El conflicto pone en peligro el regreso a Marruecos de 12.600 temporeras de la fresa
Gobierno, empresarios y trabajadoras temen que un retraso en el retorno, cuyo inicio estaba previsto el lunes, las retenga en España
La onda expansiva de la crisis diplomática entre Madrid y Rabat va más allá de Ceuta y afecta a asuntos menos visibles, pero clave en la relación de ambos países. El regreso de más de 12.600 temporeras marroquíes debería haber comenzado el lunes, según el plan de retorno escalonado que presentaron las principales cooperativas onubenses a las autoridades marroquíes. Pero desde el pasado 21 de mayo, no hay respuesta de Rabat. El silencio de Marruecos inquieta a agricultores, al Gobie...
La onda expansiva de la crisis diplomática entre Madrid y Rabat va más allá de Ceuta y afecta a asuntos menos visibles, pero clave en la relación de ambos países. El regreso de más de 12.600 temporeras marroquíes debería haber comenzado el lunes, según el plan de retorno escalonado que presentaron las principales cooperativas onubenses a las autoridades marroquíes. Pero desde el pasado 21 de mayo, no hay respuesta de Rabat. El silencio de Marruecos inquieta a agricultores, al Gobierno y a las trabajadoras, que temen quedarse atrapadas en España.
Marruecos mantiene desde marzo del año pasado sus fronteras cerradas y el regreso de las temporeras solo es posible con su autorización. Los empresarios de la fresa aspiraban a fletar dos barcos semanales durante las dos primeras semanas de junio y un tercero a partir de la tercera semana. En cada ferri viajarían unas 800 mujeres y el retorno se daría por concluido a mediados de julio. El sistema es parecido al que se puso en marcha entre diciembre y marzo para la llegada de las casi 13.000 trabajadoras contratadas en origen.
La falta de respuesta de Marruecos preocupa a Interfresa, Freshuelva y UPA, las tres organizaciones agrarias que coordinan la contratación de las temporeras. El año pasado, la negativa de Marruecos a abrir las fronteras para sus trabajadoras estuvo a punto de ocasionar una crisis humanitaria, ya que las 7.000 mujeres que llegaron a España antes de que estallara la emergencia sanitaria tuvieron que permanecer en Huelva, sin trabajo y gastando buena parte de los ingresos logrados durante la temporada.
Las portavoces de Interfresa y Freshuelva —responsables de los contratos de más del 90% de este contingente— confían en que se resuelva el impás y defienden que la experiencia del año pasado los ha preparado para poder garantizar la acogida de estas mujeres si se prolongara su estancia. “Entonces se les mantuvo en las viviendas de los empresarios y ahora haremos lo mismo”, explican fuentes de Freshuelva.
Manuel Piedra, secretario de Movilidad y Migraciones del sindicato agrario UPA Andalucía, es más pesimista y contundente. “Este año no son 7.000, sino 12.600 mujeres”, advierte. Piedra tiene la esperanza de que el 10 de junio el Gobierno marroquí relaje las restricciones y abra las fronteras, lo que permitiría retomar las condiciones habituales de los viajes en el Estrecho y que las temporeras retornen en los ferris que salen desde Tarifa y Algeciras, pero no hay garantías de esta apertura.
Fuentes de la Secretaría de Estado de Migraciones, cuya acción se limita a la gestión documental de las trabajadoras, mantienen que ninguna mujer se quedará en situación irregular. Los primeros permisos caducan solo a finales de verano.
Las negociaciones con Marruecos en este ámbito son fluidas —convienen a ambos países—, pero no dejan de ser complejas. El pasado 19 de mayo se logró la salida de poco más de un centenar de temporeras enfermas, embarazadas o con problemas familiares que, por fin, embarcaron rumbo a Tánger, tras casi un mes de espera. Su viaje estaba previsto para el 22 de abril —un día después de que se conociera que el líder del Frente Polisario, Brahim Gali, estaba ingresado en un hospital de Logroño— pero Marruecos lo canceló sin dar explicaciones.
Amira y Latifa —nombres ficticios de dos mujeres temporeras en Huelva— trabajan en la fresa desde hace más de una década. Tenían previsto regresar esta semana, pero están preocupadas por no poder retornar en el plazo acordado. Siguieron los acontecimientos en Ceuta y conocían a las compañeras que tuvieron que volver de forma anticipada. “Su viaje también se retrasó”, recuerda una de ellas. Esta temporada, además, ha sido atípica por las adversas condiciones climáticas, y las temporeras han trabajado menos de lo que esperaban. “Lo que hemos ahorrado no nos compensa los gastos del viaje desde nuestros pueblos hasta Tánger para venir aquí”, afirma.
Las trabajadoras en origen cobran poco más de 40 euros al día, más las horas extra, pero deben abonar los gastos de luz y agua, además de la comida que necesiten, y el billete de regreso en el ferri —el de ida lo costea el empresario—. Para muchas la campaña es su único sustento y les permite mantener a sus familias durante todo el año, pero las cuentas no cuadran si se quedan atrapadas en España.
Prueba piloto con Honduras
Frustrados ante la falta de respuesta para la situación de las 7.000 temporeras que el verano pasado quedaron varadas en Huelva por el cierre de fronteras, los empresarios de la fresa empezaron a valorar otras opciones de contratación de mano de obra para evitar depender única y exclusivamente de los contratos en origen de un único país. En julio solicitaron al Gobierno la posibilidad de explorar la contratación en Honduras y el pasado viernes el Consejo de Ministros anunció un acuerdo con el país centroamericano de regulación de flujos migratorios, del que se desprende una experiencia piloto para la contratación de temporeros y temporeras.
“Todo es todavía muy incipiente, pero debemos buscar el máximo de alternativas de mano de obra”, señala una portavoz de Freshuelva. Piedra, desde UPA, muestra su entusiasmo por esta opción que, en ningún caso, asegura, vendría a sustituir a las temporeras marroquíes. “Estamos muy contentos con ellas y ellas también están muy fidelizadas con el empresario”, señala, “pero Marruecos cada vez da más problemas y no podemos depender solo de un país”, abunda. Piedra advierte de que quedan aún por concretar elementos esenciales como el número del contingente, las condiciones de su llegada, la infraestructura del servicio de trabajo hondureño o cómo se adaptan sus trabajadores al campo onubense.