El exjefe de la UDEF atribuye al PP las presiones para boicotear la investigación de la trama Gürtel

El comisario José Luis Olivera, imputado por la Audiencia Nacional en el ‘caso Kitchen’, niega ante el juez su participación en el espionaje ilegal a Bárcenas

El comisario José Luis Olivera (izquierda), a su llegada este lunes a la Audiencia Nacional.Isabel Infantes (Europa Press)

El comisario José Luis Olivera, imputado en el caso Kitchen, ha negado este lunes ante el juez Manuel García-Castellón su implicación en cualquier irregularidad, tanto en la trama parapolicial de espionaje ilegal al extesorero popular Luis Bárcenas como en el continuado boicot a las pesquisas sobre la trama Gürtel, que asola al PP desd...

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El comisario José Luis Olivera, imputado en el caso Kitchen, ha negado este lunes ante el juez Manuel García-Castellón su implicación en cualquier irregularidad, tanto en la trama parapolicial de espionaje ilegal al extesorero popular Luis Bárcenas como en el continuado boicot a las pesquisas sobre la trama Gürtel, que asola al PP desde 2009, según detallan fuentes jurídicas presentes en el interrogatorio. El que fuera mando de la Policía, que actualmente trabaja como asesor de seguridad para la Real Federación Española de Fútbol, ha rechazado que él participara en los intentos de torpedear la instrucción judicial que dirigió Pablo Ruz, entonces magistrado en la Audiencia Nacional, y también ha refutado la denuncia del inspector jefe Manuel Morocho, que relató hace dos semanas cómo Olivera trató de apartarlo de la causa ofreciéndole un destino mejor remunerado económicamente.

Eso sí, el imputado ha asegurado que la llegada del PP en 2011 al palacio de la Moncloa supuso un antes y un después en el día a día de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF), que él dirigió hasta principios de 2012 y que fue la encargada de investigar la trama de corrupción encabezada por Francisco Correa. ”No se trabajaba igual [...] Eran todo pegas, todo presión, no te daban lo que pedías”, ha dicho. “Querían desintegrarla”, ha afirmado en otro momento antes de asegurar que la unidad policial y sus integrantes eran considerados “la bestia negra del PP”. Ha llegado a presentarse como una víctima más al achacar “totalmente” su destitución como jefe de la misma a la llegada de los populares al Gobierno.

Según coinciden en señalar fuentes presentes en el interrogatorio, el comisario ha optado por responder solo a su abogado y al juez García-Castellón. Al abordar la Operación Kitchen, el despliegue de espionaje urdido en 2013 por el Ministerio del Interior para arrebatar presuntamente a Bárcenas todos los documentos comprometedores para altos cargos del PP que pudiera guardar, Olivera ha afirmado que “poco” podía saber sobre un operativo en el que, ha insistido, no participó. Además, tampoco ha querido pronunciarse sobre los indicios del sumario que lo señalan —como audios y las agendas de Villarejo— hasta que no haya podido escuchar y ver todo eso. Preguntado uno por uno por su relación con los otros mandos policiales y cargos políticos imputados en la causa, Olivera ha reducido esta a “cuestiones profesionales” o, en algún caso, de “tomarse cañas”. También ha negado vínculos con la ex secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal (que declara como imputada este martes en la causa) y con su esposo, el empresario Ignacio López del Hierro (que lo hará el miércoles), aunque ha afirmado que sabía que el matrimonio tenía amistad con Villarejo.

Durante su declaración, el alto mando policial se ha mostrado especialmente duro contra Morocho, inspector jefe de la UDEF que dirigía la investigación del caso Gürtel. Morocho denunció ante el juez cómo trataron de sabotear sus pesquisas desde la cúpula de la Policía y del Ministerio del Interior en la etapa del Gobierno de Mariano Rajoy: modificaron sus informes, le presionaron, le sobrecargaron de trabajo con otro destino para que no avanzara en sus pesquisas e, incluso, trataron de ganársele ofreciéndole un puesto en la Policía mejor retribuido. Sin embargo, Olivera ha perfilado al que fuera su subordinado como un mentiroso que llegaba a conclusiones “demagógicas” que, en su opinión, a veces “no tenían base real”. El comisario ha añadido que Morocho tenía un carácter “difícil” y que, por ello, no hacía caso de las observaciones que sus superiores hacían de los informes: “La mayoría salían como él decía. Era difícil convencerle”.

