Al sol

Baleares, 10 playas en la onda

Arenales en las islas para entusiasmarse, de la mallorquina Es Caragol a la ibicenca Cala d'Hort

Playa de Cavalleria en Es Mercadal, Menorca.Tolo Ramón

Cuando se trata de combinar ideas como trenes dunares, caletas recogidas, aguas con amplia gradación de azules, voluptuosidad y diversión, descollan por derecho propio las 369 playas baleáricas. Diez son pocas aunque suficientes....

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Cuando se trata de combinar ideas como trenes dunares, caletas recogidas, aguas con amplia gradación de azules, voluptuosidad y diversión, descollan por derecho propio las 369 playas baleáricas. Diez son pocas aunque suficientes.

MALLORCA
Vista aérea de Ses Casetesdes Capellans en Muro, Mallorca.Tolo Ramón

Hermana de Sa Calobra

(Cala Tuent, Escorca)

La de Tuent se concibe como el relax playero tras los 12 kilómetros de curvas que conducen a Sa Calobra, de la que la separan de Tuent solo 10 minutos en coche. También sirve esta cala como fin de la preciosa ruta senderista de Sa Costera, que arranca del mirador conocido como Ses Barques. Las escarpaduras de la sierra de Tramontana son su fisonomía, con la particularidad de los olivos besando la orilla. A la hora de comer nos espera el restaurante Es Vergeret, único negocio de la cala y en donde ayudan a cuantos lo precisen. Dos navieras (www.barcosazules.com y www.sollermar.com) atracan en Tuent para recoger senderistas. Bien por los que no han contratado la cena de hotel; disfrutarán de un instante privilegiado durante el crepúsculo.

Los colores de la bahía

(Ses Casetes Capellans, Muro)

La fachada marítima del parque natural de S’Albufera de Mallorca se estira entre Port d’Alcúdia y Ca’n Picafort. A la salida de Muro, ya sin la molesta presencia de la alineación hotelera (el último, el Iberostar Albufera Playa), deberemos estar atentos a la única rotonda en que se señaliza Ses Casetes des Capellans. Los azules desbordan la mirada en este segmento de bahía de Alcúdia bien preservado; las dunas asombran por su fina arena, encintadas y protegidas; atraen a la vista los pinos y los bosquetes de brezo; acompañan la música y la comida del Ponderosa Beach Club.

Rasgos paradisiacos

(Es Caragol, Santanyí)

Cuando se trata de alejarse de las aglomeraciones, pocos lugares como Es Caragol. El coche habrá que dejarlo, sin objetos de valor, junto al faro de Ses Salines, que alberga el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, donde se analiza el impacto del ser humano en el cambio climático. Costeando durante 15 minutos hacia Colònia de Sant Jordi, el bañista se topará con dunas colonizadas rematadas por la proa rocosa de punta Negra, guardiana de scats(casetas varaderos) de pescadores. Las papeleras se constituyen en símbolo de civilización junto con la valla que cierra la finca, y casa de recreo, de la familia March, a quien indirectamente se debe la buena salud de estas costas. Desde Es Caragol se ve Cabrera.

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CABRERA 
Vista de la isla de Cabrera.Getty

¡Hola, mero!

(S'Espalmador)

De Colònia de Sant Jordi (Ses Salines) zarpan los barcos (www.marcabrera.com y www.excursionsacabrera.es) a la que sin ambages podemos tildar como una de las bahías naturales más bellas del Mediterráneo. Nada más poner el pie en el parque nacional Marítimo-Terrestre de Cabrera conviene pasar por la cantina para avituallarse con botellas de agua que se mantendrán frías la media hora que cuesta llegar a la caleta de S’Espalmador, dechado de transparencia gracias a las praderas de posidonia. Reservar tiempo para ver el cementerio de los Franceses y el castillo. El calor estival desaconseja los grandes recorridos a pie. Más propio de estas fechas es el itinerario marino (reservar al desembarcar; 4 euros) entre Sa Platgeta y S’Espalmador, visualizando con suerte meros, nacras, pulpos, estrellas de mar. Se facilitan gafas, aletas y tubo.

MENORCA

Sa Mesquida, cala menorquina con el peñón Pa Gros al fondo.Álvaro Leiva

Excluidas del mundo

(Escorxada y Fustam, Es Migjorn Gran)

Lo remoto de su ubicación adquiere tintes edénicos en la ya de por sí espectacular isla de Menorca. De ahí que la afluencia permita un baño relativamente tranquilo durante el periodo canicular. Una vez en la urbanización de Santo Tomàs, dejar el coche cerca del restaurante playero Es Bruc (971 37 04 88), estupendo para dar cuenta del frito menorquín seguido de pescado fresco. Sombrero y agua en abundancia son imprescindibles porque nos esperan 45 minutos de seductora caminata junto a un mar cuyos matices del verde y la aguamarina se irisan con los rayos del sol. La recompensa es un baño en dos blancas caletas (este año el sur de Menorca rebosa de arena) y aguas codiciadísimas por el turismo náutico.

