Un hotel en el Retiro

Al Palacio de Cristal del madrileño parque del Retiro le ha salido un luminoso verde en la fachada. Hotel Splendide, dice el rótulo, pero dentro de la estructura de hierro y cristal hay una sola habitación impenetrable. Una caja de cristal dentro de otra caja de cristal. No tiene ni cama. Solo moqueta, unos botines y una ausencia. Y a su alrededor, 30 mecedoras Thonet. ¿Pero qué tipo de hotel es este? “Cuando me propusieron trabajar en el Palacio de Cristal, quise proponer un viaje en el tiempo; no para reconstruir el pasado, sino para acercarme a un momento-laboratorio”, explica la artista fr...

Al Palacio de Cristal del madrileño parque del Retiro le ha salido un luminoso verde en la fachada. Hotel Splendide, dice el rótulo, pero dentro de la estructura de hierro y cristal hay una sola habitación impenetrable. Una caja de cristal dentro de otra caja de cristal. No tiene ni cama. Solo moqueta, unos botines y una ausencia. Y a su alrededor, 30 mecedoras Thonet. ¿Pero qué tipo de hotel es este? “Cuando me propusieron trabajar en el Palacio de Cristal, quise proponer un viaje en el tiempo; no para reconstruir el pasado, sino para acercarme a un momento-laboratorio”, explica la artista francesa Dominique Gonzalez-Foerster, autora de la instalación Splendide Hotelque ocupará el Palacio de Cristal hasta el 31 de agosto (www.museoreinasofia.es; gratis). El “momento-laboratorio” al que se refiere la artista es 1887, cuando se construyó este invernadero para albergar la flora tropical de la Exposición de las Islas Filipinas. Ese año nacían Le Corbusier, Duchamp y Schrödinger, padre de la física cuántica. Rimbaud acababa de publicar los versos: “Y el Splendide Hotel fue construido en el caos de hielos y noche del polo”.

La instalación evoca aquellos hoteles decimonónicos (muchos llamados Splendide) con un delicado lirismo. De las mecedoras cuelgan tomos encuadernados en tela morada que reúnen tres libros de bolsillo en varios idiomas. 2666, de Bolaño, o Iluminaciones, de Walter Benjamin. Del Tío Vania a Las aventuras de Pinocho. No se puede pernoctar en el Splendide Hotel, pero sus libros hechos de libros invitan al viaje interior y sus mecedoras soleadas, con la primavera restallando fuera, piden a gritos una siesta. 

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