclusión, decenas de voluntarios...”.
Sin embargo, y pese a que se ha acelerado el ritmo de llegadas, el subteniente es consciente de que no podrán salir todos: “No vamos a poder sacar a todos los que querrían salir”.
Tras ese primer aterrizaje les espera la identificación policial, el chequeo de seguridad con escáner y el control de drogas con perros, para pasar después a ser entrevistados y acogidos por el personal del Ministerio de Inclusión y finalmente atendidos por Cruz Roja. “Al mismo tiempo, se les da de comer, y para los niños pequeños hemos puesto un montón de microondas para biberones y personal especializado”, señala.
Esperando a que lleguen los últimos refugiados que España sea capaz de evacuar en las pocas horas que restan hasta el inminente repliegue total de la veintena de policías y el centenar de soldados que están realizando esa labor en Kabul, el subteniente Andrés y su equipo seguirán ahí, a pie de pista.