Los anillos perdidos que rescató el ‘Open Arms’
El buque humanitario recupera del Mediterráneo las pertenencias de una pareja a salvo de un naufragio
Una mochila roja flotaba desde hace semanas en el medio del Mediterráneo. La casualidad hizo que la tripulación del buque humanitario español Open Arms la encontrara, el pasado 9 de noviembre, mientras navegaba hacia la zona de rescate donde salvarían la vida de 259 personas en tan solo dos días. Sergi Cámara, fotógrafo en la embarcación, recuerda que desprendía un fuerte olor a gasolina y que tenía unas caracolas del mar pegadas a ella. La ...
Una mochila roja flotaba desde hace semanas en el medio del Mediterráneo. La casualidad hizo que la tripulación del buque humanitario español Open Arms la encontrara, el pasado 9 de noviembre, mientras navegaba hacia la zona de rescate donde salvarían la vida de 259 personas en tan solo dos días. Sergi Cámara, fotógrafo en la embarcación, recuerda que desprendía un fuerte olor a gasolina y que tenía unas caracolas del mar pegadas a ella. La abrieron, esperando encontrar pistas sobre sus dueños, pero descubrieron algo más valioso: entre ropa y artículos personales, había dos anillos. En uno se leían dos nombres: “Ahmed” y “Doudou”, separados por un corazón.
La historia de estos migrantes argelinos no se perdió entre las aguas. El pasado 21 de octubre, unos pescadores italianos los salvaron del naufragio de la patera en la que viajaban junto con otras 18 personas. La noticia de que aquellos objetos preciados no desaparecieron en el fondo del mar apaciguó el trauma de aquella experiencia. “No nos lo podíamos creer, las pocas cosas con las que empezamos este viaje han sido rescatadas”, ha confesado la pareja a Médicos Sin Frontera en Italia.
Ahmed y Doudou, de 25 y 20 años, querían esperar hasta llegar a Europa para reparar los anillos de casados. Los habían guardado en una pequeña caja transparente en la mochila, junto con ropa, productos de aseo, cargadores para el móvil, una caja de tabaco y dos láminas con inscripciones en árabe. Un equipaje que les hubiera permitido empezar desde cero una nueva vida. La que tenían en Zauiya (Libia) estaba plagada para ellos de violencia extrema y peligro en medio de un país en guerra.
Sin embargo, a la 01.00 del 21 de octubre, después de que la embarcación se quedara sin gasolina, una ola volcó la patera, a unos 60 kilómetros de Lampedusa. Todos los 20 pasajeros acabaron en el mar. Un barco de pescadores de Mazara del Vallo (Sicilia), que navegaba en los alrededores, los encontró y rescató a 15 personas, entre ellos Ahmed y Doudou. Los otros cinco siguen desaparecidos: una niña de dos años y medio que se escapó de los brazos de su madre cuando estaban en el agua, una señora con su hija, y la madre y la hermana de un niño de nueve años.
La tripulación del barco pesquero les prestó su ropa y los colocó cerca de los motores para que pudieran secarse y resguardarse del frío de la noche. Desembarcaron en Lampedusa, pero fueron trasladados a un centro de acogida en provincia de Agrigento (Sicilia), donde transcurrieron 14 días en cuarentena, atendidos por el personal de Médicos Sin Fronteras (MSF). Ahmad Al Rousan, mediador cultural de la organización, voló desde Roma para atender psicológicamente a los supervivientes del naufragio. “Lo que más nos preguntan es por los cuerpos de los fallecidos que no fueron recuperados. Quieren que les avisemos cuando los encuentren para enterrarlos”, afirma.
Al Rousan fue el primero en recibir, el mismo día, las fotos de la mochila recuperada por el buque Open Arms. Se las había enviado una operadora de la ONG española que sabía que el mediador de MSF forma parte del equipo de primeros auxilios psicológicos para las víctimas de naufragios. “Me pidió consejos para localizar al dueño de la mochila. Estábamos muy desilusionados porque sabíamos que sería muy difícil encontrarlo”, recuerda Al Rousan. Se comprometió a enviar las fotos a las personas a las que había tratado para ver si alguien reconocía las pertenencias.
Días más tarde, durante una conversación telefónica con un superviviente, Al Rousan aprovechó para contarle la historia de los objetos recuperados y le pasó dos fotos. A la mañana siguiente, Ahmed y Doudou le llamaron diciéndole que aquellas pertenencias eran suyas. “Estábamos todos muy emocionados”, dice Al Rousan. “Ellos no se lo podían creer. Me decían siempre que lo había perdido todo”. No obstante, los objetos tardarán en reencontrarse con sus dueños. Actualmente, el Open Arms está amarrado en la costa de Trapani (Sicilia) mientras cumple la cuarentena protocolaria impuesta por Italia a raíz de la pandemia. “Cuando terminemos se les devolverán las pertenencias estén donde estén”, dice Sergi Cámara.
En lo que va del 2020, se han registrado 77.966 intentos de llegadas a Europa a través del Mediterráneo. Unas 886 personas han perdido la vida o han desaparecido, según las estimaciones de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Argelia es el segundo país —después de Túnez— desde el que más migrantes han intentado cruzar, con 8.880 este año.
El trauma y el horror del naufragio quedará marcado en la vida de la joven pareja migrante, que a distancia de unas semanas, sigue conmocionada por la tragedia que ha tenido que vivir. “Cuando encontraron la mochila yo les dije que en la desgracia habían tenido suerte”, cuenta Al Rousan. Sin embargo, Ahmed y Doudou siguen teniendo presente a aquellos que no tuvieron la misma suerte: “El dolor permanece para los compañeros de viaje que no lo lograron”, lamentan.