El ‘triángulo de hielo’, donde los termómetros bajan de -20º al menos una vez por década
Molina de Aragón (Guadalajara), Calamocha (Teruel) y la propia Teruel capital conforman el área de España donde se concentra el frío extremo al acumular más de un centenar de registros inferiores a dicha cota desde el siglo XIX
Entre Guadalajara y Teruel, flanqueado por la sierra de Albarracín, hay un territorio de 2.000 kilómetros cuadrados, equivalente a los que tiene Bizkaia, que concentra todo el frío del país. Una tierra a una altitud entre 800 y 1.000 metros, en plena España vaciada, que apenas alcanza para cereal, patata y remolacha, porque el periodo libre de heladas es corto y llueve menos de 400 litros por metro cuadrado. Es el llamado triángulo de hielo, que tiene tres vértices como carámbanos en Molina de Aragón (Guadalajara), Calamocha (Teruel) y la propia Teruel capital, y abarca el valle del Jil...
Entre Guadalajara y Teruel, flanqueado por la sierra de Albarracín, hay un territorio de 2.000 kilómetros cuadrados, equivalente a los que tiene Bizkaia, que concentra todo el frío del país. Una tierra a una altitud entre 800 y 1.000 metros, en plena España vaciada, que apenas alcanza para cereal, patata y remolacha, porque el periodo libre de heladas es corto y llueve menos de 400 litros por metro cuadrado. Es el llamado triángulo de hielo, que tiene tres vértices como carámbanos en Molina de Aragón (Guadalajara), Calamocha (Teruel) y la propia Teruel capital, y abarca el valle del Jiloca y las parameras de Molina.
En las tres poblaciones vértices del triángulo viven unos 44.400 habitantes, a los que hay que sumar los núcleos del interior, por ejemplo, los 2.000 habitantes de Daroca y los 2.600 de Monreal del Campo. Aquí, hace 57 años, se registró la temperatura más baja de la historia del país en una zona poblada, 30 grados bajo cero. El observatorio de Calamocha-Fuentes Claras los anotó el 17 de diciembre de 1963. Pero que estas poblaciones sufran temperaturas de Escandinavia o de los Alpes en el cálido sur de Europa no es un caso aislado. “Cuenta con más de un centenar de registros inferiores a -20° desde el siglo XIX, la zona está considerada el Polo del Frío español”, certifica el divulgador científico Vicente Aupí, el hombre que más ha investigado su clima y quien acuñó el término triángulo del hielo.
Las tres localidades, junto a otras situadas dentro o en las cercanías del triángulo, llevan toda esta ola de frío, que comenzó el lunes pasado y que todavía durará hasta el miércoles que viene, reinando en el podio del Ártico de los observatorios de la red principal de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). El martes 12 de enero —el día más gélido de la ola y “probablemente el día más frío en lo que llevamos de siglo XXI”, según Aupí— en los tres picos del triángulo se bajó de los -20º. En Bello (Teruel), los termómetros cayeron a -25.4°, la temperatura mínima más baja del país. En Molina, se midieron -25.2°; y en Santa Eulalia del Campo, -23°; mientras que Calamocha y Teruel batieron sus récords.
Esta intensa y extensa ola de frío está siendo la peor desde el último gran episodio de frío extremo de 2001 y para Aupí es ya “una de las grandes clásicas”, a la altura de los episodios históricos de los siglos XIX y XX, por la magnitud de la nevada en Madrid o Zaragoza. A juicio de este experto, el temporal tiene un perfil muy similar al de las Navidades de 2000-2001, pero no llega a las dimensiones del de 1971, cuando ya que nevó hasta el nivel del mar en Cataluña y el frío polar fue más generalizado, con “más de cien observatorios de la red pluviométrica que bajaron de -20°, incluso en Andalucía”. Se bajó a -28° en Monreal del Campo, dos grados y medio menos que ahora.
Aupí, valenciano de raíces turolenses, quedó fascinado en los ochenta por la singularidad climática de la zona al descubrir en el libro de Inocencio Font Tullot Climatología de España y Portugal, que Molina de Aragón y Calamoncha tenían registros de -28° y de -30°. “Pasé muchas horas durante años buceando en los archivos de la Aemet de Valencia y de Madrid, consultando boletines, informes, calendarios...”, recuerda. En los noventa, le puso nombre al fenómeno y en 2013, en el 50 aniversario del récord de frío de -30°, publicó un libro con el resultado de sus investigaciones, que se ha convertido en el referente para hablar del frío en España: El triángulo de hielo. Teruel, Calamocha, Molina de Aragón: Estudio climático del polo del frío español.
