Editorial

Lecciones ucranias

El triunfo de un cómico en las elecciones presidenciales demuestra el hartazgo de los electores ante la política tradicional

El ganador de la primera vuelta, Volodymyr Zelenskiy.Efrem Lukatsky (AP)

La victoria del cómico Volodymyr Zelenskiy en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Ucrania es una preocupante noticia por cuanto muestra el desencanto de los ucranios ante la política y su rechazo a unos representantes políticos a los que consideran incapaces de seguir dirigiendo un país sumido en un grave conflicto armado cuyas repercusiones llegan a toda Europa.

Zelenskiy obtuvo el domingo el 30,2% de los votos frente al 15,9% del actual presidente, Petró Poroshenko, y al 13,3% de la ex primera ministra Yulia Timoshenko, quien ha quedado definitivamente fuera de la ca...

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La victoria del cómico Volodymyr Zelenskiy en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Ucrania es una preocupante noticia por cuanto muestra el desencanto de los ucranios ante la política y su rechazo a unos representantes políticos a los que consideran incapaces de seguir dirigiendo un país sumido en un grave conflicto armado cuyas repercusiones llegan a toda Europa.

Zelenskiy obtuvo el domingo el 30,2% de los votos frente al 15,9% del actual presidente, Petró Poroshenko, y al 13,3% de la ex primera ministra Yulia Timoshenko, quien ha quedado definitivamente fuera de la carrera presidencial. Zelenskiy, que parte como favorito, y Poroshenko disputarán la segunda vuelta el próximo día 21.

Es preciso subrayar que Zelenskiy, de 41 años, ha conseguido la victoria por tres factores extrapolables a otras muchas democracias. En primer lugar, un altísimo nivel de popularidad gracias a la televisión. No se trata tanto de que sea un cómico —que, por cierto, imita en una popularísima serie al todavía presidente Poroshenko— como de una exposición mediática masiva y amable.

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En segundo término, la situación de corrupción e ineficacia en la Administración del país ha sumido en el desencanto a una parte muy importante del electorado. Frente a ello, la inexperiencia de Zelenskiy, lejos de ser un problema, ha jugado a su favor. Factores como el conflicto armado con la guerrilla separatista prorrusa, la casi definitiva pérdida de Crimea, una profunda crisis económica y el éxodo de miles de ucranios para buscar trabajo en el extranjero han costado caro a los políticos más tradicionales.

Finalmente, Zelenskiy ha presentado además un programa simple —probablemente demasiado elemental para un país en una situación tan compleja como Ucrania—, directo y con alguna dosis de demagogia. El popular artista ha propuesto eliminar la inmunidad parlamentaria, prohibir que quienes hayan sido condenados por corrupción ocupen cargos públicos y hacer referendos para dilucidar las cuestiones importantes, sin especificar cuáles son estas. Para solucionar la guerra en el Este del país, Zelenskiy quiere sentarse a negociar directamente con Moscú.

¿Desacredita su nula experiencia política o su pasado como artista a Zelenskiy para ocupar la presidencia de Ucrania? No necesariamente. Pero su pase a la segunda vuelta —y sus claras probabilidades de victoria— confirman un cambio generalizado y populista en el electorado de casi todas las democracias del mundo. La manera tradicional de entender la política ya no conecta con el votante. Y todos deben tomar nota de ello.

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