“Dios me hizo para guerrear y así moriré”
La Fiscalía pide hasta 15 años de prisión para los miembros de una supuesta célula yihadista que operaba desde la cárcel de Valdemoro
Cuando los investigadores registraron la celda de Suleyman El Mokhtari, la número 45 del módulo seis de la prisión de Valdemoro (Madrid), se toparon con un móvil Samsung y nueve tarjetas Micro SD. Eran las presuntas herramientas clave de este marroquí, con antecedentes por tráfico de drogas, al que la Fiscalía sitúa en la cúspide de una supuesta célula yihadista que operaba desde la cárcel para captar a otros reclusos y atentar tras quedar en libertad. Un sospechoso que en su perfil de WhatsApp...
Cuando los investigadores registraron la celda de Suleyman El Mokhtari, la número 45 del módulo seis de la prisión de Valdemoro (Madrid), se toparon con un móvil Samsung y nueve tarjetas Micro SD. Eran las presuntas herramientas clave de este marroquí, con antecedentes por tráfico de drogas, al que la Fiscalía sitúa en la cúspide de una supuesta célula yihadista que operaba desde la cárcel para captar a otros reclusos y atentar tras quedar en libertad. Un sospechoso que en su perfil de WhatsApp lucía la foto de una persona encapuchada, con la cara tapada y un arma larga, acompañada por la frase: “No me voy a echar para atrás, ni tampoco voy a rendirme. Dios me hizo para guerrear y así moriré”.
“Este acusado, a través de sus comunicaciones telefónicas, transmitió mensajes en favor de las acciones violentas, impartía instrucciones y comunicó su propósito de realizar acciones terroristas, manifestando su odio contra España y Marruecos”, precisa el ministerio público en su escrito de acusación, al que ha tenido acceso EL PAÍS, donde detalla el papel que jugaba en el entramado cada uno de los seis componentes de este grupo “con un alto grado de radicalización”. “Se hacían temer en la prisión por su carácter violento, obligando a otros a unirse a sus actividades religiosas”; y, bajo la dirección de El Mokhtari, captaban a otros reclusos con “personalidad cercana a la exclusión social por su dependencia a drogas o con problemas psicológicos para incorporarlas a actuaciones terroristas de carácter yihadista”.
Todos ellos se sentarán en el banquillo, junto a tres de sus presuntos colaboradores, a partir del próximo 19 de enero. Esa es la fecha que la Audiencia Nacional ha fijado para el arranque de un juicio importante —la radicalización dentro de las prisiones se ha convertido en un fenómeno preocupante, que mantiene en “alerta permanente a la Policía”, en palabras del Ministerio del Interior—, que se prolongará durante 15 sesiones y que durará casi un mes, hasta el 8 de febrero.
La Fiscalía solicita 15 años de condena para El Mokhtari, y entre 3 y 11 años para los otros ocho acusados. Entre ellos se encuentra un funcionario de prisiones, Miguel Ángel S. M., que facilitaba los móviles a cambio de dinero a la trama, con la que tenía una gran “relación de complicidad”.
Supuestas operaciones de captación
El ministerio público relata que la célula abordaba a otros presos y les ofrecía dinero a cambio de que atentaran al quedar en libertad. “Tres miembros del grupo propusieron a otro interno, testigo protegido en este procedimiento, que a la salida de prisión llevara una mochila con bombas a diferentes sitios de Madrid a cambio de un millón de euros”, apunta la Fiscalía. “Asimismo, tenían la firme intención de adquirir armas de guerra y pistolas”, añade la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), que ejerce la acusación popular. Según los investigadores, tras dejar la cárcel, uno de los acusados se dedicó a intentar adquirir armas de fuego automáticas y de guerra, así como munición. Se interesó presuntamente por seis Glock-18 , una Ak-47 y una M-16 “que pagaría en metálico o a cambio de hachís”.
Contactado por este periódico un abogado de la defensa, Álvaro Durán, explica que la causa se sustenta en testigos protegidos que son reclusos toxicómanos y que se mueven por un “ánimo espurio y vengativo, ya que con anterioridad tuvieron enfrentamientos con los acusados por temas de droga dentro de la cárcel”.
La radicalización en prisión preocupa mucho a las autoridades. “La prisión puede ser un lugar adecuado para captar a personas que entraron sin ser terroristas y que pueden salir siéndolo”, apuntaba este verano Ángel Luis Oriz, secretario general de Instituciones Penitenciarias. Este organismo calcula que actualmente hay unos 50 posibles “líderes” dentro de las cárceles españolas con capacidad de captar a potenciales yihadistas. La Fiscalía de la Audiencia Nacional también lo señala en su última memoria anual: “Los centros penitenciarios se han convertido en uno de los focos principales de captación, radicalización y adoctrinamiento”.