¿Maquillaje político?
El presidente Ximo Puig anunció la recuperación del Servicio de Salud y una Comisionada de Atención Primaria. Ambas iniciativas dan la razón a quienes denuncian que la pandemia ha puesto en evidencia la fragilidad del primer escalón sanitario
Leo una reciente entrevista protagonizada por Rafael Bengoa, y caigo rendida a sus pies. Por su claridad. Por su lucidez. Bengoa —médico y experto en salud pública— luce un currículo que para sí quisieran muchos de los que, desde cotas académicas y profesionales menos elevadas, sientan cátedra cada día a cuenta del coronavirus. O de lo que se preste.
Ha sido nuestro personaje director de Sistemas de Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), consejero de Sanidad en el Gobierno vasco, y asesor de Barack Obama para su proyecto de reforma sanitaria.
Y, ¿qué dice Bengoa para...
Leo una reciente entrevista protagonizada por Rafael Bengoa, y caigo rendida a sus pies. Por su claridad. Por su lucidez. Bengoa —médico y experto en salud pública— luce un currículo que para sí quisieran muchos de los que, desde cotas académicas y profesionales menos elevadas, sientan cátedra cada día a cuenta del coronavirus. O de lo que se preste.
Ha sido nuestro personaje director de Sistemas de Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), consejero de Sanidad en el Gobierno vasco, y asesor de Barack Obama para su proyecto de reforma sanitaria.
Y, ¿qué dice Bengoa para desatar nuestra admiración indisimulada hacia su figura? Cosas razonables, impregnadas de sentido común. Él, al igual que vienen reclamando desde hace semanas dispares científicos españoles, solicita una auditoría independiente sobre cómo el Gobierno español y las administraciones autonómicas han afrontado hasta la fecha el reto que representa la pandemia de la Covid-19.
“No se trata de buscar culpables -razona Bengoa- sino de identificar todas las cosas que se pueden mejorar”. Ante la pregunta de si España necesita una Agencia Nacional que mejore la coordinación entre las diferentes administraciones, el experto en salud pública es contundente: “Sin auditorías externas, ese tipo de arreglos serán cosméticos”.
El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, anunció el pasado lunes en el debate de Política General la recuperación del Servicio Valenciano de Salud —suprimida por el PP en 2013 su sinónima Agencia Valenciana de Salud— y el nombramiento de una Comisionada de Atención Primaria. Ambas iniciativas dan la razón a quienes denuncian que la pandemia vírica que nos asola ha puesto en evidencia la fragilidad del régimen de atención sanitaria primaria. Los profesionales del sistema de salud público valenciano vienen denunciando desde hace años las carencias y fallos de una estructura que ha primado la asistencia hospitalaria en detrimento del primer y básico escalón de esa misma estructura.
El diagnóstico de Bengoa, referido al conjunto del sistema sanitario español, es aplicable a la realidad valenciana: “Tenemos el mejor sistema de agudos, pero la gestión de los crónicos es muy deficiente”.
¿Estamos ante anuncios en clave cosmética o estos responden a una minuciosa auditoría que ha sancionado que el remedio a las disfunciones de la sanidad pública valenciana pasa por las soluciones apuntadas en el hemiciclo de las Cortes Valencianas? Si la auditoría existe, en aras al espíritu de transparencia sobre el que dice cabalgar el Gobierno del Botánico, bueno sería que se hiciese pública. Si no es así, mucho nos tememos que el parcheado propuesto quizás alivie en algo la situación pero, desde luego, no sentará las bases de un sistema sanitario público resolutivo frente al reto presente y los que el futuro nos reserva. Queda el consuelo, no menor, de estar entre las autonomías con las cifras de contagio por coronavirus menos dramáticas de toda España.
Más de lo mismo respecto al anuncio de una paga extra adicional para todos los trabajadores de los centros sanitarios y de las residencias públicas valencianas que han doblegado esfuerzos en la lucha contra la pandemia. ¿Para todos? ¿Por qué? La política indiscriminada del café para todos es injusta y genera muchas susceptibilidades. No todos han bregado del mismo modo, ni todos han permanecido en su puesto de trabajo durante la pandemia. Entonces, ¿discriminamos? ¿Quién discrimina? ¿Quién decide qué profesionales se verán bendecidos por la dádiva? Lío garantizado. Otra duda: ¿por qué los profesionales sanitarios sí y no otros grupos funcionariales que también han echado los restos durante el estado de alarma? Los profesores de primaria, secundaria, bachiller o universitarios, ¿no se merecen igualmente un reconocimiento económico por las largas jornadas frente al ordenador y al teléfono para tratar de salvar el curso a los miles de alumnos confinados en sus casas?
Por lo demás, el debate de Política General que finalizó el pasado viernes sirvió para constatar que los aliados, como Toni Cantó y C’s, son importantes, pero las coaliciones de gobierno son prioritarias. Los tres socios del Consell —PSPV-PSOE, Compromís y Unidas Podemos— cerraron filas en torno a sus propuestas de resolución y desestimaron las iniciativas lanzadas desde las filas de la oposición.
El Pacto de Reconstrucción suscrito el pasado 6 de agosto por todos los grupos parlamentarios, a excepción de Vox, se ha revestido de un tono amarillento, viejuno. Papel mojado. En la batalla que se avecina por los próximos presupuestos autonómicos veremos si resta algo del espíritu de consenso y cooperación que lo inspiró hace apenas dos meses.