Un comisario describe en el Congreso las peleas en Interior que destaparon el espionaje a Bárcenas
El ex alto mando policial explica su pugna con el comisario Villarejo que le costó su destitución como jefe de Asuntos Internos
La comparecencia del comisario jubilado Marcelino Martín-Blas en el Congreso ha permitido este jueves a los diputados de la comisión de investigación de la Operación Kitchen conocer algunos detalles del enfrentamiento entre altos mandos policiales que desembocó en la llamada guerra de comisarios que destapó en 2018 el espionaje ilegal al extesorero del PP Luis Bárcenas, cinco años después de que se realizara. El ex alto mando policial ha expli...
La comparecencia del comisario jubilado Marcelino Martín-Blas en el Congreso ha permitido este jueves a los diputados de la comisión de investigación de la Operación Kitchen conocer algunos detalles del enfrentamiento entre altos mandos policiales que desembocó en la llamada guerra de comisarios que destapó en 2018 el espionaje ilegal al extesorero del PP Luis Bárcenas, cinco años después de que se realizara. El ex alto mando policial ha explicado que fue cesado, en marzo de 2015, como jefe de la Unidad de Asuntos Internos (UAI) de la Policía Nacional por indagar sobre las actividades del comisario José Manuel Villarejo tras aparecer su nombre en la documentación intervenida a Francisco Nicolás Gómez Iglesias, el Pequeño Nicolás, detenido en octubre de 2014 por su presunta participación en varias estafas. En su comparecencia, Martín-Blas ha sacado a relucir los supuestos intentos de sus superiores, entre ellos el comisario Eugenio Pino, director adjunto operativo (DAO) de la Policía y presunto muñidor del operativo, por torpedear sus pesquisas sobre Villarejo. “Si hubiera mirado a otro lado, no estaría aquí”, ha asegurado en el Congreso.
Martín-Blas está imputado en el caso Kitchen, pero, en sus dos declaraciones ante el juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón, ha negado que participase en el espionaje al extesorero del PP y su familia. Algunos agentes de su departamento han asegurado ante el magistrado que el entonces jefe de Asuntos Internos les dio las instrucciones para acudir al entorno de la vivienda de Bárcenas para localizar un automóvil Citröen C-4 de color negro, pero no para seguir al entorno familiar del político, en aquel momento en prisión preventiva por el caso Gürtel. Sin embargo, los comisarios Villarejo y Pino le han implicado en sus declaraciones en las actividades de la trama policial de espionaje. En su comparecencia ante la comisión parlamentaria, Martín-Blas ha insistido en que no tuvo “absolutamente nada que ver” con la Operación Kitchen y ha achacado las declaraciones de estos dos mandos policiales a una supuesta enemistad que mantiene con ellos por sus investigaciones tanto en el caso del Pequeño Nicolás como en el llamado caso Emperador, sobre la organización criminal presuntamente encabezada por el empresario chino Gao Ping.
En ambas resultaron salpicados tanto Villarejo como otros mandos de su entorno. A partir de ese momento, este último entendió que Martín-Blas era su enemigo y pidió su destitución a sus superiores incluso por escrito. En una de estas denuncias, presentada en enero de 2015, Villarejo dio la primera pista sobre la existencia del caso Kitchen al señalar a Martín-Blas como el agente que captó a Sergio Ríos, chófer de Bárcenas, como confidente de la trama policial. El exjefe de Asuntos Internos ha asegurado en el Congreso que esto era falso y ha esgrimido que el chófer, también imputado en el caso, nunca le ha citado en sus declaraciones como uno de los mandos policiales con los que contactaba para pasar información del extesorero.
Martín-Blas ha acusado al entonces jefe operativo de la Policía, el comisario Pino, de querer implicarle en el llamado caso del pendrive, por el supuesto de incorporar de manera irregular a la causa donde se investiga a la familia del expresidente de la Generalitat Jordi Pujol datos sustraídos de manera irregular. “Nunca, jamás tuve ese pendrive”, ha afirmado rotundo a los diputados. El comisario Pino y uno de los policías de su confianza, el inspector jefe Bonifacio Díez Sevillano, se sentaron finalmente en el banquillo de los acusados por este hecho, aunque finalmente la Audiencia Provincial de Madrid los absolvió.
Seguimientos “normales”
Antes de Martín-Blas, había comparecido en la sesión de la tarde el comisario Mariano Hervás, que cuando se inició el espionaje a Bárcenas, en 2013, era el segundo jefe de la Unidad Central de Apoyo Operativo (UCAO) de la Policía Nacional, que comandaba el también comisario Enrique García Castaño, conocido como El Gordo y que colabora con la justicia. Hervás ha afirmado que las vigilancias al entorno del extesorero del PP y, en concreto, a su esposa, Rosalía Iglesias, se iniciaron cuando él estaba de vacaciones y que, al regresar de estas, fue informado por uno de sus subordinados sobre las mismas. El comisario recalcó que entonces le aseguraron que el objetivo de las mismas era descubrir los supuestos testaferros de Bárcenas y el lugar en el que podría ocultar dinero, y que en todo momento pensó que la autoridad judicial estaba informada y que los datos que pudieran surgir de las vigilancias eran facilitados a los investigadores del caso Gürtel. En realidad, ni el juez de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz, ni los policías de la UDEF que dirigían las pesquisas supieron nunca de la existencia de este operativo.
“Era un seguimiento más”, ha añadido para explicar a continuación que los agentes que participaban en el mismo realizaban actas habituales con las novedades más relevantes. También ha detallado que a comienzos de 2014, él mismo propuso a su superior levantar las vigilancias, porque consideraba que no ofrecían resultados, sobre todo después de que supieran que la presencia de uno de los policías había sido detectada en la zona. El alto mando policial ha detallado que, en su unidad, estos seguimientos nunca recibieron el nombre de Operación Kitchen, sino que fueron bautizados con el nombre de un santo, que no ha recordado, porque esa era la costumbre.
Hervás también ha confirmado que, junto a su superior, el comisario García Castaño, y dos agentes de la unidad se desplazaron al Ministerio del Interior para entregar un ordenador al entonces secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, imputado por el espionaje a Bárcenas, para entregarle un ordenador con un programa informático que facilitaba la búsqueda de información en volúmenes elevados de documentación. No obstante, ha asegurado que su destino no era rastrear información arrebatada al extesorero del PP, sino otra operación que no ha querido concretar.