Sin conexión internacional: la vía muerta del 17-A

Dos agentes subrayan que la investigación en Bélgica o Francia no halló vínculos con la célula de Ripoll

Estado en que quedó la casa de Alcanar tras la explosión de agosto de 2017; en el recuadro, el imán Abdelbaki es Satty.Josep Lluis Sellart

Hay sesiones del juicio por los atentados del 17-A que parecen discurrir sobre la pura anécdota. Como la de este jueves, que ha permitido saber, por ejemplo, que el conductor de la Rambla, Younes Abouyaaqoub, utilizó una identidad falsa (Hamza Aloui) para su teléfono móvil. O que la célula de Ripoll no obtuvo, en general, el apoyo de sus “hermanos musulmanes” cuando pidió, un poco a la desperada, que les prestaran sus furgonetas. O que la bandera de Estado Islámico hallada...

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Hay sesiones del juicio por los atentados del 17-A que parecen discurrir sobre la pura anécdota. Como la de este jueves, que ha permitido saber, por ejemplo, que el conductor de la Rambla, Younes Abouyaaqoub, utilizó una identidad falsa (Hamza Aloui) para su teléfono móvil. O que la célula de Ripoll no obtuvo, en general, el apoyo de sus “hermanos musulmanes” cuando pidió, un poco a la desperada, que les prestaran sus furgonetas. O que la bandera de Estado Islámico hallada en la casa ocupada de Alcanar fue “pintada a mano sobre una almohada”, como ha detallado un mosso.

Lo mejor, sin embargo, ha llegado al final de la mano del abogado de Javier Martínez, el padre del niño de tres años muerto en La Rambla. Martínez sostiene que existen muchos interrogantes en torno a la investigación y, en particular, sobre la relación entre el imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty (presunto cerebro de los ataques que falleció en la explosión de Alcanar) y el CNI. Cada día, el abogado Agustí Carles intenta —con exquisita prudencia, para no ganarse un “¡impertinente!” del presidente de la sala— indagar sobre el imán, descubrir lagunas, poner en evidencia dudas.

Carles ha interrogado esta vez, con cierto éxito, a dos testigos que había propuesto: un guardia civil y un policía nacional que participaron en la investigación internacional de los atentados de Barcelona y Cambrils del 17 de agosto de 2017. Las comisiones rogatorias —peticiones de auxilio judicial entre Estados— enviadas a Bélgica, Francia, Marruecos o Estados Unidos no arrojan resultados positivos: no se han encontrado conexiones de la célula con el extranjero o, según lo ve la defensa de Martínez, no se ha investigado lo suficiente como para dar con ellas.

Lo explicado, con premura, por los agentes, revela en todo caso que la vía internacional del 17-A ha resultado ser una vía muerta.

La pista más firme parecía ofrecerla Bélgica, adonde viajaron algunos miembros de la célula. Mohamed Houli, uno de los tres acusados en el juicio, fue a Amberes. “Fue una estancia familiar con su tío, para buscar trabajo… Las autoridades belgas no concluyen que tenga que ver con actividad terrorista”, ha declarado el guardia civil. Los tres mayores de la célula, que fueron adoctrinados por el imán y arrastraron a los hermanos pequeños al proyecto, también visitaron ese país. “Pasaron unos días, pero no se pudo acreditar la naturaleza de su visita”, ha dicho el guardia sobre el viaje de Younes Abouyaaqoub, Mohamed Hichamy (líder del ataque a Cambrils) y Yousseff Aalla (muerto, como el imán, en la explosión de la casa de Alcanar).

Es Satty sí tuvo “una presencia más permanente”: tras una primera estancia en Ripoll, se desplazó a Bélgica en 2016 para buscar trabajo como imán. “Estuvo tres meses dirigiendo los rezos diarios [en la mezquita Yousseff, de Diegem] de manera oficiosa, a la espera de homologar su presencia”. Pero no presentó, como le exigían, un certificado de antecedentes penales (había cumplido pena de cuatro años de cárcel en Castellón por tráfico de drogas) y tuvo que regresar a España. En su periplo belga, varias personas le ayudaron con gestiones, le pagaron vuelos y sufragaron sus gastos. El agente ha defendido que se indagó a fondo, pero no se llegó a nada relevante. “Las autoridades belgas fueron exhaustivas. Ninguna de las relaciones se identificó con un proyecto o actividad vinculada al terrorismo”.

Agustí Carles ha logrado también que, por primera vez en el juicio, se mencione de forma explícita el nexo entre el imán y el CNI. Consta que el servicio secreto visitó a Es Satty durante su estancia en la cárcel, tal vez para captarle como confidente, aunque nunca se ha aclarado oficialmente la naturaleza y alcance de esa relación. El imán belga Soliman Kaychouch ya declaró en su día que en una ocasión sorprendió a Es Satty hablando por teléfono en castellano. Al colgar, este le dijo que “quien le llama son los servicios secretos”, tal como ha recordado el agente, sin aportar más datos. Kaychouch podrá ahondar en ello: declara el próximo lunes, junto a los responsables de la comunidad islámica de Ripoll que sí ficharon a Es Satty.

El agente de la Policía Nacional, por su parte, ha contado con cierta desmemoria (“no recuerdo, lo que consta en el documento”) las comisiones rogatorias enviadas también a Francia y Estados Unidos. Días antes del 17-A, algunos de los terroristas viajaron a París y fotografiaron la Torre Eiffel con una mirada que no era de turista. Los investigadores también pidieron información a Google, con sede en EEUU, sobre correos electrónicos de miembros de la célula. La respuesta fue el silencio.

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