Muere una reclusa de la cárcel de Murcia II aprisionada por la puerta de su celda
Un juzgado e Instituciones Penitenciarias investigan por qué no funcionó el sistema automático que reabre el cierre cuando encuentra un obstáculo
Una reclusa de 48 años, E. C. J., falleció este lunes en la prisión de Murcia II, en la localidad de Campos del Río, tras quedar aprisionada por la puerta de su celda cuando esta se cerraba, según ha adelantado EFE y han confirmado a EL PAÍS fuentes de Instituciones Penitenciarias. El suceso se produjo a las 20.00 horas, momento en el que se produce el cierre nocturno de las celdas una vez que los internos están ya en su interior. En el momento en el que las puertas se estaban clausurando, la v...
Una reclusa de 48 años, E. C. J., falleció este lunes en la prisión de Murcia II, en la localidad de Campos del Río, tras quedar aprisionada por la puerta de su celda cuando esta se cerraba, según ha adelantado EFE y han confirmado a EL PAÍS fuentes de Instituciones Penitenciarias. El suceso se produjo a las 20.00 horas, momento en el que se produce el cierre nocturno de las celdas una vez que los internos están ya en su interior. En el momento en el que las puertas se estaban clausurando, la víctima sacó medio cuerpo para dar un objeto a la presa de la celda contigua y quedó atrapada a la altura del pecho. Según fuentes penitenciarias, las puertas cuentan con un mecanismo, denominado presostato, que hace que se reabran automáticamente cuando encuentran un obstáculo al cerrar. En esta ocasión, el sistema no funcionó, según confirman varias fuentes. Un juzgado de Murcia y la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias han abierto una investigación.
Los hechos se produjeron en el módulo 16 de la cárcel murciana, donde hay medio centenar de reclusas repartidas en 36 celdas. El módulo se encontraba en cuarentena tras haberse detectado recientemente un caso sospechoso de covid-19, por lo que las internas cenaban en sus celdas. La fallecida, encarcelada por tráfico de drogas, era una de las cuatro presas que se encargaba de repartir la comida y, por tanto, de las últimas en entrar en sus celdas. A las ocho de la tarde, y como recoge el protocolo, el sistema de megafonía ordenó a las reclusas que aún estaban en el pasillo del módulo que entraran en sus celdas para proceder al cierre de las mismas. Cuando los funcionarios se cercioraron que todas estaban dentro, activaron el mecanismo que clausura las celdas. “No se cierran todas a la vez, sino una tras otra, y provocan un gran ruido que también sirve de aviso para las internas”, señalan trabajadores de este centro penitenciario.
Según la investigación preliminar, cuando las puertas ya se estaban cerrando, la víctima asomó la mitad del cuerpo para entregar un objeto, supuestamente un mechero, a la reclusa de la celda contigua y, en ese momento, quedó aprisionada a la altura de la caja torácica. “No era la primera vez que lo hacía y se debió confiar. Esta vez no le dio tiempo a volver al interior de la celda”, apuntan fuentes penitenciarias. Los gritos de la víctima y las otras reclusas alertaron a uno de los funcionarios que intentó inmediatamente la apertura de todas las puertas el módulo. Todas se abrieron menos la que aplastaba a la fallecida. Los funcionarios tuvieron que acudir con una llave que permite la apertura manual de las puertas para, tras diez minutos, conseguir desbloquearla. La reclusa fue trasladada inmediatamente a la enfermería del centro, donde no pudo ser reanimada. Según los primeros informes médicos, falleció por asfixia a causa del aplastamiento de la caja torácica.
Los hechos se han puesto en conocimiento del juez de guardia, que ha abierto una investigación. Instituciones Penitenciarias ha trasladado este martes dos inspectores desde Madrid para analizar por qué no funcionó el sistema automático que impide el cierre de las puertas cuando se encuentra un obstáculo. Una empresa externa se encarga del mantenimiento de las mismas. Fuentes sindicales denuncian que hace tres meses se produjo un incidente similar en otro módulo de la prisión. En aquella ocasión, un funcionario sufrió la rotura de un brazo a evitar que un interno quedase aprisionado.