‘El Goyito’ o la impunidad del alunicero

Lleva más de 50 ‘palos’ y este lunes fue otra vez detenido, tras quedar en libertad porque un juez se inhibió en favor de otro

El Goyito hace siete años, cuando lo entrevistó 'Equipo de Investigación'.La Sexta

Gregorio Rodríguez García, El Goyito (Madrid, 1992), ha forjado su leyenda como delincuente a base de asaltos y robos a talleres, concesionarios, tiendas de telefonía… conduciendo coches de alta gama, también robados, y empotrándolos contra esos negocios. Ya ha sido detenido cerca de 20 veces, la última de ellas el lunes en un hotel de Pinto (Madrid) donde se había registrado con nombre falso. Tiene más de 50 delitos contra el patrimonio en su haber, como ...

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Gregorio Rodríguez García, El Goyito (Madrid, 1992), ha forjado su leyenda como delincuente a base de asaltos y robos a talleres, concesionarios, tiendas de telefonía… conduciendo coches de alta gama, también robados, y empotrándolos contra esos negocios. Ya ha sido detenido cerca de 20 veces, la última de ellas el lunes en un hotel de Pinto (Madrid) donde se había registrado con nombre falso. Tiene más de 50 delitos contra el patrimonio en su haber, como Jonathan Moñiz, El Piojo, el otro famoso alunicero madrileño que se fugó con su hermano el 5 de diciembre de la cárcel madrileña de Valdemoro y sigue en busca y captura. El Goyito lleva entrando y saliendo de la cárcel desde 2017.

Tratados como héroes en muchos barrios del sur de Madrid y en las localidades limítrofes de Toledo, sus cuarteles generales, viven envueltos en un aura de impunidad sorteando juzgados y jueces, que se inhiben ante atestados de más de 500 folios de golpes en serie que implicarían diligencias por media España.

“Capaz de conducir a 200 por hora sin luces en la oscuridad”, según los investigadores, al Goyito le habían puesto las esposas hace solo dos meses. Fue el 5 de noviembre en la Operación Turbo-Atelier, una actuación conjunta de la Policía y la Guardia Civil contra su banda. En esa ocasión los agentes recuperaron 14 vehículos de alta gama, una caravana y material valorado en total en unos 300.000 euros.

“Actuaban en talleres mecánicos, llegando a robar hasta en seis en una sola noche”, recuerda uno de los investigadores. “Se llevaban herramientas y maquinaria y vehículos que después usaban para otros atracos, armados y usando la violencia si era necesario, también en gasolineras”, aseguran quienes llevan años persiguiendo a los mismos delincuentes y esquivando los escollos legales y judiciales que encuentran a su paso en este tipo de investigaciones de delitos “menos graves”.

Fuentes policiales indican que “el juez de guardia de plaza de Castilla [en Madrid] le dejó en libertad por considerar que los hechos no eran de su competencia. Se inhibió en favor de otro juzgado, pese a que el atestado incluía los 52 delitos contra el patrimonio que acumula el detenido, y resaltaba la reincidencia y que se trata de una persona violenta”.

Libre, a los pocos días El Goyito volvía a las andadas en Parla (Madrid), donde asaltó una tienda de telefonía móvil. “Ahora le teníamos más o menos monitorizado, Si le dejan en libertad, luego hay que localizarlo de nuevo y no siempre es sencillo; mira El Piojo”, apuntan fuentes policiales, que destacan las dificultades de estas investigaciones de delitos contra el patrimonio. “Nos deniegan las escuchas y las geolocalizaciones, todo, por considerar que es prospectivo. Es muy complicado; no quieren ni vernos cuando llegamos al juzgado y despiezan nuestros atestados en lugar de ver al delito y al delincuente en conjunto”, aseguran varios agentes con años de experiencia en la lucha contra robos organizados.

Fuentes judiciales replican que “se trata de delitos patrimoniales con penas poco elevadas, a pesar del agravante de la multirreincidencia. No hay fórmula legal para meterlos en prisión, al margen de cuestiones competenciales”. “En última instancia es un problema más social que jurídico”, añaden.

El Goyito ingresó finalmente ayer en prisión por una sentencia de la Audiencia de Madrid del pasado julio, que le condenó a dos años y medio de cárcel.


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