Un ‘bouquet’ distinguido

Viejos olmos, álamos del camino, oteros enmarcando el discurrir del Duero, río con riberas orilladas de viñas y pastos. En Peñafiel, con su castillo de piedra blanca, roído por dos kilómetros de galerías y túneles, donde los vinos crían y envejecen a temperatura y humedad constante, se asienta Protos con nueva bodega, un gigante que ¡al fin! da la talla con su magnífica finca El Grajo Viejo. Luego se expandió hacia La Seca, en la blanca Rueda, el complemento perfecto. Nueva bodega de estilo castellano tradicional, pero instalaciones modernas.

Tras varias añadas correctas, finalmente, el...

Viejos olmos, álamos del camino, oteros enmarcando el discurrir del Duero, río con riberas orilladas de viñas y pastos. En Peñafiel, con su castillo de piedra blanca, roído por dos kilómetros de galerías y túneles, donde los vinos crían y envejecen a temperatura y humedad constante, se asienta Protos con nueva bodega, un gigante que ¡al fin! da la talla con su magnífica finca El Grajo Viejo. Luego se expandió hacia La Seca, en la blanca Rueda, el complemento perfecto. Nueva bodega de estilo castellano tradicional, pero instalaciones modernas.

Tras varias añadas correctas, finalmente, el enólogo Carlos Guzmán ha logrado crear un vino que hace honor a la casa madre. Se trata de un blanco de verdejo criado durante seis meses en barrica de roble francés, tras una rigurosa y concienzuda selección de los mejores granos de sus viñedos más antiguos, ubicados en una parcela de cuatro hectáreas.

Con este vino, la bodega ha superado la fase de simple habilidad técnica para ofrecer personalidad e intensidad aromática frutal, junto a finísimos tonos florales, apenas realzados por notas a vainilla y los elegantes tostados. La plenitud de añada y delicadeza de su característico amargor, se ofrecen junto a una textura suave y un bouquet distinguido.