Tramontana a discreción

(Sa Mesquida, Maó/Mahón)

Sa Mesquida refleja la costa norte menorquina, interesante también los días calurosos. Una insólita asociación se produce entre el enjalbegado de las casas de este barrio marinero de Mahón y la negrura del roquedo. Pasadas las casas, la belleza de la S’Arenal se muestra de forma arrogante en sus 300 metros de concha. Gracias a la protección del Pa Gros —peñón que aún conserva un nido de ametralladoras—, el baño es relativamente seguro. Los que quieran trepar por los 45 metros del Pan Grande deberán hacerlo por la cara norte. La pertinaz tramontana aconseja muchas veces tender la toalla cerca del acantilado. Un sector naturista se esconde en la zona interior.

Potencial de color

(Cavalleria, Es Mercadal)

Un kilómetro a contar desde el primer paso canadiense del cabo de Cavalleria y surge a la izquierda el aparcamiento (sin playa a la vista). Hace falta caminar 300 metros para alcanzar la escalinata de madera desde la que sorprenden las playas de Cavalleria, seguidas de la consagrada al gigante Ferragut. Ambos enclaves recuerdan esa definición de paraíso que se asocia con destinos lejanos.Habría que clonar esta arena parda amarillenta rodeada de escarpes rojizos que los bañistas arañan para embadurnarse. En días calurosos hay que tener presente que estas playas septentrionales carecen de sombras. Obligatorio no perderse las puestas de sol.

IBIZA

Paella con vistas

(Cala d'Hort, Sant Josep de Sa Talaia)

La artista de variedades Dolly Drag confiesa haberse jubilado de la marcha ibicenca. “Estoy más en edad de disfrutar de la paella en cala d’Hort”. Sabia, madura decisión, en uno de los escenarios playeros de las islas Pitiusas que brinda mayor deleite a la vista; solo por el islote mágico de Es Vedrà esta playa de piedrecillas salvada in extremis de la urbanización pide un día de playa. El ocio gastronómico tiene que ver con las paellas de los restaurantes El Carmen (971 18 74 49) y Cala d’Hort (971 93 50 36). Tampoco falta la veterana boutique playera, cuyo nombre hay que leer también al revés: Azibi. Alquiler de hidropatines, paddle suby barcas tipo zódiak (sin necesidad de titulación) para acercarse a Es Vedrà. En días claros, los fascinantes atardeceres revelan en lontananza la costa alicantina de Denia.

Ibiza en cenital

(Caló d'en Serra, Sant Joan de Labritja)

Desde la altura, el Caló d’en Serra, con sus 50 metros mal contados, explota en los ojos como una supernova. Se trata de una caleta serrana, mañanera para quienes ansían tanto la calidad del entorno como la belleza natural característica de las calas del norte ibicenco. The Guardian no dudó en catalogarla como una de las calas más atractivas del continente.Desde Sant Joan de Labritja parte el acceso directo, de unos cuatro kilómetros. Salvo los restos chamuscados del incendio de 2012, el escenario se presenta pulcro, de un intenso colorido azul, y desde los embarcaderos las inmejorables panorámicas incluyen Sa Plana Verde. Causa cuando menos sorpresa saber que la urbanización en ruinas fue proyectada por Josep Lluís Sert. Pasadas unas piedras, a mano derecha, se oculta una caleta muy del gusto naturista. Se alquilan hamacas y sombrillas.

FORMENTERA

Aguas áulicas

(Cala Saona, Sant Francesc Xavier)

Apoyada en la punta Rasa, la Saona es una de las pocas calas del escabroso litoral formenterano, y por ende refugio de pescadores como demuestra el tipismo de los varaderos de llauts (faluchos). Atención a la policromía y transparencia de las aguas —acierta quien lleve gafas de buceo—, y a la pulcra y cuidada arena blanca. Es una cala pequeña y muy visitada, y el hotel que la disfruta, Cala Saona, estrena este 2014 una estrella más, cuatro en total, lo que conlleva spa y pistas de pádel. El restaurante Sol (971 18 75 91) hace justicia a las paellas ciegas y al cabracho en salsa verde.

Cala Saona, en la punta Rasa del litoral de Formentera.Guido Cozzi
Javier Belloso

Guía

Cómo llegar

» Iberia (www.iberia.com) vuela a Ibiza, Menorca y Palma desde Madrid y otros aeropuertos de la Península. En agosto, a Ibiza, desde 55 euros, ida y vuelta.

» Ryanair (www.ryanair.com). Desde Madrid a Ibiza, Menorca o Palma, por 57 euros, ida y vuelta (en fechas concretas de agosto). 

Información 

» www.illesbalears.es

» www.ibiza.travel 

» www.infomallorca.net

» http://formentera.es

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