Señorío de Otazu 2008, alarde de complejidad

Esta insólita bodega navarra abrió en 1990 gracias al empeño de Pedro Bañales y el genial trabajo arquitectónico de Sota, Gaztelu y Fernández, capaces de convertir un histórico señorío medieval en un soberbio complejo vitivinícola, merecedor de la denominación de origen Pago de Otazu.

Aunque su privilegiada situación, protegido y abrazado por la sierra del Perdón y la peña de Echauri, con el río Arga templando el clima continental, hacía presagiar excelentes resultados, los vinos iniciales, más que correctos, no se correspondían con el potencial de la zona, las modernas instalaciones y ...

Esta insólita bodega navarra abrió en 1990 gracias al empeño de Pedro Bañales y el genial trabajo arquitectónico de Sota, Gaztelu y Fernández, capaces de convertir un histórico señorío medieval en un soberbio complejo vitivinícola, merecedor de la denominación de origen Pago de Otazu.

Aunque su privilegiada situación, protegido y abrazado por la sierra del Perdón y la peña de Echauri, con el río Arga templando el clima continental, hacía presagiar excelentes resultados, los vinos iniciales, más que correctos, no se correspondían con el potencial de la zona, las modernas instalaciones y sus 110 hectáreas de magnífico viñedo, plantados con las grandes variedades de Burdeos, espejo e inspiración que exige un plus de personalidad y una enología de vanguardia.

Palacio de Otazu Altar ya indicaba que se estaba en el camino correcto, pero donde logran la expresión franca del terruño, que es la grandeza de todo vino con nobleza, es en este Señorío de Otazu, elaborado por separado con las mejores y más maduras cepas, criadas por separado en barricas de Allier.

Un tinto de aroma elegante, donde la fruta negra, fresca, incitante transporta a espacios silvestres y dibuja un paisaje brumoso de especias, balsámicos, tostados y grafito. El gusto, mórbido, potente, se resuelve en un alarde de complejidad y señorío.