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Grandes planes por el mundo que son gratis (o casi)

Practicar yoga junto al Ganges, perderse en el ajetreo de la plaza de Jemaa el-Fna en Marrakech o ver el entrenamiento de luchadores de sumo en Tokio. A la hora de hacer turismo resulta una grata sorpresa encontrar experiencias por las que no hay que pagar nada (o muy poco)

Para los turistas, Florencia no es una ciudad barata. Pero incluso aquí hay opciones para todos los bolsillos. Tras llenar el depósito con la fabulosa comida florentina (por ejemplo, en el Mercato Centrale), toca quemar calorías paseando por las numerosas atracciones gratuitas que ofrece la ciudad italiana. En la Piazza del Duomo se encuentra la catedral de San Miniato al Monte , con sus espléndidos frescos. Y, por supuesto, también es gratis pasearse por unas calles llenas de historia y de arte, del grande, del que no tiene precio.Gimmi/REDA&CO/Universal Images (Getty)
Dando ejemplo de su tradición democrática, en la capital federal se pueden visitar las tres sedes del poder de Estados Unidos: el ejecutivo (Casa Blanca); el legislativo (Capitolio) y el judicial (Tribunal Supremo) en un solo día. Para visitar Smithsonian Institution, con 19 museos y galerías, un zoo y varios centros de investigación. Los visitantes pueden aprender sobre casi todo, de dinosaurios a lanzaderas espaciales, de pepitas de oro a los orígenes de la famosa bandera de barras y estrellas y, más recientemente, sobre cultura afroamericana gracias al Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana.Jon Hicks (Getty)
En Nueva York hay bastantes opciones gratuitas interesantes sin tener que pagar un dólar. Entre estas están hacer una ruta por las galerías de West Chelsea, visitar museos como el American Folk Art Museum o el Shakespeare in the Park. Y, por supuesto, algo que nadie se pierde: subir en el Staten Island Ferry, el transbordador gratuito que conecta Manhattan con el distrito de Staten Island, todo un planazo que promete fantásticas vistas desde cubierta del distrito financiero y sus rascacielos, así como de la Estatua de la Libertad. Otra forma de conectar con el paisaje acuático de la ciudad son los kayaks gratuitos que prestan varias casetas de barcas de la ciudad. Solo hay que presentarse y registrarse para dar un paseo de 20 minutos por el agua, remando frente a unas vistas insuperables. Se encuentran kayaks en Downtown Boathouse, Governors Island y Brooklyn Bridge Park, cerca del Pier 2. En este último está asegurada la vista de los puentes de Brooklyn y Manhattan al fondo. Ir a Governors (entre Brooklyn y Manhattan) es, además, un original plan para una mañana en Nueva York, con unas magníficas vistas del Downtown, y un lugar sin coches y perfecto para montar en bicicleta, pasear o tomar algo en alguno de los ‘food trucks’ instalados.Dana Neibert (Getty)
La práctica formal de yoga en un 'ashram' se acompaña de hábitos de vida estrictos (se prohíbe fumar, beber alcohol, comer carne y mantener relaciones sexuales). Los 'yoguis' que no se lo toman tan a rajatabla pueden asistir a las clases gratuitas que el Sivanda Ashram, en la ciudad india de Rishikesh (en el estado de Uttarakhand), ofrece cada día a las seis de la mañana a orillas del río Ganges aprovechando la calma reinante (gratis). La ciudad atrae a miles de visitantes todos los años, tanto porque este lugar es la puerta del Himalaya como porque es conocido como la capital mundial del yoga, con numerosos centros para practicarlo.Travel Wild (Getty)
Bombai es la sede de Bollywood, la industria cinematográfica de la India que produce el doble de películas que Hollywood, en Estados Unidos. Con frecuencia se necesitan extras foráneos para estas producciones maravillosamente desmesuradas, y los cazatalentos rondan lugares frecuentados por mochileros en el barrio de Colaba y alrededores, como el Leopold Cafe & Bar. El viajero debe tener cautela si le abordan estando solo, aunque las estafas son raras. Es una experiencia memorable, y quizá la paga cubra el coste de una visita a los grandes estudios Film City (circuitos desde 600 rupias indias, unos 6,80 euros).AFP PHOTO/ Pal PILLAI (Getty)
