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Los pueblos más bonitos de la República Checa

Del fotogénico Český Krumlov al enriscado Loket, una ruta de cuento entre castillos, palacios y balnearios

Kutná Hora debe su sobrenombre, 'la ciudad de plata', a las minas de este metal precioso que provocaron su explosión económica en el sigl XIII. El caso histórico de Kutná Hora está trufado de joyas arquitectónicas, entre las que destaca su símbolo: la iglesia de Santa Bárbara, gótico tardío, con tres pirámides cóncavas en su techo, que comenzó a construirse a finales del siglo XIV para competir con la catedral de San Vito de Praga y con el vecino monasterio de Sedlec. Sus obras no finalizaron hasta 1905. Es patrimonio mundial.
La ciudad real de Litoměřice, una de las más antiguas, importantes y bonitas de la República Checha, se alza en la confluencia de los ríos Elba y Ohře, limitada por una fortificación gótica y con un extenso casco histórico trufado de plazas y calles con mucho encanto. Su centro neurálgico es un compendio de estilos arquitectónicos: edificios góticos, barrocos y renacentistas, de colores, que gustan a los visitantes actuales tanto como en su día atrajeron a Karel Mácha, el poeta romántico más importante del país, que aquí murió muy joven. Las autoridades turísticas checas recomiendan hacer la estancia “aún más agradable” con vino del cercano pueblo de Velké Žernoseky.Egmont Strigl (age fotostock)
Viajar a Loket, en Bohemia Occidental, es como emprender un viaje en el tiempo hacia la Edad Media. Hay quienes consideran esta localidad de apenas 3.000 habitantes uno de los secretos mejor guardados de República Checa. Su pequeño centro histórico apareció caracterizado como una villa de Montenegro en 'Casino Royale' (2006), película de la saga James Bond. Dominándolo todo, su impresionante castillo gótico del siglo XII, donde el rey checo y emperador romano Carlos IV acudía a descansar y cazar. Loket significa codo porque se alza en el lugar donde el río Ohře dibuja un meandro con la forma de un codo humano.
Hans Christian Andersen no podía haber pensado en una plaza más bonita que la de Zachariáš de Hradec, la plaza Mayor de Telč, para uno de sus cuentos: una sucesión de casas burguesas renacentistas y barrocas unidas por un soportal corrido, con sus fachadas amarillas, rosas y verdes brillantes. La ciudad, frontera entre Bohemia y Moravia, es “la mejor muestra del Renacimiento italiano desde el norte de los Alpes”, según Turismo de la República Checa. Fue reconstruida en piedra a finales del XIV, después de que un incendio destruyera los edificios originales, de madera, y se rodeó de murallas y de una red de estanques a modo de defensa. Su castillo, tardo-gótico, completa este paisaje urbano patrimonio mundial de la Unesco.
Con algo más de 13.000 habitantes, la ciudad balneario de Mariánské Lázně comenzó a desarrollarse durante el siglo XIX y durante el Imperio austrohúngaro recibió la visita de personalidades ilustres. Goethe, Chopin, Kafka, Ibsen, Mark Twain, Wagner, Sigmund Freud, Alfred Nobel, Mahler o Nietzsche acudían a curarse en sus aguas termales y a descansar entre sus parques cuidados, cuajados de flores. Varios de sus 40 manantiales aparecen cubiertos por pabellones y columnatas de arquitectura ecléctica que crean el ambiente característico y pintoresco de este enorme spa al aire libre.getty images
Las ruinas del castillo Strallenberg, con su alta torre llamada Trúba, se alzan muy por encima de Štramberk, un pueblo de montaña entre colinas boscosas. Laderas verdes, casas de madera de los siglos XVIII y XIX, tradiciones populares y una excelente gastronomía son sus puntos fuertes turísticos. Hay un museo de títeres, otro de Prehistoria del ilustrador Zdeněk Burian, uno más de juguetes y, el último, de cera. La cafetería Perníkovka muestra la producción de pan de jengibre. Y la fábrica de cerveza de la ciudad ofrece degustaciones e incluso baños de cervezas tradicionales.Damien Te Whiu (Getty)
Esta localidad da nombre a la región de Třeboň, nueva Reserva de la Biosfera con más de 6.000 lagos, pequeñas islas, humedales, pantanos y turberas trufadas de fortalezas medievales y ciudades renacentistas. Turística y famosa por sus dos balnearios –Bertiny lázně y Aurora–, Třeboň cuenta con el tercer palacio más grande de su clase, tras los de Praga y Český Krumlov, y por su monumentalidad, de la que dan fe ejemplos como las puertas originales de entrada, el estanque Svět o su plaza Masarykovo.