Según Olivera, él nunca paralizó ningún informe de Gürtel sobre dirigentes del PP. Entre otros, se ha referido al que Morocho redactó sobre la exministra Ana Mato y su exmarido, Jesús Sepúlveda, antiguo alcalde de Pozuelo de Alarcón (Madrid) y condenado por la trama de corrupción liderada por Francisco Correa: “En 2012, [Morocho] me enseña un borrador que no estaba completo… ‘Madre mía, con la que está cayendo’, [pienso]. Él no sabía que a mí me estaban cesando. [Y le digo]: ‘Mira, este informe, tal como está, necesita el 101% de rigor, y el 0% de error. Quiero que se compruebe todo, las empresas… No se te ocurra mandarlo [el informe de Mato y Sepúlveda] directamente [al juez], porque te van a fusilar”, ha asegurado que le dijo al inspector jefe.

“Podía ser que le pidiera corregir, que ampliara, que mirara más cuestiones, que completara... Pero presionar, no”, ha insistido Olivera, a quien Morocho situó en una reunión en junio de 2013 donde, según la versión del agente de la UDEF, le ofreció el traslado a distintos destinos en el extranjero para intentar apartarlo así de las pesquisas de Gürtel. Según narró al magistrado, trataron de comprarlo con un puesto suculento en la Embajada de Lisboa. También en Viena y la ONU. Y, durante esa reunión en una cafetería de Madrid, Olivera recibió una supuesta llamada del entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, para interesarse por el tema: “Hola, ministro. Sí, estoy con él”, afirmó Morocho que dijo el comisario a su interlocutor.

El imputado ha negado este lunes esta versión de los hechos y ha adjudicado al propio Morocho la iniciativa de aquel encuentro y de la idea de optar al puesto en Portugal. “¿[Morocho] se pensaba que era tan importante para que el ministro se preocupara por él?”, ha cuestionado Olivera ante el magistrado García-Castellón, a quien ha repetido que la llamada que recibió durante la cita no fue de Fernández Díaz, sino de su propia esposa, que les propuso subir a casa a continuarla allí, según fuentes jurídicas. El comisario ha vuelto a la carga entonces contra el inspector jefe de la UDEF, a quien acusa de considerarse más importante para las pesquisas de Gürtel “de lo que realmente era”. Sin embargo, el juez ha puesto en duda su versión, vistos los indicios que constan en el sumario, sobre todo las grabaciones de sus conversaciones con el también comisario José Manuel Villarejo.

La relación con Villarejo

La investigación ha revelado la cercana relación que mantenía Olivera con Villarejo. Las agendas del comisario jubilado rebosan supuestos contactos y conversaciones con Olivera, al que se refiere con el apodo de Oli, quien también aparece en distintos audios incorporados a la instrucción —entre ellos, alguno en los que conversan sobre Kitchen—. La Fiscalía sospecha que el exjefe de la UDEF hasta 2012 y posterior responsable del Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado, que después se renombraría como CITCO al asumir también funciones antiterroristas, mantenía una estrecha relación con Villarejo y que, incluso, participaba de sus negocios.

Pero Olivera ha negado este lunes esas acusaciones. Según las mismas fuentes jurídicas, el comisario ha dicho que nunca cobró de la trama encabezada por Villarejo y que, además, creía que este se encontraba en excedencia. En esa línea, ha añadido que la estructura empresarial del principal imputado sí prestó cobertura al Estado en algunas investigaciones, como el caso Malaya, sobre la red de corrupción urbanística urdida en Marbella (Málaga).

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