Para adentrarse en el abigarrado barrio de Alfama no hay como subirse en un clásico tranvía amarillo. Los 'remodelados' (con diseño de la década de 1930) de la Ruta 28 son ideales para recorrer las tortuosas callejas del barrio lisboeta, aunque conviene ir temprano, porque suelen llenarse. Toda su ruta también atraviesa los populares distritos de Graça, Baixa y Estrela. No son del todo gratis pero el precio es casi ridículo a cambio del tour que permiten por la capital portuguesa. El billete comprado a bordo cuesta tres euros, pero es mejor opción comprar el billete de transporte público ilimitado de 24 horas en una de las estaciones de metro, que cuesta 6,40 euros. El tranvía se complementa con otra propuesta gratis: los 'miradouros'. La ciudad de las siete colinas tiene también siete miradores, el más elevado de ellos el Miradouro da Senhora do Monte, con vistas a la Mouraria (barrio árabe) y al estuario del Tajo. Otra opción es el de São Pedro de Alcántara, al que se llega con el Ascensor da Glória (en realidad un funicular).Randolph Images (Alamy)
Si se puede, es buena idea hacer coincidir un viaje a la capital francesa con el primer domingo del mes, cuando se pueden visitar (sin pagar) todos los red de bicicletas Vélib; es muy barato y los 30 primeros minutos de alquiler son siempre gratis.Stefano Bianchetti (Getty)
En la región etíope de Tigray está el mayor patrimonio cultural y espiritual del país: unas 150 iglesias cristianas construidas entre los siglos X y XV, en medio de una región que es básicamente musulmana desde hace más de mil años. Todas ellas están excavadas en la roca, a más de 2.000 metros de altitud. Tal vez la más sorprendente de todas es Abuna Yemata Guh, situada en un acantilado de vértigo (en la foto). Para llegar hasta ella hay que trepar por una pared de seis metros de altura sin cuerdas y cruzar una estrecha pasarela con una caída de 200 metros. Los guías locales merecen una generosa propina. Por suerte hay otras muchas iglesias de acceso mucho más sencillo e incluso a ras de suelo, como la iglesia de Abreha We Atsbeha, a pocos kilómetros del pueblo de Wukro. Tigray es el contrapunto a los célebres y mucho más turísticos templos rupestres de Lalibela, pero está en una zona en conflicto, en el norte del país, por lo que será mejor apuntarlo en la agenda de viajes futuros, porque la belleza y el valor de este patrimonio único lo merecen.Roberto Moiola (Getty)
Estocolmo es conocida por su elegancia. Parece que todo cuesta una millonada y que las gangas escaseen... ¡pero existen! El circuito guiado por el Riksdagshuset, el Parlamento sueco, es como una clase sobre la política de consenso. Suecia está gobernada por 349 representantes del pueblo; los guías explican cómo evolucionó el sistema y cómo funciona hoy. Es instructivo, inspirador y más divertido de lo previsible, aunque por ahora un plan a aplazar ya que las visitas guiadas están temporalmente canceladas por la pandemia.Alamy
Sudáfrica produce algunos de los vinos que resultan más agradables al paladar del mundo. Muchas bodegas ofrecen catas gratuitas, como Root 44.Alamy
Para ver la Acrópolis sin pagar la mejor opción es subir al monte Licabeto, la cima de Atenas (277 metros), y contemplarla a vista de pájaro. Un funicular (cuesta 7 euros, ida y vuelta) sale del mismo punto desde donde se sube a pie, en la calle Ploutarchou. El alba y el ocaso ofrecen las fotografías más espectaculares y también las temperaturas más frescas, que se agradecen sobre todo en verano. También se tiene una buena perspectiva de la Acrópolis, y gratuita, desde la colina de Pnyx, un yacimiento histórico cuna de la democracia. En la capital griega, además, el jueves es gratuita la entrada al Museo Benaki, todo un paseo por la historia griega en un lugar único. Tampoco se paga entrada en el Museo de Instrumentos Populares Griegos o el Centro de Arte y Tradiciones Populares, en una destartalada mansión en la zona de Plaka.Milan Gonda (Alamy)
¿Viajar entre Europa y Asia por menos de un euro? Eso es lo que permite hacer el ferri del Bósforo, entre las dos riberas de Estambul, ciudad repartida entre dos continentes. Si se hace al atardecer se podrá contemplar la silueta de los minaretes recortada contra el cielo (hay billetes desde 15 liras turcas, unos 1,15 euros). En Estambul hay otras muchas cosas que hacer por muy poco dinero o incluso gratis, entre ellas visitar dos de sus iconos: el Gran Bazar, con pasajes cubiertos siempre llenos de viajeros regateando en busca de gangas desde hace 600 años, y la imponente Mezquita Azul o Sultanahmet Camii, construida hace 400 años y con sus cúpulas cubiertas por 20.000 azulejos azules (en la foto). Hay que evitar la hora de la oración (cinco veces al día), pero el resto de la jornada se puede visitar y es gratis.Busà Photography (Getty)
