Ganar en los despachos

La fragmentación parlamentaria se disparó como nunca en las elecciones del 2015

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la sesión de control en el Senado. © Jaime Villanueva

Revisitemos el término “políticamente incorrecto” para devolverle un significado más literal. Incluyamos en su definición las representaciones desenfocadas del funcionamiento del sistema político. Las que, respondiendo a los intereses del político de turno, presentan como una anomalía del sistema lo que es simplemente una de sus reglas de juego.

Un ejemplo es el llamado “pacto de perdedores” con el que Mariano Rajoy se refería a la posibilidad de que una mayoría parlamentaria invista a un presidente cuyo partido no ha sido el más votado en las elecciones. Más recientemente, Albert River...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Revisitemos el término “políticamente incorrecto” para devolverle un significado más literal. Incluyamos en su definición las representaciones desenfocadas del funcionamiento del sistema político. Las que, respondiendo a los intereses del político de turno, presentan como una anomalía del sistema lo que es simplemente una de sus reglas de juego.

Un ejemplo es el llamado “pacto de perdedores” con el que Mariano Rajoy se refería a la posibilidad de que una mayoría parlamentaria invista a un presidente cuyo partido no ha sido el más votado en las elecciones. Más recientemente, Albert Rivera llama “ganar en los despachos” a la negociación entre partidos para formar un gobierno alternativo.

Ni el pacto de perdedores al que se refiere Rajoy ni la victoria en los despachos de Rivera son extravagancias del sistema. Al contrario, son características esenciales de las democracias parlamentarias. Presentarlas como una especie de transgresión del sacrosanto principio de que gobierna el más votado es una interesada deformación de la realidad. No existe tal principio en nuestro sistema. Que quede claro: la legitimidad de quien gobierna se sostiene sobre el apoyo de una mayoría de escaños, no sobre la mayoría de votos.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

De hecho, la causa más común de que los Gobiernos caigan no es la pérdida de unas elecciones, sino los escenarios a los que precisamente se refieren Rajoy y Rivera: una derrota parlamentaria o un conflicto en la coalición de partidos en el Gobierno, como muestran los datos de Strøm y Mueller.

En el discurso público hablar de despachos es más impopular que hablar de votos. Sin embargo, quien distorsiona en su relato el funcionamiento del sistema está contribuyendo a desprestigiarlo, presentando sus fundamentos como anomalías. Y además se hace un flaco favor a sí mismo. La fragmentación parlamentaria se disparó como nunca en las elecciones del 2015. Quien ante este escenario siga criticando los pactos entre partidos, enarbolando la bandera del gobierno del partido más votado, en unos meses tendrá que desandar sus pasos. @sandraleon_

Archivado En