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La magia de la Ruta de la Seda (II)

Un viaje fotográfico, entre ciudades míticas y paisajes únicos, a través de miles de kilómetros que enlazan Kirguistán y Pekín

Del lago Son Kul kirguso hasta la frontera china, en la provincia de Xinjiang, hay dos días de autobús hasta llegar al fuerte Tass Rabat y el Paso Torugart que corona la cordillera del Tian Shan a casi 3.200 metros de altitud.
El paso Torugart es un cruce de caminos desde donde parte la Karakorum Hightway, la autopista fronteriza más alta del mundo. Siguiendo dicha autopista se llega al espectacular lago Karakol, tierra de kirguisos que se encuentra en territorio chino.
El lago Karakul (lago negro, en kirguís) es un pequeño lago situado a 200 kilómetros de la ciudad de Kashgar, en el extremo occidental de la provincia de Sinkiang. Se encuentra en territorio chino.
Al otro lado de la frontera kirguisa espera la cosmopolita Kasgar. Cosmopolita pero en un sentido primitivo: aquel oasis en medio del desierto del Taklamakan cuenta con una situación geográfica privilegiada que la ha convertido en un crisol de razas y culturas que todavía hoy prevalecen. Uigures, uzbekos, tajikos, kazajos, kirguisos, afganos, tártaros, turkmenos y chinos se codean en el famoso mercado de animales del domingo, la mejor representación de que Kasgar sigue siendo parte del corazón de esta Ruta de la Seda poblada de nómadas y comerciantes.
Las cuevas de Mogao -o las cuevas de los mil Budas- son un conjunto de 492 templos situados cerca de la ciudad de Dunhuang, en la provincia china de de Gansú.
Un buda gigante excavado en la pared en las cuevas de Binglisi, en la provincia china de Gansú.
Fue también la Ruta de la Seda la responsable de traer el budismo a China. Siguiendo nuestra travesía hacia Oriente la provincia de Gansú, contigua a Xinjiang, ofrece joyas religiosas de la arquitectura budista temprana como son las cuevas de Mogao en Dunhuang, las de Binglisi o Cuevas de los mil Budas, y las de Maiji Shan en Tianshui que constituyen el mayor conjunto de los tres.
Siglos después de haberse expandido el budismo, la Ruta de la Seda también lleva hasta China el Islam. Por este motivo, en Gansú convive un legado importante de diferentes comunidades religiosas como los hui, chinos musulmanes, que levantaron mezquitas como la de la imagen.
La ciudad china de Yinchuan acoge una gran comunidad de chinos musulmanes. La religión islámica entró en el país asiático a través de los viajeros de la Ruta de la Seda.
En la provincia de Gansú se puede visitar el mayor monasterio lama fuera de Tibet: se trata del monasterio de Labrang, en la comarca autónoma independiente de Xiahe.
Monjes budistas en el monasterio de Labrang.
Mujeres ataviadas con trajes tradicionales en el monasterio de Labrang.
Hasta la provincia china de Gansú se extendía también la Gran Muralla, que durante siglos y a lo largo de casi 5.000 kilómetros hizo de frontera para proteger el Imperio Chino de los bárbaros mongoles del norte.
Interior del Fuerte de Jiayuguan, en el extremo más occidental de la Gran Muralla china.
La antigua Chang'an fue la capital del por primera vez unificado Imperio Chino en el siglo II antes de Cristo. De esta época datan los venerados guerreros de terracota de Xi'an.
Los guerreros de terracota de Xi'an son un ejército de algo más de 8.000 estatuas, de tamaño natural, que custodian el complejo funerario del primer emperador chino, Qin Shi Huang, a pocos kilómetros de la ciudad china.
La entrada al recinto que alberga los guerreros de Terracota de Xi'an vale 150 yuanes, unos 21 euros al cambio.
Además de los famosos guerreros de terracota, la ciudad china de Xi'an alberga una muralla construida durante la dinastía Ming, entre los años 1374 y 1378. Es la mejor conservada de todas las que defendían las ciudades chinas.
Xi'an es mucho más que los guerreros: la ciudad tiene una Gran Mezquita, un auténtico tesoro cultural que alterna elementos artístico chinos con arabescos y decoración vegetal típica del arte musulmán. En la imagen, un detalle del templo islámico.
Conocido como El Huevo, el Nuevo Teatro Nacional de China ocupa la silueta de Pekín. Es el final del viaje, que desemboca en el futuro, mientras la Ruta de la Seda continúa haciendo historia en el siglo XXI.