Para conocer esta tradición, incluida por la Unesco en su lista del patrimonio inmaterial, basta con asistir los jueves por la noche a una ceremonia sema oficiada por el Centro Cultural Silivrikapi Mevlana. Después de ver a los bailarines (los derviches giróvagos) se puede participar en un coloquio con los místicos para recabar más información sobre la práctica y la teoría de esta ceremonia sufí.izzet keribar (Alamy)
Muchos tokiotas lo ignoran, pero unos pocos establos de sumo —donde viven y entrenan los luchadores— permiten a los visitantes presenciar los entrenamientos matutinos. El mejor es el de Arashio, en el barrio de Nihonbashi, donde se puede mirar por las ventanas y ver la acción de cerca. La página web informa del horario de los entrenamientos y de las normas de visita (gratis). Otra experiencia inolvidable en la ciudad japonesa es asistir a la fiesta de los cerezos en flor en primavera (la mejor época es entre marzo y abril). La capital del país se convierte en una fiesta y miles de personas confluyen en los populares parques de Yoyogi, Ueno e Inokashira para disfrutar de un pícnic y pasarlo en grande. Es una actividad gratuita más allá de lo que cuesten las cervezas y algo para picar.BEHROUZ MEHRI (Getty)
No hace falta saber de ópera cantonesa para disfrutar del espectáculo. El mercado nocturno más animado de Hong Kong es el de Temple Street, un hervidero de vendedores ambulantes, adivinos y aromas de restaurantes al aire libre donde también hay espectáculos de ópera cantonesa (las actuaciones se realizan, gratis, de 20.30 a 23.00 todos los días, excepto los miércoles).Nikada (Getty)
El masaje forma parte de la cultura tailandesa, pero encontrar uno en Bangkok que sea económico y legal entre tantos 'spas' caros y negocios poco fiables es complicado. Lo mejor es ir al origen: Wat Pho es a la vez un templo increíble (allí se encuentra el famoso buda yacente de oro, en la foto) y la cuna espiritual del masaje y la medicina tradicional tailandesas. En su escuela de masajes se puede disfrutar de una relajante sesión de 30 minutos a cargo de especialistas formados en el monasterio, bien en los pabellones del templo o bien en las instalaciones exteriores, por unos módicos 260 bahts (poco más de 6,50 euros).Mongkolchon Akesin (Getty)
En la capital tailandesa, además, no hace falta un gran presupuesto para admirar sus tesoros culturales, como contemplar el palacio real (en la foto) o Wat Arun, el Templo del Atardecer, otra de las maravillas de la ciudad: desde el río, las imponentes 'prangs' (torres de estilo jemer) parecen hechas de piedra labrada, pero de cerca se aprecia que están recubiertas de mosaicos elaborados con fragmentos de porcelana. Por el precio de un cuenco de arroz se puede disfrutar de una evocadora panorámica de Bangkok en una excursión fluvial. El mejor momento para embarcar en el ferri que navega por el río Chao Phraya (Chao Phraya River Boats) desde 1971 es al atardecer; hay que unirse a los monjes que esperan en el muelle de Tha Phra Athit, y después es el momento de ver pasar algunos de los principales monumentos de Krung Thep (el nombre oficial de Bangkok) al fresco de la brisa nocturna.travelbild-asia (Alamy)
Jemaa el-Fna significa “asamblea de los muertos” y es la plaza pública más grande y famosa de Marruecos, declarada patrimonio cultural inmaterial por la Unesco. Creada en el año 1050 como escenario de ejecuciones públicas, hoy está llena de encantadores de serpientes, magos y vendedores de zumos de naranja durante el día. De noche, se añaden a la fiesta vendedores de comida callejera, músicos, cuentacuentos, curanderos, danzantes y buhoneros. Y, por supuesto, pasear por ella es gratis (más allá de lo que uno compre en sus tenderetes). Además de esta inolvidable plaza, en Marrakech se puede disfrutar de muchos de sus atractivos turísticos por muy poco dinero o gratis: por ejemplo, un paseo por la Medina, con parada en zocos como el de los tintoreros, uno de los más pintorescos, donde las madejas de lana tintada cuelgan de las vigas y vasijas con pigmentos de colores adornan cada puesto. O las curiosas tenerías de Bab Debbagh, donde puede verse a los curtidores transformando el cuero (en la foto). Con una propina a uno de los muchos guías improvisados que se ofrecen, también se pueden visitar las curtidurías desde lo alto. No huele muy bien, pero es una experiencia interesante.Alamy