El también periodista explica que los tres picos del triángulo son “solo una referencia geográfica orientativa”, ya que en su contornada —las parameras de Molina, los montes Universales, al sur de Zaragoza y en el valle de Alfambra— se miden valores similares. También aclara que temperaturas tan bajas se pueden alcanzar en otros puntos del país, pero en esta zona hay predisposición a que ocurra con “una gran frecuencia”. Y “la clave no está en la magnitud del temporal de nieve previo asociado a una entrada de aire polar, sino en que después se produzcan viento en calma, suelo nevado y cielos despejados”, precisamente los ingredientes que han servido en bandeja la borrasca Filomena y el anticiclón. Son los mismos factores que se dan, por ejemplo, en el polo del frío de Suiza, que tiene un récord de -41°.
Menor frecuencia
¿Cada cuánto se sufren los -20° en el triángulo del frío? “Tengo documentados más de un centenar de episodios. Ocurre todas las décadas, una o varias veces, desde finales del XIX. Es evidente que ha disminuido la frecuencia —que fue máxima en los años cuarenta y cincuenta— a causa del calentamiento global. En la última década hubo un registro cercano, con -18° durante unas nevadas en febrero de 2018”, responde Aupí.
El primero de su lista se remonta a enero de 1885, cuando Teruel y Molina de Aragón alcanzaron -20° y -26.8°. El investigador destaca que, con el auge de la aviación, el Ministerio del Aire, del que dependía el Servicio Meteorológico Nacional, instaló varios observatorios en la zona en los años cuarenta y se produjo el cuatrienio de la nieve, de 1944 a 1947, con valores de -25° a -28°.
Y así hasta llegar al récord de frío de 1963, que se produjo durante un episodio en el que también nevó, pero lo más significativo fueron tres o cuatro días de un frío inusitado en la zona y en Cataluña. Lo curioso es que “el dato ni siquiera trascendió en aquel momento, no le dieron ninguna publicidad y no hay una sola portada en la que aparezca, se quedó en revisión en el seno interno del Servicio Meteorológico”. Hasta que Aupí publicó su libro era un hito de tapadillo.
El investigador cuenta que la mañana de los -30°, la potencia de la helada había petrificado la estación de Calamocha-Fuentes Claras y los observadores usaron un soplete para abrir la verja. El observador que anotó la cifra, Manuel Villamón, pensó que se había equivocado. Se convenció de que era correcto al ver su bigote escarchado. “En Molina y en Monreal del Campo, aquel día se midieron -28° y cuando enviaron los datos, en Madrid no se los creían. Al observador de Molina, José Antonio Martín Corral, hasta intentaron convencerlo de que rebajara el dato, pero él no lo admitió”.
Para Aupí, que lleva 15 años viviendo en Torremocha, lo más sorprendente es que la sensación no es de frío. Asegura que, tras pasar la noche a -20° y el resto del día no subir de -5°, “a las doce de la mañana, al sol y en medio de la nieve te sobra el abrigo y no te hacen falta guantes”. “Lo peor no son los grados, es el viento”, concluye.
El mapa del frío más allá del triánglo
Vicente Aupí, también autor entre otras muchas obras de la 'Guía del Clima de España', apunta a que el podio del frío de las capitales de provincia lo lidera Albacete, con -24º durante la gran ola de frío de enero de 1971. Le siguen los -22º de Burgos también en 1971 y Vitoria, con -21 en 1962, ahora empatada con Teruel. Un grado por debajo se encuentra Salamanca, donde en febrero de 1963 el termómetro bajó hasta los -20º. Al margen de valores puntuales, la capital con los días más fríos del país es Palencia, mientras que las noches más gélidas las sufren en Teruel, según un estudio elaborado por César Rodríguez Ballesteros, del Servicio de Banco Nacional de Datos Climatológicos de la Aemet. En Palencia se vive a una media de 6ºC de máxima entre el 6 y el 12 de enero, la semana más fría del año allí, mientras que en Teruel tienen una mínima media de -2,9ºC del 11 al 17 de enero, la semana más cruda de sus crudos inviernos.