Pistas por el Hong Kong artístico: del colosal M+ a rascacielos de galerías

De tradición cosmopolita y abierta, con la apertura de nuevos espacios dedicados al arte la ciudad busca hacerse un hueco en el mapa mental de cualquier viajero que planee un circuito cultural por el vibrante sudeste asiático

Visitantes en la exposición de neón en el complejo de Tai Kwun en Hong Kong, el 5 de julio de 2023.ISAAC LAWRENCE (AFP / Getty Images)

Los años de pandemia se han ensañado especialmente con Hong Kong, una ciudad de tradición cosmopolita y abierta, encrucijada de Asia y tradicional puerto de entrada de Occidente a China y a todo el continente asiático. Pero la celebración esta primavera, con fuerza renovada y récords de asistencia y ventas, de ...

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Los años de pandemia se han ensañado especialmente con Hong Kong, una ciudad de tradición cosmopolita y abierta, encrucijada de Asia y tradicional puerto de entrada de Occidente a China y a todo el continente asiático. Pero la celebración esta primavera, con fuerza renovada y récords de asistencia y ventas, de la feria Art Basel Hong Kong (un coloso del mercado del arte contemporáneo que sigue apostando por la ciudad como una de sus tres sedes mundiales en el inmenso Convention and Exhibition Centre) y la apertura al público del M+, el colosal centro de arte diseñado por el estudio de Herzog & De Meuron, son señales muy claras de que la antigua colonia inglesa y motor de la economía china vuelve con fuerza al tablero de juego y al mapa mental de cualquier viajero que planee un circuito cultural por el vibrante sudeste asiático.

Y es que en China la palabra “colosal” no se usa en balde: el M+ tiene a la mitad de la población mundial a menos de cinco horas de avión, y su escala y programa hacen juego con esas cifras. Se dedica a la cultura visual contemporánea y es el buque insignia de un proyecto a largo plazo que quiere convertir a Hong Kong en un polo cultural de primer orden en todo Asia. Se sitúa al borde del mar en Kowloon, la parte situada en tierra firme, y la mejor manera de llegar hasta él desde la isla es coger el legendario Star Ferry, que lleva más de cien años cruzando la bahía: basta comprar una (baratísima) ficha en sus taquillas y seguir a las ordenadas multitudes que ocupan disciplinadamente sus asientos después de orientar en el sentido de la marcha con un sonoro y unísono ¡Clac! los respaldos reversibles de sus grandes bancos corridos.

A las espaldas queda el skyline impresionante de los rascacielos de Central, el distrito financiero de la isla. Enfrente, la gran mole rectangular del M+, pensada para funcionar como pantalla LED gigante en la que al anochecer se proyectan obras audiovisuales de artistas internacionales especialmente encargadas (en mi visita, unas hipnóticas y gigantescas manos coloridas de la suiza Pipilotti Rist). Un gran parque rodea el edificio, con gradas que permiten contemplar las vistas del otro lado de la bahía, y en su interior, siempre a escala gigante, hay salas de exposiciones, auditorios, biblioteca y un restaurante con vistas impresionantes, el ADD+.

La arteria comercial de la ciudad de Hong Kong, China. A la derecha, la gran pantalla LED del museo M+, a orillas del puerto de la Victoria. Bob Henry (UCG / Universal Images/ Getty Images)

En el mismo distrito de West Kowloon, nuevo foco cultural de la ciudad, está también el futurista XiQu Center, dedicado a la renovación y conservación del fascinante repertorio de la ópera cantonesa tradicional (merece muchísimo la pena reservar entradas para alguna de las funciones en la sala principal o la de cámara); el K11, un gran espacio similar a las kunsthalles europeas y con foco particular en el arte local más reciente; y el Hong Kong Palace Museum, hermanado con el de Pekín y en el que rotan exposiciones de arte clásico llegadas de los fabulosos fondos de la capital china. Para acabar el día, y sin cruzar aún de vuelta a la isla, no hay que perderse el paseo al anochecer por el paseo marítimo de Tsim Sha Tsui y coger sitio en sus gradas, entre locales y turistas de toda China, para el espectáculo gratuito de luz y sonido: a las ocho de la noche orquesta una (de nuevo) colosal coreografía de imágenes y música usando las fachadas de los rascacielos de la orilla opuesta como pantallas. No hace falta ser un fan de este tipo de espectáculos para quedarse apabullado por el poderío descomunal del megashow.

El edificio del futurista XiQu Center, el distrito de West Kowloon de Hong Kong. Bob Henry (UCG / Universal Images/ Getty)

De vuelta a la isla, y en una ciudad que cambia vertiginosamente, se suceden nuevas aperturas de espacios culturales y galerías privadas. En la zona de Central, la nueva joya de la corona es el complejo Tai Kwun, en torno a la que fue comisaría central de policía en tiempos de la colonia. A su alrededor ha sido de nuevo el estudio de arquitectura Herzog & De Meuron el encargado de organizar un nuevo complejo de salas de exposiciones, teatros y auditorios, donde también tiene cabida galerías privadas como la pionera Ora Ora, un buen lugar para ver arte contemporáneo asiático de calidad. Es un buen arranque para recorrer otras galerías de renombre mundial con sede en la ciudad, como Gagosian, Hauser & Wirth o White Cube. En una ciudad donde cada metro cuadrado vale oro, muchas se agrupan en minirrascacielos especializados en el ramo, como el Pedder Building o el flamante H Queens: no es mala idea subir en ascensor hasta su azotea y bajar luego a pie para ir curioseando las exposiciones de las diferentes galerías ubicadas en sus plantas privadas: una versión diferente y en vertical del gallery hopping o paseo de galería en galería de otras ciudades occidentales como Nueva York, Londres o Berlín.

Quedarían también por visitar espacios independientes como Videotage, dedicado, sobre todo, al videoarte, o Para Site, con excelentes exposiciones temporales en el distrito de Quarry Bay.

Vista del salón central del centro comercial K11, en Hong Kong.Marc Fernandes (NurPhoto / Getty Images)

Pero en una ciudad tan densamente poblada como Hong Kong a veces se agradece algo de aire fresco y vegetación, y podemos encontrarlos en los jardines y serenos espacios contemporáneos de la Asia Society, construida en terrazas aprovechando los antiguos polvorines y almacenes de municiones del Ejército británico en tiempos de la colonia. La mezcla de antiguos edificios coloniales y arquitectura contemporánea, sus salas de exposiciones y jardines en diferentes niveles y las vistas al bosque de rascacielos desde los ventanales de su elegante restaurante Ammo son un buen emblema de la capacidad para reinventarse y conjugar lo tradicional y lo futurista de Hong Kong. Una ciudad-mundo que no se contenta con ser motor financiero y económico de China y se hace rápidamente un hueco en el circuito artístico global.

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