Cartas al director

Un mundo hostil

La paz permanente ha sido un anhelo infructuoso desde el principio de los tiempos. Primero nos enfrentamos con palos y piedras; después, con lanzas y flechas; más adelante, con modernas máquinas de matar y, últimamente, nos amenazamos con sofisticados e inteligentes artefactos con cabezas nucleares capaces de destruir el mundo con solo apretar un botón. Es nuestra beligerante condición. Siempre tenemos delante de nosotros a algún enemigo del que protegernos o al que atacar. Siempre hay un motivo para el conflicto. La historia es una retahíla interminable de hostilidades, de odios, de peleas po...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La paz permanente ha sido un anhelo infructuoso desde el principio de los tiempos. Primero nos enfrentamos con palos y piedras; después, con lanzas y flechas; más adelante, con modernas máquinas de matar y, últimamente, nos amenazamos con sofisticados e inteligentes artefactos con cabezas nucleares capaces de destruir el mundo con solo apretar un botón. Es nuestra beligerante condición. Siempre tenemos delante de nosotros a algún enemigo del que protegernos o al que atacar. Siempre hay un motivo para el conflicto. La historia es una retahíla interminable de hostilidades, de odios, de peleas por los territorios, por los recursos, por las religiones, por las ideologías, por venganzas, por orgullo patrio. Y ahí andan algunos gobernantes, tan poderosos como temerarios, retándose para mostrar quién tiene el cerebro más pequeño, las gónadas más grandes y el misil más largo.— Pedro Serrano. Valladolid.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En