En lo alto, el castillo de Karlštejn, mandado construir por el emperador Carlos IV, rey de los bohemios, en el siglo XIV: estilo gótico, reformas renacentistas y acabado neogótico. Debajo, el bonito pueblo homónimo nacido a su sombra, con pequeñas tiendas de artesanía, restaurantes y casas pintadas en colores pastel que se pueden descubrir sobre la marcha, ya que la subida hacia la imponente fortaleza transcurre por su casco urbano. Recomendable el Museo de Belenes, que guarda el belén de marionetas más grande del país (con superficie de unos 80 metros cuadrados).
Imponente sobre una roca, el castillo, que empezó siendo residencia de los Liechtenstein y terminó en manos de la familia Diestrichstein, domina Míkulov, población de algo más de 7.000 habitantes en Moravia del Sur, en la frontera con la Baja Austria. El ejército nazi le prendió fuego antes de retirarse en 1945, pero fue reconstruida en los años 50 y convertida en museo regional, con interesantes exposiciones. El entorno natural invita además al ocio activo; también su gran tradición vitivinícola.
El orgullo de Holašovice, apenas 200 habitantes en mitad de un paisaje armónico, es su sucesión de fachadas de fincas barrocas (en la foto) alrededor de su extensa plaza. Esta pequeña villa ha conservado el mismo número de fincas a lo largo de sus 800 años de historia: 17 caseríos con granjas y establos, una herrería, dos cervecerías y la capilla de san Juan Nepomuceno. Un sistema medieval de edificios y graneros bien conservados, y casas y fachadas reformadas en los siglos XVIII y XIX, en estilo barroco rural o rústico, declarado patrimonio mundial. Hay un taller de cerámica y, en la finca número seis, el viajero puede acercarse a la vida tradicional.
Lednice (en la foto) y su vecino Valtiçe son dos pueblos de Moravia del Sur conectados por un camino de siete kilómetros que se dedican al cultivo y producción de vino. El primero atesora el palacio de verano de los señores de Lichtenstein, y construcciones como el Minarete, el castillo de Jan, el templo de Apolo, o la escultura de las Tres Gracias; el segundo guarda una de las más impresionantes residencias barrocas de Europa Central, diseñada para la misma poderosa familia, en cuyos pasadizos se encuentra el Salón Nacional del Vino de la República Checa. Ambos monumentos y sus alrededores forman el parque más grande del país –200 kilómetros cuadrados–, conocido como el Jardín Europeo, y patrimonio mundial.
El símbolo de Jindřichův Hradec, en Bohemia del Sur, es un elegante palacio renacentista que se refleja en las aguas del estanque Vajga: tiene retratos de perros en la rotonda del jardín y sobre él planea la sombra de la Dama de Blanco, cuyo espectro se sigue apareciendo, según cuenta la leyenda. El centro de la ciudad se retuerce en callejuelas tortuosas, románticos recovecos, casas de comerciantes de fachadas multicolores, el grupo escultórico barroco de la Santísima Trinidad, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción o el museo regional, con el pesebre mecánico más grande del mundo. Es puerta del Canadá Checo, una reserva natural protegida llena de espesos bosques, mucha agua y un clima más extremo.
El palacio renacentista de Litomyšl, considerado uno de los más bellos de su clase al norte de los Alpes, y patrimonio mundial, alberga un magnífico teatro barroco que ha llegado hasta nuestro días prácticamente en su estado original, con dos cortinas y 16 conjuntos de bastidores. Es uno de los grandes orgullos de esta localidad –unos 10.000 habitantes– de Bohemia oriental, con un centro histórico tomado por casas llenas de color. Aquí nació el compositor Bedřich Smetana, y los vecinos homenajean al músico con un festival veraniego de ópera. Antes, en mayo, Magdalena Dobromila Rettigová, la cocinera más famosa de República Checa, dirige unas fiestas gastronómicas.
