Nostalgia del pasado, versión PP
El PP se descolocó desde que se opuso drásticamente al proceso de diálogo con ETA
Las intervenciones de Pablo Casado y Albert Rivera en 2019 en Euskadi estuvieron marcadas por la competencia en la confrontación. Se presentaban en municipios de pasado conflictivo —Rentería, Alsasua— como liberadores en una comunidad sojuzgada por el terrorismo y el nacionalismo. Aquel discurso sonaba rancio tras casi 10 años sin terrorismo —solo el 3,1% de vascos lo justifican—, aunque algunas decenas de energúmenos, con su bronca, lo hacían creíble ante las televisiones y permitían a Casado ...
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Las intervenciones de Pablo Casado y Albert Rivera en 2019 en Euskadi estuvieron marcadas por la competencia en la confrontación. Se presentaban en municipios de pasado conflictivo —Rentería, Alsasua— como liberadores en una comunidad sojuzgada por el terrorismo y el nacionalismo. Aquel discurso sonaba rancio tras casi 10 años sin terrorismo —solo el 3,1% de vascos lo justifican—, aunque algunas decenas de energúmenos, con su bronca, lo hacían creíble ante las televisiones y permitían a Casado y Rivera promocionarse en el resto de España como adalides de la confrontación con el terrorismo y el nacionalismo en contraste con la pasividad del socialismo. Ahora es Vox quien imita la vieja maniobra y la desmesura de la derecha de presentar Euskadi como tierra de misión, con una ETA ausente, y que tanto le ha perjudicado ante los vascos.
Esta campaña rompe esa pauta con la foto de Inés Arrimadas y Casado, unidos en coalición, bajo el árbol de Gernika, reivindicando la constitucionalidad de la foralidad. Una cesión de Ciudadanos, que había hecho de su rechazo una bandera. Su candidato común, Carlos Iturgáiz, sueña así con recuperar algunos de los 250.000 votos que recogió cuando, como cabeza del PP en 1998, quedó en segundo lugar, y que con el tiempo han ido mayoritariamente al PNV.
El PP vasco, a diferencia del catalán, casi gobernó Euskadi. Fue en 2001 cuando Jaime Mayor logró 19 escaños y con el apoyo del PSE casi rebasó a Ibarretxe, candidato del PNV de línea soberanista, cuando ETA asesinaba a populares y socialistas. Muchos vascos, que votaban otras opciones, se volcaron solidariamente con el PP, que logró 326.000 votos y 19 escaños. Desde entonces el PP fue decayendo hasta quedarse en 107.000 votos y nueve escaños en 2016. Estas elecciones puede caer aún más, según las encuestas.
El PP vive de la nostalgia de aquellos resultados y la candidatura de Iturgáiz la reaviva. Pero desde las elecciones de 2005 y claramente desde 2009 la situación cambió en Euskadi. ETA entró en su etapa final, con un proceso de diálogo, una ruptura y cese definitivo del terrorismo en 2011. El PNV también cambió. En 2003 el tándem pragmático Urkullu-Imaz desplazó al soberanista Ibarretxe-Arzalluz. Incluso Batasuna cambió con Bildu, rechazando estatutariamente la violencia aunque debe la autocrítica por el pasado.
El PP se descolocó desde que se opuso drásticamente al proceso de diálogo con ETA. Después ha mantenido el discurso catastrofista de que ETA está en las instituciones por la presencia de Bildu y la confrontación ideológica con el PNV de Urkullu como si fuera el de Ibarretxe. Un discurso chocante con la realidad. Tres líderes del PP vasco —Basagoiti, Quiroga y Alonso— han sido sacrificados por la dirección nacional, acusados de “tibieza” con el nacionalismo. Casado ha seguido la pauta de sacrificar Euskadi para obtener dividendos electorales en el resto de España.