Adiós a la legionaria

Destacó como ministra de Defensa por sus intervenciones simbólicas

María Dolores de Cospedal, Secretaria General del Partido Popular. © ULY MARTÍN

Cuánta nostalgia. Se inauguró en Castilla-La Mancha, bajo mantilla y peineta, era el Corpus Christi (de 2011), como ayer. Y culminó este mayo zahiriendo a un oponente parlamentario, ay peinetas, por su “machismo asqueroso”.

Logró la secretaria general de la cosa equiparar su verbo al de los mejores, cuando justificó el corrupto finiquito al honesto Luis Bárcenas. Pues su indemnización fue “en diferido”, una “simulación” de “lo que hubiera sido en diferido en partes de lo que antes era una retribución”, formidable retruécano de reforma laboral.

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Cuánta nostalgia. Se inauguró en Castilla-La Mancha, bajo mantilla y peineta, era el Corpus Christi (de 2011), como ayer. Y culminó este mayo zahiriendo a un oponente parlamentario, ay peinetas, por su “machismo asqueroso”.

Logró la secretaria general de la cosa equiparar su verbo al de los mejores, cuando justificó el corrupto finiquito al honesto Luis Bárcenas. Pues su indemnización fue “en diferido”, una “simulación” de “lo que hubiera sido en diferido en partes de lo que antes era una retribución”, formidable retruécano de reforma laboral.

Destacó como ministra de Defensa por sus intervenciones simbólicas. ¡Cómo entonaba esta Semana Santa el nada machista himno de la Legión, todos novios de la muerte, a la bella manera tolerante, vitalista y liberal del coronel Pepito Millán-Astray!

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Con respeto institucional decretaba la bandera a media asta por Jueves Santo, en laica, laiquísima expiación por la muerte de Cristo, que tanto ofendía a los cristianos más dignos.

Con empeño y denuedo olvidaba instalar las otras banderas oficiales obligatorias, y jamás honradas, la europea y la autonómica de turno, en la sede del Ministerio de Defensa. Y en las demás instalaciones militares y cuarteles, todavía hoy monovexilológicos.

Siempre procuró despresurizar el ambiente. Como en octubre, ante la insurgencia de los indepes catalanes al asegurar que tenía, sobre el Ejército, la “casi completa seguridad de que no va a ser necesaria su intervención”, esa amenaza oblicua. Casi completa, ay.

Muchos añorarán sobre todo a Cospedal por la elegancia desabrida con que envidió a la más culta, más leída, más profesional, más poderosa y más respetada Soraya Sáenz de Santamaría.

Y por su exquisito respeto al imperio de la ley, al Estado de derecho y a la independencia judicial, al considerar, a recuelo de la sentencia de la Audiencia Nacional sobre el caso Gürtel “muy poco jurídico y muy tendencioso” el argumento que cuestionaba la credibilidad del testimonio de Mariano Rajoy: chácharas “perfectamente irrelevantes” que “no son palabra de ley”... Ella, que secretariaba un partido defensor de la legalidad.

Imaginar que la legionaria pudiese volver, y optar a comisaria europea, como anhelaba, qué pesadilla.

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