Un barco de rescate español, bloqueado cuatro días en el Mediterráneo con 37 migrantes a bordo
Italia y Malta se niegan a abrir sus puertos por la pandemia. Otro barco alemán cumple 10 días en alta mar
El barco español Aita Mari rescató el lunes a 44 personas a bordo de un bote en apuros y lleva desde entonces esperando en mitad del Mediterráneo un puerto seguro en el que desembarcar. En estos días, la tripulación ha conseguido que Italia evacúe por razones médicas a siete de los rescatados a la isla de Lampedusa, pero aún permanecen a bordo otros 37 náufragos. Ni Malta ni Italia han mostrado intención de abrir sus puertos para permitir el desembarco, ha denunciado la ONG vasca S...
El barco español Aita Mari rescató el lunes a 44 personas a bordo de un bote en apuros y lleva desde entonces esperando en mitad del Mediterráneo un puerto seguro en el que desembarcar. En estos días, la tripulación ha conseguido que Italia evacúe por razones médicas a siete de los rescatados a la isla de Lampedusa, pero aún permanecen a bordo otros 37 náufragos. Ni Malta ni Italia han mostrado intención de abrir sus puertos para permitir el desembarco, ha denunciado la ONG vasca Salvamento Marítimo Humanitario que fleta el buque.
Los cuatro días que los náufragos han cumplido este jueves en el pesquero se suman a los otros cuatro que llevaban de navegación en la embarcación precaria con la que salieron de las costas de Libia, donde la situación de seguridad es extremadamente tensa. En la cubierta, además de los adultos, pertrechados con batas protectoras de color blanco, guantes y mascarillas, hay aún dos menores de edad. "Es una tortura sin justificación”, ha denunciado la ONG.
El barco no cuenta con los recursos apropiados para atenderles y su estado físico es frágil tras una dura travesía sin agua ni comida suficiente y haciéndose sus necesidades encima. “Cuando los rescatamos cuatro de ellos ya habían perdido el conocimiento. Están agotados. La exigencia física de estas travesías es máxima y estas personas necesitan descanso y nutrición adecuada”, añade un portavoz.
A las dilaciones habituales de Malta e Italia para permitir el desembarco de migrantes en su territorio, se suma ahora la emergencia sanitaria. El pasado día 8 de abril, Italia se declaró un lugar no seguro para desembarcar debido a la pandemia y cerró sus puertos. Un día después, Malta anunció que no podría asumir rescates ni desembarcos de migrantes pues sus recursos están volcados en frenar el virus.
El Aita Mari estaba de camino a España cuando fue alertado de la presencia de este bote a la deriva. La tripulación estaba bloqueada en Sicilia porque no se les permitió su salida para una misión de rescate y había decidido volver a casa hasta que remitiese la crisis. Horas después de partir, cuenta la organización, recibió el aviso de que había tres pateras en peligro a unas 53 millas náuticas (unos 100 kilómetros) al sur de Malta. “Para nosotros ir hasta allí suponía más de siete horas de navegación; para los barcos malteses, unas dos horas. Esperamos y, como nadie hacía nada, nos vimos obligados a variar la ruta”, relata un portavoz de la organización. De las dos pateras restantes, una consiguió llegar por sus propios medios a Sicilia. De la otra, nunca más se tuvo noticia.
El español no es el único barco de rescate en apuros. El Alan Kurdi, de la ONG Sea-Eye cumple este jueves 11 días atracado frente a la isla italiana de Lampedusa con casi 150 migrantes. La noche del miércoles, los guardacostas italianos evacuaron a tres de los rescatados tras agravarse la situación a bordo. Según la ONG alemana un joven de 24 años, que relató su paso por una prisión en Libia, intentó suicidarse en cubierta y otro intentó autolesionarse. El pasado 12 de abril el Ministerio de Transportes italiano dispuso, según Efe, que estas personas sean trasladadas a un barco de la Guardia Costera para quedar en cuarentena, pero la operación por ahora no se ha realizado.
Hasta el pasado 8 de abril habían desembarcado en Italia y Malta 3.929 personas, frente a las 769 llegadas el mismo periodo de 2019, según números oficiales recogidos por la Comisión Europea. En España, también hasta el pasado día 8, se habían registrado 5.856, cerca de un 19% menos que el año anterior.