El patrimonio histórico-artístico de Nový Jičín, en Moravia-Silesia, se concentra en torno a la Plaza Masaryk, de estilo barroco, pintada en tonos pastel y considerada una de las más bonitas de todo el país. Además de la antigua casa de correos y, en el centro, la columna mariana del XVIII, el viajero puede ver admirar en esta plaza cómo se fabrican sombreros de todo tipo. La arraigada tradición sombrerera de la localidad arrancó a finales del siglo XVIII y sigue siendo una industria importante.Rene Fluger (age fotostock)
Algunas fachadas de las casas renacentistas de Horní náměstí (plaza Superior) de Slavonice parecen hechas de fino encaje, con filigranas grabadas en la piedra. En la triangular plaza de la Paz (en la foto) el viajero encuentra casas señoriales, la Columna Mariana o la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción con su torre. Este pueblo de menos de 3.000 habitantes cercano a la frontera con Austria y rodeado de la naturaleza del llamado Canadá Checo, encierra otra ciudad, subterránea y misteriosa, formada por un laberinto de pasillos, los primeros de los cuales tienen 700 años de antigüedad, que servían de almacenes.jan kouba (age fotostock)
El pequeño y bonito pueblo de Kuks, en Bohemia del Este, con apenas varios centenares de vecinos habitando casas de madera, mira, al otro lado del río, uno de los lugares barrocos más bellos de Chequia: un sanatorio mandado construir por el conde Špork a finales del XVII, tras el descubrimiento de unas fuentes curativas, en el que destaca su monumental hospital con la Iglesia de la Santísima Trinidad de piedra, y su cripta; tiene la segunda farmacia barroca más antigua de Europa, y es sede del Museo Farmacéutico Checo.
Goethe tildó Františkovy Lázně, el primer balneario de turba del mundo, de “paraíso terrenal”. Una excelente carta de recomendación para la localidad más pequeña del triángulo de famosos balnearios de Bohemia Occidental, que luce en la actualidad elegantes paseos con arcadas clasicistas y parques pulcramente. Cuenta con una población que ronda los 5.500 habitantes y con unas 3.500 plazas hoteleras, lo que da idea de su importancia dentro del turismo de relax y spa.
Un paseo por la agradable pueblo de Bečov nad Teplou (1.000 vecinos) debe pasar por el ayuntamiento y la Escuela de Arte Josef Labitzki. También una excursión por sus alrededores, montañosos, tupidos de bosque, pero sobre todo por su colección única de edificios históricos, formada por un castillo gótico, un palacio renacentista y un château barroco. Bajo el suelo de la capilla del palacio se encontró, en 1985, un auténtico tesoro de orfebrería medieval: una caja dorada del siglo XIII bellamente adornada para guardar los restos mortales de San Mauro.
El palacio de Buchlovice (en la foto) es como un trocito de Italia en Moravia del Este: una villa italiana de estilo barroco en un campo abierto de Europa Central, rodeada por un jardín y un parque inglés donde tienen lugar unas tradicionales exposiciones de fuchsias en flor. La mandó construir el conde Dětřich de Petřvald para su esposa italiana. A la sombra del palacio, y a los pies de la colina Chřiby, se extiende una pequeña y turística localidad de unos 2.500 habitantes que, de puertas para afuera, ofrece un buen número de rutas para senderistas y bicicletas de montaña por un entorno boscoso.age fotostock
Tranquilidad y relajación agiardan en la mayor ciudad balneario de Moravia del Sur, con sus manantiales fríos con gran contenido en sodio, calcio y magnesio, a los que tan aficionado era el compositor Leoš Janáček, en cuyo recuerdo se celebra aquí cada mes de julio un festival de música. El arquitecto Dušan Jurkovič creó en Luhačovice un conjunto de construcciones en estilo modernista popular que se disfrutan dando un paseo por la ciudad y contemplando sus casas de colores con tragaluces y bonitas fachadas. La más importante es la Casa de Jurkovič, monumento nacional cultural, colorida y profusamente decorada.age fotostock