“Lo hemos perdido todo, pero antes tampoco teníamos nada”
Los temporeros afectados por el incendio del asentamiento chabolista de Huelva se enfrentan a un futuro incierto sin casas ni documentos, calcinados por las llamas
“Yo estaba durmiendo y el fuego ya estaba casi en mi casa. Un amigo vino corriendo y me despertó. Pude salir, pero no me llevé nada”. Así relata el maliense Djibril Samake su huida de las llamas que devoraron su chabola y la de otros 300 temporeros que, como él, viven en el asentamiento de infraviviendas junto al polígono San Jorge en Palos de la Frontera (Huelva). El fuego comenzó a las seis de la mañana de este viernes y aún se desconoc...
“Yo estaba durmiendo y el fuego ya estaba casi en mi casa. Un amigo vino corriendo y me despertó. Pude salir, pero no me llevé nada”. Así relata el maliense Djibril Samake su huida de las llamas que devoraron su chabola y la de otros 300 temporeros que, como él, viven en el asentamiento de infraviviendas junto al polígono San Jorge en Palos de la Frontera (Huelva). El fuego comenzó a las seis de la mañana de este viernes y aún se desconoce la causa. Entre los habitantes del poblado de infraviviendas se ha extendido la versión de que fue provocado por una reyerta entre dos de sus vecinos; esa misma hipótesis, junto con la de una chispa fortuita de un hornillo al cocinar, baraja el alcalde de la localidad, Carmelo Romero (PP).
En la parcela donde se levantaba la chabola de Samake solo quedan restos calcinados: un plato, un tenedor, una bombona de gas reventada y el somier de su cama. De las 500 casas de plástico, cartón y madera, todos materiales que caen fácil presa de las llamas, que se extendían a lo largo de las 10 hectáreas del campamento, solo han quedado 200 en pie. Es el segundo incendio en los últimos días en un asentamiento de infraviviendas en Andalucía. La semana pasada ardió uno en Nerja.
Casi ninguno de los habitantes del asentamiento ha podido salvar al menos una de sus pertenencias. Un joven de 21 años, Cherno Sillah, de Gambia, no tiene nada excepto lo que lleva puesto: unos vaqueros, una chaqueta negra y unas chanclas. Con las manos tiznadas por haber rebuscado entre las cenizas, se guarda en el bolsillo interno de la chaqueta unas 20 monedas de uno y cinco céntimos que ha conseguido rescatar. “Periodista, ¿esto es cobre?”, pregunta, por si pudiera llegar al kilo para venderlo.
Esta mañana Cruz Roja y Accem han provisto a los afectados de los recursos indispensables: garrafas de agua, alimentos y mantas. A las cuatro de la tarde todavía quedaban ascuas en algunas maderas y se respiraba olor a humo. La noche fría se acerca y a primera hora de la tarde aún los habitantes del asentamiento no sabían dónde la pasarán. Tampoco se había concretado en ese momento la intención del Ayuntamiento es habilitar zonas para el descanso.
Los hermanos senegaleses Mohamed Mbye, de 21 años, y Mustafa Mbye, de 34, explican que, si no hay alternativa, les tocará dormir donde puedan: “Nos tumbaremos aquí”, dice uno de ellos apuntando un paso entre casas calcinadas. “¿Dónde vamos a ir? No tenemos nada”.
En el asentamiento viven temporeros magrebíes y subsaharianos que están trabajando en la recogida de la fresa. Se llena y vacía en función de las campañas. “[El de Palos] aún no está completo porque muchos están todavía en Jaén con la aceituna”, explica Pepa Suárez, portavoz de la Asociación Multicultural de Mazagón (Huelva).
Una mujer que mantiene el anonimato apura unos espaguetis junto a tres compañeras. “Lo hemos perdido todo, pero antes tampoco teníamos nada. Venimos temporalmente a trabajar a las fresas y nos explotan. Trabajo 5 meses y en mi nómina me pagan 3. Y encima ahora se quema todo. Esto es problema tras problema”. Entre todo lo que han devorado tras las brasas estaban sus documentos de trabajo.
En el centro del asentamiento se repite una imagen: grupos de personas que miran a la nada, pensativos. El senegalés Brahim, de 56 años, que llevaba solo dos semanas en el lugar, denuncia las condiciones en las que se encuentran: “Los negros no valemos nada”, dice. El Ayuntamiento de Palos no se plantea ofrecer un plan alternativo a las chabolas. “La inmigración ilegal en una competencia del Estado y es el Gobierno central el que debe erradicar el chabolismo”, afirma el alcalde.