Resa Patacona, para veranear o teletrabajar cerca de la Malvarrosa

Quienes, advenedizos, cargan contra el turismo de sol y playa deben saber que España lleva más de tres décadas promoviendo la diversificación de su oferta hotelera. Como la que culmina el tramo litoral del arenal de la Patacona, más allá de la Malvarrosa, en los límites entre Valencia y Alboraya, a cuyo término municipal pertenece el alojamiento Resa Patacona. Aquí se levanta un hotel que no pasa inadvertido por su fachada de ventanas reticulares y luces de neón. Consta de dos cuerpos que forman un ocho y estaba destinado primero a oficinas...

Quienes, advenedizos, cargan contra el turismo de sol y playa deben saber que España lleva más de tres décadas promoviendo la diversificación de su oferta hotelera. Como la que culmina el tramo litoral del arenal de la Patacona, más allá de la Malvarrosa, en los límites entre Valencia y Alboraya, a cuyo término municipal pertenece el alojamiento Resa Patacona. Aquí se levanta un hotel que no pasa inadvertido por su fachada de ventanas reticulares y luces de neón. Consta de dos cuerpos que forman un ocho y estaba destinado primero a oficinas y luego, tras la crisis financiera, a residencia de estudiantes. No en vano está pegado a la Universidad Politécnica de Valencia UPV.

Esta diversificación era el gancho para que el gigante norteamericano Greystar, grupo inmobiliario especializado en residencias universitarias, previera una de las tendencias más notorias en la evolución turística mundial: la multimodalidad hotelera. De modo que el mismo viajero una vez se decanta para destino vacacional, otra para vivir y relacionarse en espacios compartidos y otra para practicar el teletrabajo durante una larga estancia. Para todas estas ocasiones, el recién inaugurado hotel Resa Patacona dispone de salas multifuncionales, zonas de coliving y coworking, cocinas comunes, áreas de gimnasio y descanso, un cine, una piscina exterior y, lo más codiciado, una azotea con vistas al mar. Ocho plantas de habitaciones dobles y estudios individuales logran ese mix. Luminosidad plena, limpieza a prueba de algodón y un equipamiento completo que incluye cocina, microondas y nevera algo más amplia que un minibar. Sencillez máxima en su decoración, funcionalismo exigente y precios competitivos en ambas modalidades.

La opción del comedor, como en cualquier hotel, evita socializar después en el coworking. El menú completo, con postre y bebidas, cuesta 210 euros mensuales en régimen de media pensión y 340 euros en pensión completa. Cocinillas, no hay por qué preocuparse. El hotel cuenta también con un Cookin’ Corner, ambientado con neones fucsias en plan tecno, con todo lo necesario para que el acto de comer sea un momento de convivencia y de exaltación gastronómica. Un paseo por la Patacona invita, además, a degustar la mejor horchata de Valencia.