Análisis

El curioso caso español

No deberíamos creer que nuestro país está preservado de la ola antimigratoria

Salvamento Marítimo lleva al puerto de Almería a 56 personas rescatadas de una patera en el mar de Alborán.Carlos Barba (EFE)

Llevamos años preguntándonos por qué el sistema político español parece refractario a la emergencia de un partido populista de derecha con un discurso contrario a la inmigración y euroescéptico, del tipo que menudea con pujanza en los Parlamentos de prácticamente el resto de países europeos. (Cierto, Vox es un partido que se ajusta a esta descripción, pero extramuros de las Cortes; y sí, cierto, hay una izquierda excitada que cree que todo lo que no es izquierda en España es extrema derecha, pero no tenemos por qué hacerles mucho caso: como apunta Cristina Ares en una interesante nota para ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Llevamos años preguntándonos por qué el sistema político español parece refractario a la emergencia de un partido populista de derecha con un discurso contrario a la inmigración y euroescéptico, del tipo que menudea con pujanza en los Parlamentos de prácticamente el resto de países europeos. (Cierto, Vox es un partido que se ajusta a esta descripción, pero extramuros de las Cortes; y sí, cierto, hay una izquierda excitada que cree que todo lo que no es izquierda en España es extrema derecha, pero no tenemos por qué hacerles mucho caso: como apunta Cristina Ares en una interesante nota para Agenda Pública, la realidad es que "si comparamos el PP con la fuerza conservadora o cristianodémocrata con más escaños en el Parlamento nacional de los Estados de la UE-15, se evidencia que la derecha española es de las más centradas de Europa occidental, más parecida a la sueca y la finesa que a la francesa o la británica").

Para más pruebas de nuestra singularidad, España es, según datos del Eurobarómetro, el país europeo donde un mayor porcentaje de nacionales afirma no tener ningún problema en trabajar o relacionarse con inmigrantes (un 83%, estando la media europea en un 57%). Otro dato: en un momento de sístole euroescéptica, el corazón de los españoles sigue bombeando europeísmo (un 82% es favorable al euro) y mostrándose a favor de acoger refugiados (un 86%, dice Pew Research). En suma, en tiempo de preocupación por el rebrote de actitudes xenófobas, España destaca por lo contrario: la xenofilia. ¿Por qué? Sobre todo: ¿es una realidad sociológica sólida o una apariencia engañosa?

Caben varias explicaciones. Está la razonable suposición de que España está bendecida por una inmigración cuya contigüidad cultural (iberoamericana) o estatus (comunitarios) hace fácil la integración. Incluso las llegadas del norte de África poseen un aire familiar en un país que lleva en su historia la vecindad con el Magreb. La condición fronteriza viene compensada por la fortuna de contar con estados funcionales desde Marruecos hasta Ghana con los que poder cooperar eficazmente. Por lo demás, la débil conciencia nacional española rinde aquí un beneficio: en definitiva, xenofobia y nacionalismo van de la mano, y allí donde en España sí hay nacionalismos son los propios españoles los que cumplen el papel de molestos extranjeros (y el Gobierno de Madrid, el de la Comisión de Bruselas). Por último: puede que el populismo antimigratorio no haya encontrado en España el líder demagogo capaz de hilvanar el discurso que lo haga atractivo: que siga siendo así.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Pero todo esto es circunstancial y no deberíamos creer a España preservada de la ola antimigratoria. De hecho, empieza a haber evidencia anecdótica de actitudes de rechazo en ciertas localidades. Esté su origen en el malestar económico, en la ansiedad cultural o en la pura mala hierba del racismo, es ingenuo pensar que una tendencia general en el continente no termine por reverberar entre nosotros. @JuanCladeRamon

Archivado En